Vistiendo la Mascara de mi Amor

por **Jasper Hale** Lun Feb 28, 2011 6:12 pm

Vistiendo la Mascara de mi Amor

Una mirada a todos los recuerdos de mi vida, así como la popularizada visión de la muerte. Todas las sensaciones y experiencias de tu vida renacen, se producen y mueren en una milésima de segundo. ¿Pero quién dice que así sea? Me encuentro vivo, o no, en un algún páramo de mi mente atacado por mi propia vida, una de desamor.

No son simples recuerdos, son los que me enlazan a una persona por la que el amor nos unió alguna vez. Nuestro lazo fue corrompido por la realidad, la que todos vivimos, y no había forma física de reanimarla. Pero en la omnipresencia de mi mente, que juega aún con lo que yo en persona no soy capaz de pensar, ¿cómo sería el desenlace?

Todos mis recuerdos reviven la sensación del momento al que intentan regresarme, con su paz y perfección, pero no termina ahí. ¿Es que mi subconsciente me juega una broma? Así parece ser, pues una representación de lo que aprecie aparece ajena a los recuerdos. Puedo revivir los momentos, pero aquella parte de mente que la recrea la vuelve una participante fuera de reglas así como yo mismo.

Una discusión conmigo mismo, no era más que eso. ¿Pero por qué mi discurso intentaba esquivar la verdad y mi subconsciente, la personificación de mi amor, hacía un intento tras otro de hacerme reflexionar? ¿Es qué había un error que remediar o un cabo sin resolver en este amor?

El avanzar de los recuerdos pareciera dejarlos atrás, a un lugar que yo ya no podía volver. ¿Es que yo estaba olvidando este amor por una causa que desconocía? ¿Debía yo permitir eso? ¿Realmente lo quería? No estaba seguro, parecía haber un cabo de mi amor que antes no había podido observar.

El avanzar del proceso, el regreso a esos sentimientos, sólo me hacía dudar más. Recordar esa perfección, la vida que una vez pude tener a manos de alguien, me provocaba añoro de ella. Y con eso estaba más que dicho. Un amor, incluso el desamor, es una experiencia de la vida que no se puede olvidar. Si me veía desprovisto de él sería un camino a volver a vivir. ¿Pero sería tan dichoso el destino de regalarme de vuelta el amor que una vez no había sabido apreciar?

Aunque las verdades que me regalaban subconsciente no terminaban ahí. Los recuerdos más recientes me hacían crear conjeturas. Por empezar, ¿por qué estaba encerrado en mi mente? Yo no estaba muerto, no había tal momento en mi experiencia. Pero mi la verdad de mi amor era que éste si me había olvidado. Esa persona que una vez fue parte de mi propia persona no tenía recuerdo de mí.

¡Por eso o podía volver! Toda relación con mi amor estaba desapareciendo en cada recuerdo revivido. Entonces esa imagen de mi subconsciente, la que jugaba esta postura conflictiva, sólo quería salvarme. ¡No podía dejarle en el olvido!

Una carrera contra el tiempo había iniciado, pero recién ahora tomaba mi verdadera posición. Mi mente, mi vida tal como mis recuerdos me la mostraban, no estaba a favor de los errores de mi persona. Sólo era cuestión de dar el último esfuerzo por salvar mi amor.

¿Cómo salvar una vida, un amor, de una sentencia de muerte? Las luces poco a poco se iban apagando, dejándome a oscuras y sin una esperanza que alcanzar. ¿Es que no había forma de salvar este amor? Mi mente podía mostrarme el camino, debía existir una forma de aprender a cruzarlo.

Sorprendido de la ocurrencia de mi propia mente vi surgir de mí una gran idea, una salvación. Así como un asesinato podía ser impune en otra jurisdicción, podía llevar al culpable a un lugar de impunidad. La personificación de mi amor podía ocultarse junto a mí en un recuerdo que no la vinculase a mí.

Los polvorientos recuerdos de mi niñez, aún con sus imperfecciones, eran un lugar virgen para esta relación. Sin embargo nuestro verdugo nos acechaba, y nuestros caminos volvían a reducirse. ¿Ahora qué lugar de mi mente podría darnos un escondite?

Mi decisión de salvar mi amor me llevó a las oscuras habitaciones de mi mente. Mi humillación, aquella que vivía bajo llave, era el lugar más seguro que podía ofrecer. Eso recuerdos que nos avergüenzan, y que sólo parecen ser una carga en nuestra vida, podían salvarme.

La mente es un mundo que ni siquiera los sueños con sus locas apariciones son capaces de hacernos entender. A pesar de ello, ni siquiera ella era capaz de salvarme de mi condena. No existía forma de salvar este amor. Pero había algo que mi subconsciente me había mostrado. Con él había descubierto la importancia de lo que máscara que vestía representaba, mi amor.

La esperanza se había apagado por completo y ahora una cruda oscuridad reinaba. Era el dolor que vivía por comprender mi vida, lo que el amor significaba para mí. Sólo mi propia sentencia podía salvarme de mi sufrimiento, y a gritos de clemencia mi suerte finalmente llegó.