Confundida, vagando...

Llegué al claro casi sin notarlo. Había roto mi récord de velocidad.
El lugar en sí me tranquilizaba. La belleza de los rayos de la luna alumbrando la hierba era excepcional.
Me dejé caer tras un suave suspiro. Intentaba separar mi mente de lo ocurrido con Jake.
Necesitaba la compañía de Edward.
Necesitaba verlo, abrazarlo.
Pero en ese lugar podía relajarme y olvidar todos mis problemas.
Recordé la pirimera vez que había visto el resplandor de la piel de mi esposo bajo la luz del sol, en ese mismo claro.
Y la felicidad nació en mí nuevamente, cuando viendo hacia atrás comencé a recordar todas las batallas que habíamos ganado juntos y los obstáculos que hasta ahora habíamos superado.
Cerré los ojos con la cara en dirección a la luna., no durmiendo, ya que no lo hacía, pero aclarando mi mente.

Ella estaba allí, sentada mirando hacia la luna, pero con los ojos cerrados. Cuantas veces había deseado saber lo que pensaba, saber lo que sentía en cada momento. Pero después veía que era mejor así, que no hacía falta leerle la mente para saber lo que pensaba, porque ella me lo decía todo con una mirada... Ella, mi esposa, mi único amor, la mujer a la que más quería en este mundo, la mujer con la que compartía mi eternidad. Me acerqué silenciosamente, pero para qué, ya habría notado mi presencia. Me senté a su lado y entrelacé mis dedos con los suyos, sin decir nada, porque no hacía falta. Deposité un suave y tierno beso en su mano, y cerré los ojos, suspirando.

El perfume de Edward lo había delatado hace ya mucho tiempo. Pero ahora se encontraba a mi lado, tomando mi mano.
Abrí levemente los ojos y espié . Allí, sentado, mi esposo me hacía compañía.
Observé sus razgos perfectos, sus labios, sus ojos, su pelo y su piel de marfil. Iluminado suavemente con el resplandor plateado de la luna no sólo parecía vampiro, sino también una especie de dios.
Con la mano libre que me quedaba acaricié su rostro mientras le dedicaba una amplia sonrisa.
Una ligera brisa comenzó a soplar y mi cabello hondeaba a su compáz.
_Estás aquí_ Le dije. _Ya puedes abrir los ojos_
Una ligera brisa comenzó a soplar y mi cabello hondeaba a su compáz.

Hice lo que me dijo y abrí mis ojos, ella estaba mirándome, acariciando mi rostro. Acaricié la mano que tenía en él y me acerqué más a ella, rompiendo la distancia que había entre nosotros y juntando nuestros labios. Exploré su boca, sentí su sabor, dulce y cálido, fue un beso en el que expresamos todo lo que sentíamos, porque nuestro amor, pese al paso de los años, seguía tan vivo como el primer día. Separamos los labios y nos quedamos con las frentes juntas, yo le sonreí y intenté animarla:

-Amor... saldremos de ésta, no lo dudes. Nuestra hija nos necesita y le ayudaremos, porque pese a todo sigue siendo nuestra pequeña, y no estaba preparada para esto. Pero todo se arreglará.

Todo lo que necesitaba estaba ahora frente a mí. Edward siempre sabía qué decir.
_ Lo sé, pero no puedo entender lo que sucede... tampoco sé cuándo comenzó todo... Ni siquiera qué es lo que teme Jacob... ¿Cómo podría lastimarla, más que abandonándola de esta forma?_
Mis ojos se movían de forma veloz de un lado hacia el otro.
_Me alegra que... podamos ayudar a Reneesme. Que no tenga que afrontarlo sola._
Le dediqué una media sonrisa, de esas que solía poner el día de mi cumleaños. No del todo conforme por lo que estaba pasando, pero adaptandome a la realidad.

Ya a kilómetros de distancia se me hacía sencillo oír las frases que dos... "algo"... intercambiaban. Al acercarme un poco más, pude sentir el aroma de dos vampiros.
Quizás fuesen aquellos que buscaba. Aquellos a los que me habían encomendado vigilar y... asesinar si era preciso. O sólo darles una advertencia. Según mi informe habían hecho demasiadas amistades con licántropos. Raza admitida por el gran maestro (Aro) , pero cuestionada y seriamente vigilada.
Estaba segura de mi misión y tenía la certeza de cumplirla con éxito.
Mis intenciones eran enteramente formar parte de los Vulturi, y si para ello debía amontonar una pila de cuerpos bajo mis pies, realmente no había problema. Sonreí de forma maliciosa, deseando que fueran ellos, los llamados Edward e Isabella.

Acababa de terminar de hablar cuando sentí que alguien o algo se aproximaba a gran velocidad. Nuevamente esa sesacion d evértigo apareció. Ahora se encontraba lo suficientemente cerca y olía a vampiro.
Sin embargo era un aroma nuevo. Alguien a quien aún no conocíamos.
Miré a mi esposo, quien de seguro ya se encontraba en alerta.
_Edward, tengo un mal presentimiento_

En el ambiente se notaba un nuevo aroma, era un vampiro, carnívoro, pero no me era conocido. Me levanté inmediatamente, poniéndome en posición de defensa, dejando a Bella tras de mi, todavía sentía esa necesidad irrefrenable de protegerla, aunque claramente no lo necesitaba.
-Tu también lo notas -le dije, casi susurrando- Es carnívoro, podría ser...-la terrible imagen de aquellos malvados vampiros me hizo estremecer- No, no puede ser un Vulturi, Alice no los ha previsto.

Alice... si el vampiro venía con refuerzos y dispuesto a atacar ella era nuestra única esperanza. Recé por que el vampiro no quisiera nada más que hablar, o que estuviera de paso, y me puse más alerta.

¡Si! Eran ellos, no cabía ninguna duda. No me quedaban ni dos kilómetros cuando distinguí ambas siluetas. Estaba preparada. Sabía del don de leer mentes de Edward Cullen, pero yo tenía mi propia habilidad, podía arreglarmeslas para ordenarle que ignorara mis pensamientos. Sería sencillo, pero debía mirarlo rápidamente si quería que mi don surtiese efecto.
Finalmente llegué. Los dos vampiros estaban de pie observandome. Sonreí maliciosamente.
_Me esperaban. Agradezco esta cálida bienvenida_
Friamente le dirigí mis ojos a Edward, quien ya urgaba en mi cerebro.
_Mejor ni lo intentes_ Me concentré lo suficiente y redacté una orden que debía obedecer debido a mi don de control mental.
Perderás la concentración al intentar leer mis pensamientos y no escucharas nada que yo no quiera que escuches
Por ahora no intentaría nada más, debía respetar mis órdenes y sólo atacar si era preciso. Lo liberé del tranze inducido por el cruze de miradas y me dirijí verbalmente a ambos.
_Mi nombre es Akasha Delacroux_

Miré a Edward segura de que sabría cuáles eran sus intenciones, pero me soprendí al encontrarlo con el ceño fruncido, intentando.
_¿Vienes de parte de los Vulturi?_ Le dije al ver que Edward continuaba sin articular palabras.
Mostró una hilera perfecta de dientes blacos al sonreír amenazante.
Aún no sabía nada. Ni si tenía alguna habilidad que surtía efecto en alguno de los dos o no. Activé mi escudo de forma instantánea, cubriendonos tanto a Edward como a mí.
Me percaté de mi tardanza ya que el tiempo que había perdido en darme cuenta podría haber sido demadsiado y ella podría haber utilizado su don sin que lo supiera. Aparentemente, no lo había hecho, pero...
Volví a mirar a Edward, esperando que supiera explicar cuáles eran sus verdaderas intenciones.

Sentí una extraña sensación en mi mente cuando intentaba entrar en la de la vampira. Qué me pasaba? Ella también tenía un escudo mental? No, no era eso. Era algo que hacía que yo no quisiera entrar, me contradecía a mi mismo, qué me había hecho? Debía entrar en su mente...no, no debía. Pero qué decía? Debía entrar. Esto me estaba volviendo loco. Entonces comprendí la situación, ella estaba usando el control mental sobre mí, si, debía ser eso. Y el escudo de Bella había llegado tarde.

Cómo deshacerme de su don? Esa era mi mayor pregunta, pero quizás me lo revelaría ella. Ahora debía fijarme en cada gesto, cada movimiento, debía anticiparme a ellos, solo así conseguiría zafarme de su control. Al menos, sus intenciones me las podía imaginar, estaba dispuesta a matar. Bella debía estar preparada, así que se lo expliqué:

-Bella, la vampira está usando su control mental sobre mi, no me deja entrar en su mente, debes estar muy atenta a sus movimientos, porque no se que se propone.

Sabía que mi protección duraría hasta que me alejara de él. Lejos, muy lejos hasta que ni siquiera pudiera percibir su olor. Por fortuna al estar enterada del don de Bella había actuado con rapidéz, por lo que mis pensamientos estaban totalmente seguros. Comencé a reir.
_Seguro jamás te había sucedido algo parecido, ¿verdad Edward?_ Continué riendo mientras observaba a Bella. _Ups, lo lamento bonita, a ti tampoco puede leerte el pensamiento... lo olvidé_ Decidí responder sus preguntas, ya no podría dar más órdenes mentales, pues de seguro me toparía con el escudo mental de Bella.
_Sí, vengo de parte de los Vulturi. Deben darme toda la información que les solicite acerca de sus relacionse con los lycan que habitan aquí. Y exijo encontrarme con vuestra hija. El maestro está muy interesado en que le entregue un informe completo sobre su desarrollo._ Me acerqué a Edward, jugando a su alrededor, mientras la otra vampira me miraba con desconfianza. Acerqué mi rostro al suyo en expresión desafiante.
Reí por lo bajo mientras curvaba mis labios en una malvada sonrisa mostrando mis colmillos no de forma agresiva, sino juguetona. _¿Han escuchado?_ dije.

Me sentía extrañamente intimidada por sus movimientos y especialmente furiosa cuando la vi jugueteando alrededor de Edward, quien permanecía tenso.
_¿Qué no puedes...? ¿Control mental?_ susurré por lo bajo mirándolo. Luego ladeé mi cabeza y me dirijí a Akasha _Ni sueñes con ver a Reneesme, sólo hablaremos cuando Aro en persona decida venir a visitarnos._
Sabía que no sería así, o que las cosas serían diferentes, pero había decidido seguir su juego. Deseaba evitar cualquier pelea. Sin embargo Edward y yo podríamos con ella. El único problema era quién vendría depués a vengar su muerte y eso nos podría traer desventajas.
Observé nuevamente el cuerpo de Edward frente a la vampira. ¿Control mental? Hubiera sido imposible preveerlo

Había algo extraño en lo que decía...no podía venir de parte de los Vulturi, Alice los estaba vigilando y no había tenido ninguna visión sobre ellos en los últimos días... Era imposible, ella nos mentía, si no me estuviera controlando, podría comprobar mis suposiciones. De momento lo mejor era ganar tiempo para intentar despistarla, y así quizás deshacerme de su control. Decidí seguirle el juego, intentando que Bella entendiera mis intenciones.

-Así que te envían ellos... que extraño, veo que somos menos importantes para ellos de lo que creía, porque si han enviado a alguien nuevo en sus filas y sin refuerzos... -esbocé una sonrisa malvada, a lo mejor conseguiría mis propósitos- Aro no ha hecho su mejor ataque, no se, pensaba que era más sofisticado.

La estaba enfureciendo, y me fijé en su forma de moverse, era ágil como cualquier vampiro, claro está, pero yo no era lento precisamente.

Retrocedí unos pasos. Evidentemente no confiaban en lo que decía. Hablar así del líder de los Vulturi, ¡que osadía! Me puse seria mientras lo miraba fíjamente. Imposible, el escudo de Bella era impenetrable. Haría las cosas del modo sencillo.
_ Parece ser que no me creen ¿verdad?. Pues bien, les explicaré. Tengo entendido que en vuestro clan cuentan con una vidente ¿Me equivoco? Supongo que lo lógico sería que le hubiesen pedido que prestara estricta atención a los movimientos en Volterra. Los Vulturi en persona me reclutaron y para ello me solicitaron que investigue cómo s ehabían desarrollado las cosas por aquí. lo cual permaneció invisible para vuestra vidente quien sólo ve el futuro en base a desiciones de la gente que ya conoce. A mí no me conocía y tampoco pudo preever que los nobles acudieran a mí ya que en sus visiones soy sólo una sombra. ¿Sencillo cierto?._
El sentido de explicar mis intenciones era cumplir con las órdenes de Aro. El esperaba una actuación limpia y deseaba evitar que se derramase sangre, en especial sangre tan poderosa como la de el clan Cullen. Aún así Cayo incentivaba una lucha. Por lo que era enteramente mi desición.
_ Ahora, me marcho, regresaré en unas horas y más les vale tener a la híbrida lista para un examen. Nos veremos_
Corrí lejos, en busca de la híbrida. Si no me la mostraban, la buscaría por mi cuenta. De todas formas no podría contra ambos si se desataba una lucha.