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Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
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Amanecer-Rol :: Italia :: Lombradia
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Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
La velocidad del tiempo era eterna sin Anya a mi lado. Me posaba sobre la cama, abrazando mis piernas con fuerza y mirando el horizonte del bosque sinuoso, verde y solitario, tanto o más que yo.
Todos los acontecimientos habían sucedido tan fugaces. Una mañana me despedí de Anya para asistir al colegio y continuar con una vida normal, la vida que ya se había perdido anteriormente. Nunca pensé que ese adiós fuera para siempre, no estaba preparado para quedar solo en el mundo, ya lo había perdido todo, mis padres, mis hermanos, mis amigos y ahora a Anya. Mi vida comenzaba a carecer de sentido, no existía nada que me atara más a esta vida insulsa y solitaria.
Todos los sentimientos agradables se habían extinguido conforme se extinguía la llama de la esperanza. Ahora estaba claro que ella jamás regresaría a mi vida, la habían secuestrado y no tenía ni una pista sobre su paradero, solo la persona que había cometido tal acto: Yaeel.
El odio, desesperación, tristeza, desilusión, amargura y un sin fin de sentimientos me abatían golpeándome de lleno sin dejarme pensar cuerdamente. Un agujero profundo se abría paso lentamente en mi pecho, era doloroso, me quemaba con lentitud, disfrutando de mi desdicha, recalcándome que jamás regresaría, que tal vez la había perdido para siempre.
La gravedad ejercía una fuerza descomunal sobre mi cuerpo, no podía resistirme a ella simplemente me doblegaba, siempre que tratase de ponerme en pie ella me tiraba de rodillas, comprimiéndome contra el suelo que me abrigaba con sus frías tinieblas. La luz en mi vida se había desaparecido por completo, el farol que iluminaba a mi barco para llegar a un muelle seguro estaba desaparecido y divagaba por la desolación y desesperanza, consumiéndome en el hoyo de la oscuridad absoluta e irrefutable, me volvía ciego y me dejaba morir con lentitud.
Ya había pasado exactamente una semana desde que Anya no regresaba a mí, sabía que estaba secuestrada por ese vampiro locamente obsesionado.
La había buscado durante unos días en el bosque de Forks, memorizando cada árbol que se cruzaba en mi camino, pero no encontraba alguna pista de ella. No estaba en Forks.
Los días siguientes a que dedujéramos que estaba fuera de Forks y sus alrededores caí en una depresión profunda e irreparable. Lo primero que hice fue encerrarme en mi cuarto sin comer nada, recordando su presencia, respirando su aroma dulzón, viendo sus cosas que estaban intactas, tal cual lo había dejado. Si movía algo de su lugar se perdería su esencia y ningún recuerdo de ella me quedaría, ahora eso era lo único que me mantenía vivo: El recuerdo.
No fue hasta que Max propuso movernos para lograr ganar más terreno y aliados que le debían favores. No supe como salí del lugar, solo supe que ya estaba pisando Lombardía y aquella vieja mansión donde sufrí mi transformación.
Todo estaba como lo recordaba. Las cortinas blancas se abrían de par en par adornando los enormes ventanales, dejando pasara los luminosos rayos de sol, en la estancia estaba una mesa con adornos y fotografías que desistí a ver por temor de caer consumido en el dolor, frente a la estancia se abrían paso las enormes escaleras, una de cada lado de la habitación y en medio un pasillo que llevaba al despacho de Maximiliano, a una biblioteca personal y a otras habitaciones que no había explorado en mi estancia ahí. En nuestros costados estaban unas puertas, una se dirigía a la sala y la otra a un comedor igualmente enormes como las otras tantas habitaciones. Ignore el hecho de que en comparación de mi visita anterior había humanos. Me arrastre por las escaleras y subí hasta la habitación donde antes había estado, la habitación mía y de ella.
Al igual que la mayoría de la casa todo estaba en su lugar, la gran cama donde había pasado mis días de suplicio incontrolable, un enorme baño, un gran ventanal que daba paso a un balcón mirando al bosque, un espejo se posaba frente a mí junto a un enorme ropero color caoba. Todo ahí estaba impregnado de ella, recordándomela constantemente.
Me mire en el espejo y me sorprendió tanto verme en él, mis cabellos estaban desacomodados, vestía la misma ropa desde quien sabe cuándo, mis ojos eran de un negro tan profundo y se reflejaba la tristeza que abatía mi ser completo de bajo de estos estaban unos moretones oscuros y enormes, eran las ojeras provocadas por la sed, esa sed que no significaba nada en comparación a mi dolor emociona.
Tome una cobija y la puse sobre el espejo, no deseaba ver aquella atroz imagen solo me deprimía mas. Me senté en medio dela cama y tome las misma postura que antes. No había nada a mi alrededor y si lo había no me percataba de ello.
Todos los acontecimientos habían sucedido tan fugaces. Una mañana me despedí de Anya para asistir al colegio y continuar con una vida normal, la vida que ya se había perdido anteriormente. Nunca pensé que ese adiós fuera para siempre, no estaba preparado para quedar solo en el mundo, ya lo había perdido todo, mis padres, mis hermanos, mis amigos y ahora a Anya. Mi vida comenzaba a carecer de sentido, no existía nada que me atara más a esta vida insulsa y solitaria.
Todos los sentimientos agradables se habían extinguido conforme se extinguía la llama de la esperanza. Ahora estaba claro que ella jamás regresaría a mi vida, la habían secuestrado y no tenía ni una pista sobre su paradero, solo la persona que había cometido tal acto: Yaeel.
El odio, desesperación, tristeza, desilusión, amargura y un sin fin de sentimientos me abatían golpeándome de lleno sin dejarme pensar cuerdamente. Un agujero profundo se abría paso lentamente en mi pecho, era doloroso, me quemaba con lentitud, disfrutando de mi desdicha, recalcándome que jamás regresaría, que tal vez la había perdido para siempre.
La gravedad ejercía una fuerza descomunal sobre mi cuerpo, no podía resistirme a ella simplemente me doblegaba, siempre que tratase de ponerme en pie ella me tiraba de rodillas, comprimiéndome contra el suelo que me abrigaba con sus frías tinieblas. La luz en mi vida se había desaparecido por completo, el farol que iluminaba a mi barco para llegar a un muelle seguro estaba desaparecido y divagaba por la desolación y desesperanza, consumiéndome en el hoyo de la oscuridad absoluta e irrefutable, me volvía ciego y me dejaba morir con lentitud.
Ya había pasado exactamente una semana desde que Anya no regresaba a mí, sabía que estaba secuestrada por ese vampiro locamente obsesionado.
La había buscado durante unos días en el bosque de Forks, memorizando cada árbol que se cruzaba en mi camino, pero no encontraba alguna pista de ella. No estaba en Forks.
Los días siguientes a que dedujéramos que estaba fuera de Forks y sus alrededores caí en una depresión profunda e irreparable. Lo primero que hice fue encerrarme en mi cuarto sin comer nada, recordando su presencia, respirando su aroma dulzón, viendo sus cosas que estaban intactas, tal cual lo había dejado. Si movía algo de su lugar se perdería su esencia y ningún recuerdo de ella me quedaría, ahora eso era lo único que me mantenía vivo: El recuerdo.
No fue hasta que Max propuso movernos para lograr ganar más terreno y aliados que le debían favores. No supe como salí del lugar, solo supe que ya estaba pisando Lombardía y aquella vieja mansión donde sufrí mi transformación.
Todo estaba como lo recordaba. Las cortinas blancas se abrían de par en par adornando los enormes ventanales, dejando pasara los luminosos rayos de sol, en la estancia estaba una mesa con adornos y fotografías que desistí a ver por temor de caer consumido en el dolor, frente a la estancia se abrían paso las enormes escaleras, una de cada lado de la habitación y en medio un pasillo que llevaba al despacho de Maximiliano, a una biblioteca personal y a otras habitaciones que no había explorado en mi estancia ahí. En nuestros costados estaban unas puertas, una se dirigía a la sala y la otra a un comedor igualmente enormes como las otras tantas habitaciones. Ignore el hecho de que en comparación de mi visita anterior había humanos. Me arrastre por las escaleras y subí hasta la habitación donde antes había estado, la habitación mía y de ella.
Al igual que la mayoría de la casa todo estaba en su lugar, la gran cama donde había pasado mis días de suplicio incontrolable, un enorme baño, un gran ventanal que daba paso a un balcón mirando al bosque, un espejo se posaba frente a mí junto a un enorme ropero color caoba. Todo ahí estaba impregnado de ella, recordándomela constantemente.
Me mire en el espejo y me sorprendió tanto verme en él, mis cabellos estaban desacomodados, vestía la misma ropa desde quien sabe cuándo, mis ojos eran de un negro tan profundo y se reflejaba la tristeza que abatía mi ser completo de bajo de estos estaban unos moretones oscuros y enormes, eran las ojeras provocadas por la sed, esa sed que no significaba nada en comparación a mi dolor emociona.
Tome una cobija y la puse sobre el espejo, no deseaba ver aquella atroz imagen solo me deprimía mas. Me senté en medio dela cama y tome las misma postura que antes. No había nada a mi alrededor y si lo había no me percataba de ello.
Franco Louvier- VampiroVegetariano
- Cantidad de envíos : 287
Edad : 32
Fecha de inscripción : 12/04/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Después del fracaso en Forks, Max decidió que debíamos ir a otro lugar, me pareció perfecto, al parecer estar en casa le hacia mal a Franco, y por mas que lo intentaba, no lograba sacarlo del agujero donde se había sumergido.
Sobre todo en el transcurso a Lombardia en el avión parecía ausente, pocas veces se le oía respirar, simplemente no estaba, parecía un zombie, y me dolía verlo así.
Me resigne e intente evitarlo, en ocasiones cerraba mis ojos recargándome sobre el pecho de Roberto, imitando a un humano dormir, luego miraba los ojos de este intentando en algún momento hacer que mi don surgiera efecto, de esto pasábamos a los besos que parecían interminables hasta que llegaba a mi mente la imagen de Franco consumiéndose, entonces me despegaba de Roberto negando con la cabeza repitiendo una y otra ves - esto esta mal- , repetimos estas escenas varias ocasiones hasta que llegamos a la mansión de Max.
Por alguna razón creí que ahí Franco se sentiría mejor, pero fue el mismo resultado, lo vi desaparecer por las escaleras, seguramente hacia su antigua habitación.
Mire a Max, a quien seguía sin agradarle Franco, y después a Roberto quien comprendía lo mal que me sentía por Franco.
Lo abrace fuertemente y después corrí en la misma dirección que Franco lo había echo.
Abrí la puerta de la habitación de golpe, y me encontré con una imagen horrible, Franco estaba en medio de la habitación echo bolita, amarrando sus rodillas con sus brazos, como obligándose a no moverse.
Mire el resto de la habitación y encontré el enorme espejo de Any cubierto con una cobija, seguramente no quería ver lo que la ausencia de Any había causado en el exterior.
Me senté en la orilla de la cama y acaricie una de las manos que apretaban fuertemente sus piernas -no te hagas mas daño Franco, no sabes lo mucho que me duele verte así y saber que no puedo hacer nada para evitarlo, desapareció y la estamos buscando, pero debes poner de tu parte, - solté su mano y me acerque aun mas, quedando mis rodillas chocando con las de el, tome sus hombros y lo agite lentamente, intentando sacarlo de una pesadilla - vuelve por favor Franco, vuelve. dije esperando que si no reaccionaba, al menos escuchara lo que decía.
Sobre todo en el transcurso a Lombardia en el avión parecía ausente, pocas veces se le oía respirar, simplemente no estaba, parecía un zombie, y me dolía verlo así.
Me resigne e intente evitarlo, en ocasiones cerraba mis ojos recargándome sobre el pecho de Roberto, imitando a un humano dormir, luego miraba los ojos de este intentando en algún momento hacer que mi don surgiera efecto, de esto pasábamos a los besos que parecían interminables hasta que llegaba a mi mente la imagen de Franco consumiéndose, entonces me despegaba de Roberto negando con la cabeza repitiendo una y otra ves - esto esta mal- , repetimos estas escenas varias ocasiones hasta que llegamos a la mansión de Max.
Por alguna razón creí que ahí Franco se sentiría mejor, pero fue el mismo resultado, lo vi desaparecer por las escaleras, seguramente hacia su antigua habitación.
Mire a Max, a quien seguía sin agradarle Franco, y después a Roberto quien comprendía lo mal que me sentía por Franco.
Lo abrace fuertemente y después corrí en la misma dirección que Franco lo había echo.
Abrí la puerta de la habitación de golpe, y me encontré con una imagen horrible, Franco estaba en medio de la habitación echo bolita, amarrando sus rodillas con sus brazos, como obligándose a no moverse.
Mire el resto de la habitación y encontré el enorme espejo de Any cubierto con una cobija, seguramente no quería ver lo que la ausencia de Any había causado en el exterior.
Me senté en la orilla de la cama y acaricie una de las manos que apretaban fuertemente sus piernas -no te hagas mas daño Franco, no sabes lo mucho que me duele verte así y saber que no puedo hacer nada para evitarlo, desapareció y la estamos buscando, pero debes poner de tu parte, - solté su mano y me acerque aun mas, quedando mis rodillas chocando con las de el, tome sus hombros y lo agite lentamente, intentando sacarlo de una pesadilla - vuelve por favor Franco, vuelve. dije esperando que si no reaccionaba, al menos escuchara lo que decía.
Luna- VampiroVegetariano
- Cantidad de envíos : 639
Edad : 32
Fecha de inscripción : 05/01/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Las profundidades de una oscuridad terriblemente satisfactorias me arrastraban lentamente hacía el fondo de ellas, tratando de ahogar mi sufrimiento.
Sentía espacios vacíos en mi cuerpo y estos mismo me llenaba de agujeros donde el dolor se sentía más agudo.
Nadaba en un mar de dolor donde mi salva vidas estaba extraviado, me ahogaba lentamente, sin piedad de nadie para salvarme de eso, y nadie podía salvarme solo ese salvavidas.
Repentinamente sentí a algo o a alguien tocar mi mano con suavidad, lo ignore creyendo que era parte de mi delirio abominante. Luego sentí una gran sacudida acompañada de una voz lejana, muy lejana llamarme. Conocía la voz, era Luna, trate de enfocar la vista hacia donde estaba posada, pero el dolor había puesto en mis ojos una venda que no me dejaba ver más que a Anya.
Me tome unos segundos hasta que logre verla bien, su rostro mostraba dolor y preocupación. Solté un gemido y me deje caer sobre la cama, sentía la gran impotencia de no poder llorar, quería sacar todo ese sufrimiento y no encontraba la forma de hacerlo. -La necesito, estoy vacío sin ella. Quiero que este dolor pare, por favor, por favor... ¿Dónde está Max? ¿Porque no la está buscando? ¿Porque no está tan desesperado y lleno de dolor como yo?- Me queje con la voz llena de dolor.
Sentía espacios vacíos en mi cuerpo y estos mismo me llenaba de agujeros donde el dolor se sentía más agudo.
Nadaba en un mar de dolor donde mi salva vidas estaba extraviado, me ahogaba lentamente, sin piedad de nadie para salvarme de eso, y nadie podía salvarme solo ese salvavidas.
Repentinamente sentí a algo o a alguien tocar mi mano con suavidad, lo ignore creyendo que era parte de mi delirio abominante. Luego sentí una gran sacudida acompañada de una voz lejana, muy lejana llamarme. Conocía la voz, era Luna, trate de enfocar la vista hacia donde estaba posada, pero el dolor había puesto en mis ojos una venda que no me dejaba ver más que a Anya.
Me tome unos segundos hasta que logre verla bien, su rostro mostraba dolor y preocupación. Solté un gemido y me deje caer sobre la cama, sentía la gran impotencia de no poder llorar, quería sacar todo ese sufrimiento y no encontraba la forma de hacerlo. -La necesito, estoy vacío sin ella. Quiero que este dolor pare, por favor, por favor... ¿Dónde está Max? ¿Porque no la está buscando? ¿Porque no está tan desesperado y lleno de dolor como yo?- Me queje con la voz llena de dolor.
Franco Louvier- VampiroVegetariano
- Cantidad de envíos : 287
Edad : 32
Fecha de inscripción : 12/04/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Me sentía tan impotente, viéndolo todo roto ahogandose, con esa horrible imagen de muerto. Me deban ganas de darle un buena bofetada para ver si asi regresaba, pero ni eso podia, no podia hacerle el mas minimo daño.
Yo sabia lo que se sentia, estar completamente solo y vacio, con ganas de morir y desesperada al saber que eso era imposible.Me veia tan reflejada en el que me dolia mas. En su lugar me hubiese gustado que alguien me trajera de vuelta al mundo, pero el se negaba. Eso me desesperaba aun mas.
Sabia muy bien que no valía la pena decirle nada alentador, sabia muy bien que todo lo que le decía le entraba por un oído y le salia por el otro como acababa de ver.
Esto se volvía insoportable, quien se haya robado a Anya pagaría, no solo por haberla raptado, si no por estarme causando tanto mal. Y si se trataba de ese imbécil de Yael, seria aun mas fácil, era como una mariquita.
-Franco mírame- lo obligue mientras tomaba su rostro entre mis manos, intentando hacer que sus ojos perdidos me miraran - odio verte asi, Anya no gustaria de verte de ese modo, y Max ya esta poniendo lo mejor de el no como tu - dije con desprecio intentando que con eso reaccionara de algun modo- que estas aquí patéticamente haciéndote el sufrido. ¿Ya me canse de verte así sabes? Trato de ayudarte, de animarte un poco, o de al menos hacer que no te traumes tanto, pero te encanta hacerte el mártir, has lo que quieras contigo, yo ya no me esforzare, si quieres matarte hazlo, haya abajo hay una chimenea encendida. No se que harás cuando vuelva Anya, seguro seguirás en tu "dolor" y ni siquiera la podrás ver como haces ahora conmigo, o creerás que no es real. Que pena me das hermanito, no te creí así. Me dolía hablarle de ese modo tan áspero y frívolo, pero estaba cansada den o ver cambios en su actitud, me daba por vencida.
Me levante de la cama y fui directo a la puerta, la cual azote con fuerza al salir.
Al llegar a la estancia encontré a Roberto que intentaba apagar la gran chimenea, seguramente me había escuchado e intentaba evitar una gran perdida.
-Deja de hacer eso, no bajara, se ha vuelto un cobarde ensimismado, no puede vivir sin ella pero tampoco quiere quitarse la vida. Parece que le agrada verse en ese estado. Le dije en tono apagado a Roberto, mientras me encaminaba hacia la biblioteca de la mansión.
Yo sabia lo que se sentia, estar completamente solo y vacio, con ganas de morir y desesperada al saber que eso era imposible.Me veia tan reflejada en el que me dolia mas. En su lugar me hubiese gustado que alguien me trajera de vuelta al mundo, pero el se negaba. Eso me desesperaba aun mas.
Sabia muy bien que no valía la pena decirle nada alentador, sabia muy bien que todo lo que le decía le entraba por un oído y le salia por el otro como acababa de ver.
Esto se volvía insoportable, quien se haya robado a Anya pagaría, no solo por haberla raptado, si no por estarme causando tanto mal. Y si se trataba de ese imbécil de Yael, seria aun mas fácil, era como una mariquita.
-Franco mírame- lo obligue mientras tomaba su rostro entre mis manos, intentando hacer que sus ojos perdidos me miraran - odio verte asi, Anya no gustaria de verte de ese modo, y Max ya esta poniendo lo mejor de el no como tu - dije con desprecio intentando que con eso reaccionara de algun modo- que estas aquí patéticamente haciéndote el sufrido. ¿Ya me canse de verte así sabes? Trato de ayudarte, de animarte un poco, o de al menos hacer que no te traumes tanto, pero te encanta hacerte el mártir, has lo que quieras contigo, yo ya no me esforzare, si quieres matarte hazlo, haya abajo hay una chimenea encendida. No se que harás cuando vuelva Anya, seguro seguirás en tu "dolor" y ni siquiera la podrás ver como haces ahora conmigo, o creerás que no es real. Que pena me das hermanito, no te creí así. Me dolía hablarle de ese modo tan áspero y frívolo, pero estaba cansada den o ver cambios en su actitud, me daba por vencida.
Me levante de la cama y fui directo a la puerta, la cual azote con fuerza al salir.
Al llegar a la estancia encontré a Roberto que intentaba apagar la gran chimenea, seguramente me había escuchado e intentaba evitar una gran perdida.
-Deja de hacer eso, no bajara, se ha vuelto un cobarde ensimismado, no puede vivir sin ella pero tampoco quiere quitarse la vida. Parece que le agrada verse en ese estado. Le dije en tono apagado a Roberto, mientras me encaminaba hacia la biblioteca de la mansión.
Luna- VampiroVegetariano
- Cantidad de envíos : 639
Edad : 32
Fecha de inscripción : 05/01/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Las manos de Luna tomaron mi rostro y me obligo a verla, no reaccione ni hice el intento de nada, solo escucharla a medias.
Sus palabras llegaban con fuerza y luego se diluían en el aire, mi mente no retenía la mitad de lo que ella decía.
Una mueca de dolor atravesó mi rostro, el nombre de Anya me atravesaba por completo, me deshacía aún más. Suspire aliviado cuando termino su infinito regaño. Solo había escuchado las palabras "Anya", "Max" y "quitarse la vida", esa última me agradaba más que las otras dos.
Luna salió corriendo del lugar, enojada, dejándome ahí pudriéndome en sufrimiento y con la palabra suicidio en mi mente, haciéndose eco de sí misma.
Si no encontrábamos a Anya pensaría seriamente en el suicidio, mi vida no sería nada sin ella, de hecho ya no tenía vida. Ahora comprendía lo que sentía Sendra aquella vez que la encontramos en el rio tratando de quitarse la vida, y si ella hubiera hecho lo mismo que yo le hice seguramente la odiaría por no dejarme terminar con mi suplicio eterno.
Suspire y negué con la cabeza. No hacía nada más que pensar idioteces, pudrirme patéticamente en la cama, como la misma Luna lo había dicho. Me estaba volviendo un completo inútil incluso una carga para los demás. Por lo menos Max buscaba ayuda, por lo menos Roberto saldría a buscarla junto con luna y yo me quedaría a pudrirme ahí para siempre.
No lo permitiría, debía seguir con la esperanza a flote, la encontraría y todo regresaría a la normalidad, aquel que la haya raptado pagaría lo que me estaba haciendo muy caro, sabía que era Yaeel quien lo había hecho, gustoso le arrancaría al cabeza.
Me pare de la cama y me metí a bañar, una ducha rápida para quitarme el aspecto muerto que tenía, cambie mi atuendo y baje corriendo las escaleras.
-Aun no pagues el fuego, Roberto, todavía no quiero quitarme la vida.- Dije con una voz que apenas yo conocía. El hombre estaba tratando de apagar el fuego que me amenazaba e invitaba a ir hacia él, pero mi voluntad por encontrar a Anya era más fuerte.
Seguí mi carrera pasando a Luna que iba para la biblioteca, seguramente en busca de Max o de algo de entretenimiento. Yo iría directo con Max y aclararía los puntos, haría una relación buena, trataría de agradarle lo más que pudiera, debíamos estar unidos por ella. Llegue frente a su despacho y me detuve, las puertas estaban abiertas de par en par. Max yacía frente a su escritorio con un gran libro abierto frente de él. No lo pensé y pase sin pedir autorización de nadie. -Tenemos que hablar, Max.- Esa extraña voz volvió a salir de mi garganta.
Sus palabras llegaban con fuerza y luego se diluían en el aire, mi mente no retenía la mitad de lo que ella decía.
Una mueca de dolor atravesó mi rostro, el nombre de Anya me atravesaba por completo, me deshacía aún más. Suspire aliviado cuando termino su infinito regaño. Solo había escuchado las palabras "Anya", "Max" y "quitarse la vida", esa última me agradaba más que las otras dos.
Luna salió corriendo del lugar, enojada, dejándome ahí pudriéndome en sufrimiento y con la palabra suicidio en mi mente, haciéndose eco de sí misma.
Si no encontrábamos a Anya pensaría seriamente en el suicidio, mi vida no sería nada sin ella, de hecho ya no tenía vida. Ahora comprendía lo que sentía Sendra aquella vez que la encontramos en el rio tratando de quitarse la vida, y si ella hubiera hecho lo mismo que yo le hice seguramente la odiaría por no dejarme terminar con mi suplicio eterno.
Suspire y negué con la cabeza. No hacía nada más que pensar idioteces, pudrirme patéticamente en la cama, como la misma Luna lo había dicho. Me estaba volviendo un completo inútil incluso una carga para los demás. Por lo menos Max buscaba ayuda, por lo menos Roberto saldría a buscarla junto con luna y yo me quedaría a pudrirme ahí para siempre.
No lo permitiría, debía seguir con la esperanza a flote, la encontraría y todo regresaría a la normalidad, aquel que la haya raptado pagaría lo que me estaba haciendo muy caro, sabía que era Yaeel quien lo había hecho, gustoso le arrancaría al cabeza.
Me pare de la cama y me metí a bañar, una ducha rápida para quitarme el aspecto muerto que tenía, cambie mi atuendo y baje corriendo las escaleras.
-Aun no pagues el fuego, Roberto, todavía no quiero quitarme la vida.- Dije con una voz que apenas yo conocía. El hombre estaba tratando de apagar el fuego que me amenazaba e invitaba a ir hacia él, pero mi voluntad por encontrar a Anya era más fuerte.
Seguí mi carrera pasando a Luna que iba para la biblioteca, seguramente en busca de Max o de algo de entretenimiento. Yo iría directo con Max y aclararía los puntos, haría una relación buena, trataría de agradarle lo más que pudiera, debíamos estar unidos por ella. Llegue frente a su despacho y me detuve, las puertas estaban abiertas de par en par. Max yacía frente a su escritorio con un gran libro abierto frente de él. No lo pensé y pase sin pedir autorización de nadie. -Tenemos que hablar, Max.- Esa extraña voz volvió a salir de mi garganta.
Franco Louvier- VampiroVegetariano
- Cantidad de envíos : 287
Edad : 32
Fecha de inscripción : 12/04/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Tras nuestro intento fallido de encontrar a mi tesoro en Forks todo se tornó extraño. Toda esa semana me sentía lleno de dolor, esa mitad que tanto me pertenecía no estaba, la única mujer que existía en mi vida había desaparecido y no tenía ni una pista de ella. Solo diversos aromas juntándose, conocía la mayoría de ellos, el de Anya, Amelia, Paula y uno más, no llegaba el nombre a mi memoria pero ya nos habíamos encontrado en una ocasión, el ultimo ignoraba de quien fuese.
Franco se había vuelto inútil, algo con lo que debíamos cargar solo porque Luna lo apreciaba lo bastante como para pasar de su hijo y Roberto le estimaba como un gran amigo, a mí me seguía desagradando.
Después de llegar a la conclusión de que había sacado a Anya del pueblo él se volvió un completo zombie, no cazaba y sus ojos estaban negros como el carbón, no se movía ni siquiera se arrastraba, no daba señales de vida, por mí lo podíamos dejar pudrirse en Forks, pero esa pequeña conciencia mía llamada Luna me lo impedía.
El vuelo a Lombardía fue lento a causa de la preocupación que cargaba y la tristeza se respiraba en el jett. Franco estaba en su mundo tan lejano, Luna y Roberto se sentían mal por ella y yo no tenía otra cosa en la mente que dar con el desgraciado que había robado a mi niña.
Varias ideas venían a mí, varios nombres de personas a las que no les agradaban, a las que yo les había arrebatado algo en el pasado y que deseaban venganza. Pero dos nombres resaltaba de entre la lista: Amelia y Yaeel.
El olor de Amelia estaba en el lugar y seguramente su hermano estaba cerca, no sabía que era más grande, si la obsesión de él o el odio de ella, ambos eran posibles sospechosos.
En cuento llegamos a la mansión el niño subió con gran pesadez las escaleras y se perdió en las habitaciones, Luna lo siguió y yo me dirigí a mi despacho a seguir con la búsqueda.
Escuchaba la voz de Luna hablar y hablar, pero no lograba prestar la atención adecuada para saber lo que decía, luego su voz se acercó más. Claro que está tratando de sacar a Franco de su estado de coma, pero era imposible. Yo mejor que nadie sabía lo que el sentía, hacía años yo había perdido al gran amor de mi vida y aun lo recordaba como si fuera ayer, ahora él estaba en mi lugar, viviendo en carne propia lo que yo había vivido. Lo peor de todo era que la culpa me comía vivo, Anya era mi hija, la razón de mi existencia, esa parte que me recordaba que aun había algo humano en mí, algo por lo que vivir y no descansaría hasta verla con bien.
Pasaron unos segundos y un olor familiar se hayo con más fuerza, lo ignore por completo como ya era costumbre, esperando a que se largara a joder a otro a otro lado. Creí que se había ido hasta que escuche su vos llena de dolor exigir una charla. Alce los ojos y lo vi distinto en algo, su cabello estaba mojado y su ropa era diferente, pero sus ojos tenían el mismo color; el dolor se reflejaba en aquellos ojos y en aquel rostro. Suspire y solté el libro lleno de números y nombres de conocidos, le preste atención al niño que estaba frente de mí.
-¿Qué es lo que debemos hablar? ¿De tu estupidez? ¿De tu inutilidad? ¿De patético intento de vivir? ¿Qué es lo que debemos hablar, Franco?- Dije en la voz más amarga que salió de mi ser. Lo odiaba porque ni siquiera se esforzaba por vivir.
Franco se había vuelto inútil, algo con lo que debíamos cargar solo porque Luna lo apreciaba lo bastante como para pasar de su hijo y Roberto le estimaba como un gran amigo, a mí me seguía desagradando.
Después de llegar a la conclusión de que había sacado a Anya del pueblo él se volvió un completo zombie, no cazaba y sus ojos estaban negros como el carbón, no se movía ni siquiera se arrastraba, no daba señales de vida, por mí lo podíamos dejar pudrirse en Forks, pero esa pequeña conciencia mía llamada Luna me lo impedía.
El vuelo a Lombardía fue lento a causa de la preocupación que cargaba y la tristeza se respiraba en el jett. Franco estaba en su mundo tan lejano, Luna y Roberto se sentían mal por ella y yo no tenía otra cosa en la mente que dar con el desgraciado que había robado a mi niña.
Varias ideas venían a mí, varios nombres de personas a las que no les agradaban, a las que yo les había arrebatado algo en el pasado y que deseaban venganza. Pero dos nombres resaltaba de entre la lista: Amelia y Yaeel.
El olor de Amelia estaba en el lugar y seguramente su hermano estaba cerca, no sabía que era más grande, si la obsesión de él o el odio de ella, ambos eran posibles sospechosos.
En cuento llegamos a la mansión el niño subió con gran pesadez las escaleras y se perdió en las habitaciones, Luna lo siguió y yo me dirigí a mi despacho a seguir con la búsqueda.
Escuchaba la voz de Luna hablar y hablar, pero no lograba prestar la atención adecuada para saber lo que decía, luego su voz se acercó más. Claro que está tratando de sacar a Franco de su estado de coma, pero era imposible. Yo mejor que nadie sabía lo que el sentía, hacía años yo había perdido al gran amor de mi vida y aun lo recordaba como si fuera ayer, ahora él estaba en mi lugar, viviendo en carne propia lo que yo había vivido. Lo peor de todo era que la culpa me comía vivo, Anya era mi hija, la razón de mi existencia, esa parte que me recordaba que aun había algo humano en mí, algo por lo que vivir y no descansaría hasta verla con bien.
Pasaron unos segundos y un olor familiar se hayo con más fuerza, lo ignore por completo como ya era costumbre, esperando a que se largara a joder a otro a otro lado. Creí que se había ido hasta que escuche su vos llena de dolor exigir una charla. Alce los ojos y lo vi distinto en algo, su cabello estaba mojado y su ropa era diferente, pero sus ojos tenían el mismo color; el dolor se reflejaba en aquellos ojos y en aquel rostro. Suspire y solté el libro lleno de números y nombres de conocidos, le preste atención al niño que estaba frente de mí.
-¿Qué es lo que debemos hablar? ¿De tu estupidez? ¿De tu inutilidad? ¿De patético intento de vivir? ¿Qué es lo que debemos hablar, Franco?- Dije en la voz más amarga que salió de mi ser. Lo odiaba porque ni siquiera se esforzaba por vivir.
Max- Vampiro Carnivoro
- Cantidad de envíos : 42
Edad : 28
Fecha de inscripción : 12/09/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Camine hasta posarme justo frente de Max, que me ignoro como era su costumbre. Estaba entretenido en su lectura de números y nombres, todos ellos conocidos de Max, cuando escucho mi voz se sobre salto pero luego volvió a calmarse.
Suspiro lleno de desesperación y alzo la vista muy a su pesar, dejando el libro a un lado.
Desde que tengo memoria nunca habíamos cruzado palabra, ni tenido una charla frente a frente, ni siquiera recuerdo si me había llamado pro mi nombre, pero ahora que tenía su atención y la oportunidad de hablar con él al alcanza de mi mano no la dejaría pasar.
Sus preguntas eran acertadas y no esperaba más, estas preguntas salieron de su boca con desprecio y amargura, como si escupiera acido al mencionarlas.
Cerré los ojos y negué con la cabeza. Era cierto todo lo que él me decía, ya era patético, inútil y no intentaba vivir como él lo hacía, pero eso no le daba el derecho de tratarme de aquella forma tan insensible e injustificada.
No sabía por qué le desagradaba tanto a aquel vampiro, si era el hecho de estar con Anya o simplemente porque antes había sido un humano, pero ahora ambos buscábamos a Anya y eso nos unía, aunque le pesara.
-No, Max, sabes que tenemos que discutir. No tengo ni la más remota idea del por qué me odias tanto, no te he hecho nada en lo absoluto. Nunca te he ofendido, no te he tratado más ni nada por el estilo, solo sé que me odias y está bien si así lo quieres. Pero ese odio no es bueno ahora, no nos lleva a ningún lado y lo sabes bien.-Me detuve y lo mire con insistencia y tome asiento frente de él.- Ahora que ella está desaparecida tu y yo debemos estar unidos para encontrarla, somos lo que más ama y nosotros la amamos, tal vez no de igual forma pero ese es el punto que tenemos en común. Y solo por ella y por esta vez hay que tratar de convivir juntos, de buscarla juntos, si cada quien busca por su lado nunca la encontraremos y solo daremos vueltas a lo tonto sin llegar a encontrarla verdaderamente. ¿Comprendes? Después de que la encontremos, si quieres, todo puede volver a la normalidad, tú me odiaras y yo solo seré yo.- Finalice y estire mi mano para sellar aquel pacto que sería de gran ayuda, por lo menos a corto plazo.
Suspiro lleno de desesperación y alzo la vista muy a su pesar, dejando el libro a un lado.
Desde que tengo memoria nunca habíamos cruzado palabra, ni tenido una charla frente a frente, ni siquiera recuerdo si me había llamado pro mi nombre, pero ahora que tenía su atención y la oportunidad de hablar con él al alcanza de mi mano no la dejaría pasar.
Sus preguntas eran acertadas y no esperaba más, estas preguntas salieron de su boca con desprecio y amargura, como si escupiera acido al mencionarlas.
Cerré los ojos y negué con la cabeza. Era cierto todo lo que él me decía, ya era patético, inútil y no intentaba vivir como él lo hacía, pero eso no le daba el derecho de tratarme de aquella forma tan insensible e injustificada.
No sabía por qué le desagradaba tanto a aquel vampiro, si era el hecho de estar con Anya o simplemente porque antes había sido un humano, pero ahora ambos buscábamos a Anya y eso nos unía, aunque le pesara.
-No, Max, sabes que tenemos que discutir. No tengo ni la más remota idea del por qué me odias tanto, no te he hecho nada en lo absoluto. Nunca te he ofendido, no te he tratado más ni nada por el estilo, solo sé que me odias y está bien si así lo quieres. Pero ese odio no es bueno ahora, no nos lleva a ningún lado y lo sabes bien.-Me detuve y lo mire con insistencia y tome asiento frente de él.- Ahora que ella está desaparecida tu y yo debemos estar unidos para encontrarla, somos lo que más ama y nosotros la amamos, tal vez no de igual forma pero ese es el punto que tenemos en común. Y solo por ella y por esta vez hay que tratar de convivir juntos, de buscarla juntos, si cada quien busca por su lado nunca la encontraremos y solo daremos vueltas a lo tonto sin llegar a encontrarla verdaderamente. ¿Comprendes? Después de que la encontremos, si quieres, todo puede volver a la normalidad, tú me odiaras y yo solo seré yo.- Finalice y estire mi mano para sellar aquel pacto que sería de gran ayuda, por lo menos a corto plazo.
Franco Louvier- VampiroVegetariano
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Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Volví a suspirar con enfado y puse los ojos en blanco. Era la primera vez que el chico se dirigía directamente a mí, sin rodeos ni más.
Sus palabras llenas de sinceridad me causaron una furia y me conmovieron al mismo tiempo. Después de todo no había perdido la cordura como yo creía, aún seguía en este plano, consciente de lo malo y lo bueno.
Escuche atento a cada palabra, sopesándola por completo.
No lo odiaba, simplemente sentía aversión por quitarme a mi pequeña niña, aversión por que no hacia anda por seguir adelante. Yo en su lugar hubiera agradecido todo el apoyo que le brindaban, pero yo no había tenido el apoyo que el poseía, apoyo que el derrochaba sin hacer caso alguno.
Y por otro lado era cierto, necesitábamos estar unidos para encontrar a Anya, sino solo daríamos vueltas a lo idiota y nunca la encontraríamos.
Suspire y me pare de la silla golpeando con ambas manos el escritorio, amenazándolo con la mirada. -No te odio, Franco, siento ganas de arrancarte la cabeza por dos razones simples. La primera es que me tratas de arrebatar a mi pequeña, esos son celos de padre. Y la segunda y más razonables es porque no dejas que te ayuden, si yo estuviera en tu lugar lo agradecería y lo demostraría viviendo, buscando, no quedándome en la cama desmoronándome lentamente, solo tu eliges.-Lleve mis manos a las cienes y las sobe un rato hasta que me tranquilice.- En cuanto a lo otro tienes razón, debemos unirnos, pero tú debes poner de tu parte.- Estreche su mano, un apretón rápido.- Si vuelves a caer te garantizo que yo me encargare de acabar con tu vida
Sus palabras llenas de sinceridad me causaron una furia y me conmovieron al mismo tiempo. Después de todo no había perdido la cordura como yo creía, aún seguía en este plano, consciente de lo malo y lo bueno.
Escuche atento a cada palabra, sopesándola por completo.
No lo odiaba, simplemente sentía aversión por quitarme a mi pequeña niña, aversión por que no hacia anda por seguir adelante. Yo en su lugar hubiera agradecido todo el apoyo que le brindaban, pero yo no había tenido el apoyo que el poseía, apoyo que el derrochaba sin hacer caso alguno.
Y por otro lado era cierto, necesitábamos estar unidos para encontrar a Anya, sino solo daríamos vueltas a lo idiota y nunca la encontraríamos.
Suspire y me pare de la silla golpeando con ambas manos el escritorio, amenazándolo con la mirada. -No te odio, Franco, siento ganas de arrancarte la cabeza por dos razones simples. La primera es que me tratas de arrebatar a mi pequeña, esos son celos de padre. Y la segunda y más razonables es porque no dejas que te ayuden, si yo estuviera en tu lugar lo agradecería y lo demostraría viviendo, buscando, no quedándome en la cama desmoronándome lentamente, solo tu eliges.-Lleve mis manos a las cienes y las sobe un rato hasta que me tranquilice.- En cuanto a lo otro tienes razón, debemos unirnos, pero tú debes poner de tu parte.- Estreche su mano, un apretón rápido.- Si vuelves a caer te garantizo que yo me encargare de acabar con tu vida
Max- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 12/09/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Seguí caminando, el pasillo hacia la biblioteca parecía infinito, de pronto escuche la voz de Franco, no quise volver la mirada, no quería verlo en un buen rato, claro, hasta que paso junto a mi con paso apresurado.
No quería hacerme luciones, me había dado por vencida, desde este momento el debía arreglárselas solo, ya no contaba conmigo, eso no era mi hermano, era un imbécil patético sin esperanzas.
Llego con Max, y cruzaron un par de palabras hasta que yo llegue y me pare unos metros detrás para no interrumpir pero escuchar perfecto.
Mi padre siempre había sido así, duro y frió, ponía todo muy claro, quien mas había aprendido eso de el fue Sendra, seguro que por eso se llevaban tan mal.
¿Con que un pacto? era tonto, jamas creí ver a Max haciendo un pacto como ese, pero bueno, era su hija así que estaba mas que claro que por ella haría lo que fuera.
- Por favor, que eso ultimo que dijiste se cumpla Max, te lo agradecería mucho, no soporto ver a esto - dije señalando a Franco - haciéndose el mártir.
Di vuelta y me fui directo hacia un estante que recordaba a la perfección, ahí había acomodado mis libros favoritos. Al parecer ahí seguían en el mismo orden. Ordenados por autor.
Ya que también en la biblioteca había una gran chimenea me acerque a prenderla, después mire a Franco - seguro que no quieres terminar con todo este show de una buena ves? - le ofrecí señalando la chimenea que rápidamente aumentaba el calor que despedía.
No quería hacerme luciones, me había dado por vencida, desde este momento el debía arreglárselas solo, ya no contaba conmigo, eso no era mi hermano, era un imbécil patético sin esperanzas.
Llego con Max, y cruzaron un par de palabras hasta que yo llegue y me pare unos metros detrás para no interrumpir pero escuchar perfecto.
Mi padre siempre había sido así, duro y frió, ponía todo muy claro, quien mas había aprendido eso de el fue Sendra, seguro que por eso se llevaban tan mal.
¿Con que un pacto? era tonto, jamas creí ver a Max haciendo un pacto como ese, pero bueno, era su hija así que estaba mas que claro que por ella haría lo que fuera.
- Por favor, que eso ultimo que dijiste se cumpla Max, te lo agradecería mucho, no soporto ver a esto - dije señalando a Franco - haciéndose el mártir.
Di vuelta y me fui directo hacia un estante que recordaba a la perfección, ahí había acomodado mis libros favoritos. Al parecer ahí seguían en el mismo orden. Ordenados por autor.
Ya que también en la biblioteca había una gran chimenea me acerque a prenderla, después mire a Franco - seguro que no quieres terminar con todo este show de una buena ves? - le ofrecí señalando la chimenea que rápidamente aumentaba el calor que despedía.
Luna- VampiroVegetariano
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Fecha de inscripción : 05/01/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Una sonrisa de confort recorrió mi semblante con una brevedad de segundos, asentí a lo que decía. No me volvería a dejar caer, no hasta encontrar a Anya y tráela sana y salva.
Antes debía ir a cazar, aquella sed que no significaba ni una molestia en comparación con el dolor de la perdida, ahora me quemaba con la intensidad del mismo sol, como si tuviese fuego en la garganta. Quien sabe cuánto tiempo llevaba sin alimentarme.
Me pare de mi asiento decidido a salir y cazar algo, le pediría a Luna que me acompañara, pero luego desistí a ver su actitud tan amarga hacía mí.
Llego con desplantes hechos por doquier, como si estuviéramos en un drama total. Moví la cabeza y puse los ojos en blanco mientras bufaba, estaba claro que yo cometía errores, era algo normal, pero ella debía de comprender el dolor que me causaba la partida de Anya. Tal vez no sabía lo que sentía y por eso decía lo que estaba soltando.
-Soy un vampiro no un santo, Luna.-Dije en el tono apagado y lleno de amargura, algo insólito en mí. Mi humor no era bueno con nadie.-Y si quisiera acabar con todo este "show", como tú dices, lo hubiera hecho desde hace algún tiempo. Y creo que lo que más necesito es tu apoyo, no que me des la espalda. Como sea me largo.-Exclame y salí por la puerta trasera.
No la necesitaba a ella, no era de vital importancia como lo era Anya.
Antes debía ir a cazar, aquella sed que no significaba ni una molestia en comparación con el dolor de la perdida, ahora me quemaba con la intensidad del mismo sol, como si tuviese fuego en la garganta. Quien sabe cuánto tiempo llevaba sin alimentarme.
Me pare de mi asiento decidido a salir y cazar algo, le pediría a Luna que me acompañara, pero luego desistí a ver su actitud tan amarga hacía mí.
Llego con desplantes hechos por doquier, como si estuviéramos en un drama total. Moví la cabeza y puse los ojos en blanco mientras bufaba, estaba claro que yo cometía errores, era algo normal, pero ella debía de comprender el dolor que me causaba la partida de Anya. Tal vez no sabía lo que sentía y por eso decía lo que estaba soltando.
-Soy un vampiro no un santo, Luna.-Dije en el tono apagado y lleno de amargura, algo insólito en mí. Mi humor no era bueno con nadie.-Y si quisiera acabar con todo este "show", como tú dices, lo hubiera hecho desde hace algún tiempo. Y creo que lo que más necesito es tu apoyo, no que me des la espalda. Como sea me largo.-Exclame y salí por la puerta trasera.
No la necesitaba a ella, no era de vital importancia como lo era Anya.
Franco Louvier- VampiroVegetariano
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Fecha de inscripción : 12/04/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Esperaba que mi voz estricta hiciera eco en la cabeza de Franco y lo pusiera de una buena vez en sus cabales, acepte el pacto por qué era lo que más nos convenía a los dos.
Mi vista se desvió por encima de la silla donde estaba cómodamente sentado Franco, y vi a Luna escuchar nuestra breve charla. Se le veía enojada y desilusionada.
Después de que terminare de hablar se acercó a su viejo estante a ver sus libros que estaban perfectamente acomodados, tal como ella los había dejado. Sus palabras rompieron el poco silencio que reino después de que terminara de hablar. Lo que yo prometía siempre lo cumplía, pero esta vez no podía cumplirlo de todo, esa amenaza solamente sería la primera y única que no cumpliría por amor a mi hija.
Su forma grosera irrito al Franquito que le respondió de la misma forma. Lo que decía en parte era cierto, pero ella mejor que nadie debía saber por lo que el pasaba, inclusive yo lo comprendía.
Dichas sus palabras el vampiro se paró y se fue a cazar algún animal cercano sin la compañía de nadie.
Me deje caer en la silla sofisticada de cuero negro en la que antes había estado y hable con voz serena a Luna:
-Sabes que él, en parte, tiene la razón. No deberías tratarlo de esa forma, Luna, tu y yo sabemos mejor que nadie lo que se siente estar así.-Abrí mi viejo libro para disponer a seguir buscando el nombre de un vampiro en especial.- Y me sorprende, más que nada, que le trates así. Yo no te creía de esa forma, ni tampoco te trate así cuando te encontré. Por lo contrario, te trate con paciencia y te apoye... Más bien, las apoye.- Dije concentrándome en mi búsqueda.
Mi vista se desvió por encima de la silla donde estaba cómodamente sentado Franco, y vi a Luna escuchar nuestra breve charla. Se le veía enojada y desilusionada.
Después de que terminare de hablar se acercó a su viejo estante a ver sus libros que estaban perfectamente acomodados, tal como ella los había dejado. Sus palabras rompieron el poco silencio que reino después de que terminara de hablar. Lo que yo prometía siempre lo cumplía, pero esta vez no podía cumplirlo de todo, esa amenaza solamente sería la primera y única que no cumpliría por amor a mi hija.
Su forma grosera irrito al Franquito que le respondió de la misma forma. Lo que decía en parte era cierto, pero ella mejor que nadie debía saber por lo que el pasaba, inclusive yo lo comprendía.
Dichas sus palabras el vampiro se paró y se fue a cazar algún animal cercano sin la compañía de nadie.
Me deje caer en la silla sofisticada de cuero negro en la que antes había estado y hable con voz serena a Luna:
-Sabes que él, en parte, tiene la razón. No deberías tratarlo de esa forma, Luna, tu y yo sabemos mejor que nadie lo que se siente estar así.-Abrí mi viejo libro para disponer a seguir buscando el nombre de un vampiro en especial.- Y me sorprende, más que nada, que le trates así. Yo no te creía de esa forma, ni tampoco te trate así cuando te encontré. Por lo contrario, te trate con paciencia y te apoye... Más bien, las apoye.- Dije concentrándome en mi búsqueda.
Max- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 12/09/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Inhale profundamente, tenían razón, me estaba comportando como una perfecta idiota, mi desesperación me había llevado a volverme esto, algo que yo no quería, y quitarle mi apoyo incondicional a Franco, que ahora lo necesitaba mas que nunca.
Y ademas de volverme así, también me había nacido la duda y la humildad se había ido, quería ir detrás de el y disculparme pero algo me seguía sujetando fuertemente al sillón.
Repase una ves mas las palabras de Max en mi cabeza, tenia razón, como buen vampiro anciano que era, siempre debía escucharle, era verdaderamente sabio.
Saque ese aire que tenia contenido y me pare rápidamente, fui directo al escritorio de Max, quien ya no me prestaba la mas mínima atención, lo mire un instante, inconscientemente cumplía a la perfección su papel de padre, incluso conmigo.
Lo amaba, siempre lo había echo, como un niño ama a su padre, nunca había dejado de hacerlo. Aun recordaba sus regaños y sus constantes bromas cuando nos mostraba a adaptarnos a esta nueva forma de vida. Le debía mucho.
-Gracias Max, gracias por todo- dije colocando mi mano derecha sobre su mano izquierda que sostenía aquel libro.
No espere a que me mirara o algo por el estilo. Simplemente salí corriendo tras Franco, al que encontré apenas saliendo por la puerta principal.
Salte hacia el, que apenas se balanceo un poco, luego lo abrace fuertemente.
Después de unos segundos y de respirar profundamente en repetidas ocasiones me decidí, tome valor y decidí disculparme.
-¿Quieres perdonarme hermanito?- dije mirando sus ojos con completo aire de suplica - se que no lo merezco, que podrías pagarme con la misma moneda, ignorándome, o lo que quieras, lo siento, me frustre de verte así y no poder hacer nada, estoy mal acostumbrada a que casi todos hacen lo que yo digo. ¿Pero todos necesitamos una segunda oportunidad no crees?
Y ademas de volverme así, también me había nacido la duda y la humildad se había ido, quería ir detrás de el y disculparme pero algo me seguía sujetando fuertemente al sillón.
Repase una ves mas las palabras de Max en mi cabeza, tenia razón, como buen vampiro anciano que era, siempre debía escucharle, era verdaderamente sabio.
Saque ese aire que tenia contenido y me pare rápidamente, fui directo al escritorio de Max, quien ya no me prestaba la mas mínima atención, lo mire un instante, inconscientemente cumplía a la perfección su papel de padre, incluso conmigo.
Lo amaba, siempre lo había echo, como un niño ama a su padre, nunca había dejado de hacerlo. Aun recordaba sus regaños y sus constantes bromas cuando nos mostraba a adaptarnos a esta nueva forma de vida. Le debía mucho.
-Gracias Max, gracias por todo- dije colocando mi mano derecha sobre su mano izquierda que sostenía aquel libro.
No espere a que me mirara o algo por el estilo. Simplemente salí corriendo tras Franco, al que encontré apenas saliendo por la puerta principal.
Salte hacia el, que apenas se balanceo un poco, luego lo abrace fuertemente.
Después de unos segundos y de respirar profundamente en repetidas ocasiones me decidí, tome valor y decidí disculparme.
-¿Quieres perdonarme hermanito?- dije mirando sus ojos con completo aire de suplica - se que no lo merezco, que podrías pagarme con la misma moneda, ignorándome, o lo que quieras, lo siento, me frustre de verte así y no poder hacer nada, estoy mal acostumbrada a que casi todos hacen lo que yo digo. ¿Pero todos necesitamos una segunda oportunidad no crees?
Luna- VampiroVegetariano
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Fecha de inscripción : 05/01/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Terminadas mis palabras deje que Luna sopesara aquellas palabras mías dichas, más como un consejo que como un regaño. Continúe con la búsqueda de aquel vampiro a quien yo llamaba mano derecha, aquel que me era incondicional y que me apoyaba cuando más lo necesitaba y justamente ahora lo necesitaba.
Mientras tanto Luna se mantenía en su sofá viendo la llama intensa de la chimenea, aun sopesaba que hacer. Ir o no ir tras Franco.
Los segundos pasaron fugaces, casi inexistentes hasta que Luna decidió ir tras el vampiro.
Asentí conforme a lo que ella hacía, nunca le quedaría aquel saco que intentaba ponerse, aquel saco de orgullo ya que siempre terminaba cediendo. Almas puramente buenas como lo era ella casi no existían en este mundo, comenzaban a desaparecer.
Mientras tanto Luna se mantenía en su sofá viendo la llama intensa de la chimenea, aun sopesaba que hacer. Ir o no ir tras Franco.
Los segundos pasaron fugaces, casi inexistentes hasta que Luna decidió ir tras el vampiro.
Asentí conforme a lo que ella hacía, nunca le quedaría aquel saco que intentaba ponerse, aquel saco de orgullo ya que siempre terminaba cediendo. Almas puramente buenas como lo era ella casi no existían en este mundo, comenzaban a desaparecer.
Max- Vampiro Carnivoro
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Edad : 28
Fecha de inscripción : 12/09/2010
Re: Cruda realidad (Luna, Max, Roberto, libre. Medio día)
Salí de la oficina de Max y camine a pasos tranquilos para salir por la puerta principal, pasando por el pasillo repleto de oleos que suponía el pintaba o compraba.
Me detuve a ver cada cuadro como si tuviera todo el tiempo del mundo para hacer esa fechoría, pero era aquel cuadro quien me retenía ahí anonadado por su exactitud y belleza.
Era grande y sinuoso, su marco merecía estar hecho con delicadeza, como si un escultor griego lo hubiese tallado para sostener aquel oleo de igual belleza. El óleo representaba a la mujer que yo tanto amaba, tan perfecta, cada detalle encajaba en su rostro, aquellos enormes ojos verdes con una chispa de brillo en ellos, su palidez con un destello rosado en sus mejillas, una sonrisa dulce, con sus cabellos color caramelo cayendo en ondas perfectamente peinadas. Era como si la tuviera frente a mí, lo creería si estuviera más desesperadamente loco y si hablara, pero aquello solamente era un cuadro que me empujaba a ir tras de ella.
Estaba totalmente abstraído en mi admiración por el bello cuadro, no escuchaba más que ruidos que se estampaban en mis oídos y no llegaba escucharlos verdaderamente.
Reanude mi caminata tranquila hacía la salida pasando por la estancia que antes pasara sin observarla realmente, el hogar no tenía fuego, recién había sido apagado por Roberto y este ya no estaba presente. Continúe hasta abrir la puerta cuando escuche unos pasos suaves dirigirse a mí, sabía quién era aquella personita que se acercaba a mí, en un tris se abalanzo sobre de mi haciendo que balanceara un poco, y sus brazos se amarraron fuertemente a mi cintura, escondiendo su rostro.
Suspire y mire hacía el bosque, no quería más discusiones por ese día, no me agradaba estar hambriento, desalineado y de mal humor, añadiéndole el poco apoyo que me brindaba mi hermana.
Después de segundos eternos tomo el valor suficiente para soltar lo que tuviera que decir.
Mire hacia abajo con la frialdad reflejada en mis ojos y la súplica reflejada en los de ella y, como quien no quiere la cosa, caí ante sus suplicas. Me era imposible estar enojado con ella que era como una hermana.... Era la sustituta de mi hermana.
Sonreí un poco y despeine su cabello.-Lo se Luna, te has comportado como una tonta, pero yo también. Te prometo que no me volverás a ver así, voy a buscarla y a encontrarla.- Musite con calma.
Me detuve a ver cada cuadro como si tuviera todo el tiempo del mundo para hacer esa fechoría, pero era aquel cuadro quien me retenía ahí anonadado por su exactitud y belleza.
Era grande y sinuoso, su marco merecía estar hecho con delicadeza, como si un escultor griego lo hubiese tallado para sostener aquel oleo de igual belleza. El óleo representaba a la mujer que yo tanto amaba, tan perfecta, cada detalle encajaba en su rostro, aquellos enormes ojos verdes con una chispa de brillo en ellos, su palidez con un destello rosado en sus mejillas, una sonrisa dulce, con sus cabellos color caramelo cayendo en ondas perfectamente peinadas. Era como si la tuviera frente a mí, lo creería si estuviera más desesperadamente loco y si hablara, pero aquello solamente era un cuadro que me empujaba a ir tras de ella.
Estaba totalmente abstraído en mi admiración por el bello cuadro, no escuchaba más que ruidos que se estampaban en mis oídos y no llegaba escucharlos verdaderamente.
Reanude mi caminata tranquila hacía la salida pasando por la estancia que antes pasara sin observarla realmente, el hogar no tenía fuego, recién había sido apagado por Roberto y este ya no estaba presente. Continúe hasta abrir la puerta cuando escuche unos pasos suaves dirigirse a mí, sabía quién era aquella personita que se acercaba a mí, en un tris se abalanzo sobre de mi haciendo que balanceara un poco, y sus brazos se amarraron fuertemente a mi cintura, escondiendo su rostro.
Suspire y mire hacía el bosque, no quería más discusiones por ese día, no me agradaba estar hambriento, desalineado y de mal humor, añadiéndole el poco apoyo que me brindaba mi hermana.
Después de segundos eternos tomo el valor suficiente para soltar lo que tuviera que decir.
Mire hacia abajo con la frialdad reflejada en mis ojos y la súplica reflejada en los de ella y, como quien no quiere la cosa, caí ante sus suplicas. Me era imposible estar enojado con ella que era como una hermana.... Era la sustituta de mi hermana.
Sonreí un poco y despeine su cabello.-Lo se Luna, te has comportado como una tonta, pero yo también. Te prometo que no me volverás a ver así, voy a buscarla y a encontrarla.- Musite con calma.
Franco Louvier- VampiroVegetariano
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