Destino (anya, libre, mañana)

Cuando la monotonia comienza a hacerte su presa, sabes que todo se tornara aburrido y tedioso. El destino tiene tendido un sin fin de trampas que solo estan a la espera de su presa, acechando ara ahce la vida mas complicada, para mí buena suerte yo era una de esas trampas.
Caminaba sin rumbo fijo por el mar verde de árboles rodenadome. Nunca había permanecido tanto tiempo en un solo lugar, normalmente andaba de un lado a otro, y ahora el ya tan conocido bosque de Forks se tornaba exquisitamente aburrido. conocía de memoria cada olor que interferia en mi camino, todos estos aromas eran de vampiros, cuya presencía ya conocía. O bien de excursionistas que rondaban por ahí, lo cierto es que predominaban los olores de vampiros. Olores tan antaños que comenzaban a desaparecer.
Sabía perfectamente donde terminaba el territorio donde rondaban los de mi especie, y otras alternas, y donde comenzaba el fatidico y nauseabundo territorio de los poco inteligentes licantropos, estaba rotundamente claro que era prohibido traspasar esa línea trazada en a imaginación.
Mire al cielo, sin encontrarlo realmente ya que las hojas de los arboles me impedian ver mas alla. Frunci el ceño, debía suponer que en el cielo color celeste no existia ningun sol que brillara, dandole un punto menos a este pueblo y a este bosque que parecian muertos, debia imaginar que en vez de sol existia un sin fin de nubes de diferebntes formas, en el ambiente no se sentia cerca la lluvia, quizas mas tarde caeria una llovisna.
Suspire con tedio ¡Que aburrido se tornaba este isulso lugar!
Cerre los ojos y un leve soplo de viento acaricio mi perfecto y marmoneo rostro, jugueteando y alborotando mis cabellos negros como la noche, al tiempo en que traia hasta mi nariz un nuevo aroma.
Era el olor de sangre fresca, pereneciente a algun animal. Abrí los ojos y sonreí con cierta malicia. Supe, desde el principio, que un vampiro vegetariano anaba cerca, debia ser algun cullen, esperaba fuera Rosalie, o Renesmee, lo deseaba fervientemente. O bien, podia ser algun otro como Luna y sus amigos. No lo sabia, y la idea de averiguar quien era se volvia tentadora, inclusie deliciosa.
Camine, imprimiendole velocidad a misma pasos, volviendolos zancadas veloces. A los pocos metros me detuve de golpe, cuando la brisa volvia a brindarme aromas. Seguia el aberrante olor a sangre animal, lo acompañaba un nuevo aroma, mas dulzon, pero no era humano. Agudice el oido y escuche, claramente, el andar apresurado de un corazon, y la respiracion acompasada de ese ser. Sin duda no era humano, pero tampoco era un asqueroso perro, debía ser un hibrido...
A la unica hibrida que conocia era Nessie, pero no me cabia duda que aquel hibrido no era Nessie, el aroma no correspondia a la persona, asi de simple.
Me quede parado por unos breves y fugaces segundos, con esas ideas pasando a una velocidad descomunal. ahora no sabia que demonios debia hacer. al final la curiosidad vencio. -Al diablo, vere quien es- pense.
Me encogi de hombros y camine con desenfado total hasta el pequeño sendero que se abria paso frente a mi, este mismo me llevo a un pequeño prado en forma de circulo, que tenia como ornato a una pequeña.

Me desperte antes de lo usual. Me removi en mi cama en busca de Franco, quien se encontraba a mi lado mirandome con aquel par de hermosos ojos dorados xcomo el oro, un oro que se volvia liquido como la miel. Nuestras miradas se entrelazaron y una sonrisa se dibujo en su perfecto rostro de angel, a la cual yo correspondi de la misma manera. El momento era hermoso y deseaba que nunca acabara, desafortunadamente comenzaba a amanecer, el día prometia ser nublado hasta el anochecer y eso, en cierto modo era debastador. Si continuaba asi el día Franco y Luna debían asistir a clases. El hecho de que Frank fuera a la escuela tenia sus pros y sus contras. Por un lado estaba el hecho de que el jamas dormia y poseia demaciado tiempo de sobra, sobre todo por las noches, y eso se volvia aburrido. Por otro lado estaba el hecho de que aun era neofito y la sangre de los humanos se volvia tentadora para el, lo cual significaba un gran peso encima.
Al final tuvo que partir junto con Luna al instituto. Ahora era mas penosa mi situacion, estaba sola. Me quede mas de lo debido acosatada en mi cama, con un mal presentimiento mordisquenado mis sentidos. Algo iba a suceder, pero no sabia que clase de situacion.
A eso de las 8 de la mañana decidi que era el momento adecuado para levantarme, los musculos estaban agarrotados por quedarme pensando, tan quietamente, en la inmortalidad de los vampiros y hasta cuando llegarian a desaparecer realmente, dandole un fin a todas las especies de fantasia, que debia permanecer ahi mismo, en la fantasia de las mentes humanas.
Por un rato, bastante largo, estuve en la biblioteca de Luna, hojeando un par de libros que fueran interesantes, los cuales encontre, pero despues de un momento me aburri. Luego intente charlar con robberto, que pintaba un hermoso cuadro fuera de la casa, despues de sentir que el se abstraia en su felicidad por regresar con Luna y en su cuadro, desisti de charlar. Andres, no estaba, ni Max. Algo extraño, Max no rondaba desde hacia algun tiempo, solo llamadas telefonicas y promesas que jamas cumpliria. Suspire y senti la sed rasgar mi garganta, era tan doloroso, que no lo pense dos veces y sali en busca de la sangre animal.
Mientras corria a toda velocidad, dejandome llevar por mis sentidos y mis veloces piernas, pensaba en como giraba esta vida tan inusual. Antes trataba de comportarme lo mas humana posible, tratando de enterrar mi lado vampiroco en lo ams profundo de mi alma y mi ser, por ello convivia tanto con humanos y hasta sus habitos alimenticios tenia. Pero ahora que vivia con vampiros sus habitos alimenticios se habian pegado a mi, sacando a relucir mi lado salvaje, que me avergonzaba. Asi era la influencia de con quienes te juntas.
Por fin llegue a un claro donde escuche los latidos de un animal grande, un alce, no lo pense mas y me lanze al ataque y en pocos seguns de lucha el animal yacia muerto sobre mis manos. Busque un lugar apropiado para enterrar al alce y lo encontre, tan rapido lo pense ya lo habia enterrado. Di un paso mientras miraba al cielo, ¿regresar a casa o no? No importaba, era como estar sola de todos modos. Pero algo llamo mi atencion, el sonido de unas ramitas romperse, volvi la vista a donde provenia el sonido, a la espera de que alguien apareciera y nuevamente regreso el presentimiento.
Espere unos segundo hasta que salio un hombre de gran altura y tan palido como la cal, su cabello negro volaba revolviendose con el aire, tenia una sonrisa en el rostro y sus ojos amarillos me miraban con curiosidad. Me quede sin decir nada, impresionada por ver a un hombre tan guapo, era el ser mas hermoso que la tierra habia concebido, pero no mas que Franco. Lo mire con cautela, mientras se acercaba mas con esa sonrisa tan hermosa en su rostro de angel.

Coincidencias, eso es lo que la vida tiene tendido para ti. Un dia conoces a una persona que se puede volver tu mejor amigo y otro dia conoces al amor de tu vida. En ocaciones te encuentras a tu enemigo y a tu aliado. Tantos seres que aun faltan por descubrir.
Mientras caminaba la pequeña se dio cuenta de mi presencia, ladee la cabeza con la mirada empapada de curiosidad. ¿Quien era ella y que hacia tan sola en un lugar como este? Me pare lo suficientmenete cerca para verla, aun que desde lejos la apreciaba lo suficientmente bien.
Era de estatura baja y complexion delgada, su cabello caia con gracia hasta la altura de su cientura, en forma de rizos perfectamente peinados y color chocolates. El tono de su piel era tan palido, pero no tanto como el de un vampiro, sus mejillas estaba coloreadas de un rosado tan lindo que la hacian lucir tiernamente encantadora y fragil. Sus ojos esmeraldas se encontraron con los mios, teñidos de suspicacia y cautela. No confiaba, estaba mas que claro, y no debia hacerlo. Mis ojos dorados y el halo de paz que me rodeaba solo eran un disfraz para las presas, que en el caso era ella.
Frunci el ceño. ¿Que debía hacer ahora? ¿Jugar o largarme? ¿Aburrirme o divertirme? Sería un completo estupido si me largaba, dejando que el aburrimiento me ahogara en sus finas trampas y terminara matandome yo mismo. Así que me quedaria, veria que tan valiente era la niña para verni sola a un bosque tan desierto, como lo es este.
-Hola, pequeña.-Musite en voz suave, mientras me acecaba un paso mas a ella.- ¿Que haces tan sola en un lugar tan peligroso como este?...Oh pero que descortez soy. Mi nombre es Matthew Baker, pere me puedes decir Matt- Dije mientras tomaba su calida mano, tan ardiente como el mismo sol que no relucia en este preciso momento, y la besaba con dulzura. Ahora que su piel ardiente y su aroma dulzon y fresco estaban en mi nariz me hacian ansiar la sangre de un humano.
Aleje rapidamente ese pensamiento de mi cabeza, no cometeria estupideces y arruinar mi diversion en este momento. Preferia retomar mi monologo.- ¿Y cual es tu nombre, querubin?- Volvi a preguntar mientras me enderezaba, sin quitarle la vistas de ensima. En efecto, la chica era de baja estatura, no me llegaba ni al hombro, ¡mas facil aun!

Algo no estaba bien, me lo dictaban mis sentidos. era una corazonada. O tal vez me estaba volviendo paranoica. no lo sabia pero estaria al pendiente por si sucedia algo.
El chico se acerco unos pasos mas a mi, para luego dudar un momento. si no hubiera estado presente y observando cada movimiento que hacia el vampiro. Estaba tramando algo, lo persibia por sus conjeturas, cada mueca, cada ceño fruncido, todo lo presenciaba como si lo hiciera lentamente, aun que sabia que no era asi. Despues de pensar quien sabe que cosas tomo su decision, volvio a caminar, ahora con mas seguridad hasta acortar la distancia. Su olor dulzon me invadia y sus ojos dorados me tenian atrapada, no podia despegar la vista de la de el, era hipnotizador.
Me quede boquiabierta al escuchar su voz, era tan arrullado y perfecta, un tono de voz sumamente hermoso y tranquilizador, no pude evitar sentirme segura al escuchar su voz aterciopelada. Senti como sus labios frios hacian contacto con la piel de mi mano, que era todo lo contrario a la de el. Ahora que estabamos mas cerca se le veia mucho mas alto. Y aun no podia quitarme la idea de seguridad que el me brindaba, como si fuera mi hermano mayor y viniera a cuidar de mi.
-Soy Anya... Y como veras solo vine de caza, Matt. Así que no tienes que preocuparte, me se cuidar muy bien, creelo.- Musite con voz amable, mientras sonreia levemente.

En esta vida somos reyes o peones. Emepradores... O tontos. Yo era un rey, el emperador, los demás eran simples peones que podías usar a tu antojo, o más bien, a mi antojo. Esos "peones" estaban destinados a ir al frente, ser los más debiles en este mundo devastadoramente cruel. En este caso yo volvia a ser el emperador y la chica hibrída era mi peon, el cual utilizaria como una distracción, una simple diversión y si sobrevivia a mi juego sería simple suerte. O a menos que su principe llegara a salvarla, pero lamentablemente esto no era su cuento de hadas, era su pesadilla.
El hilo de mis pensamientos se desvanecío repentinamente, cuando menciono su nombre. No era muy común, yo ni siquiera lo había escuchado...¿O si? Entre cerre los ojos y puse una mano en mi barbilla en gesto pensador.
anya.Anya.ANya.ANYa.ANYA. Ese nombre hizo eco en mi cabeza, retumbando insistentemente...Estaba pasando algo por alto. Algo de vital importancia. Algo que estaba seguro que era la llave a una puerta. La pieza del rompecabezas que faltaba.-Un gusto, Anya. No, no estoy diciendo que tu seas in...
Escuche claramente el "clic" en mi cabeza al juntar todo. Ahí estaba fentre a mi la respuesta. La llave a la puerta. La pieza faltante. ¿Como no lo había visto en el momento en que me dijo su nombre, sino hasta que yo mismmo lo mencione y recorde a mi amigo?
Anya era la chica hibrída de la cual Yaeel estaba enamorado, con la cual quería sentar cabeza. Pasar su eternidad. Pero, lamentablemente, ella no pensaba lo mismo que él. Ella lo veia como un amigo, y nada más. Se había enamorado de un humano y ahora estaba convertido en un poderoso inmortal.
No podía imaginar el dolor que sentía mi amigo, era algo inconcedible. Por un momento cruzo la idea por mi mente, ¿como sería si Kathy, ese ser maravilloso, me hubiese rechazado? ¿que habria hecho yo si ella prefereria a un humano despreciable y sin llegarme, si quiera a los talones? No lo sabía y no quería ni pensarlo... Ni recordad cuand ella tenía dudas sobre mi y se refugíaba en ese muñeco de porcelana llamado Dmitry.
Sacudi la cabeza un par de veces mientras mi mente tramaba una nueva idea. No jugaría con ella.- Lo siento, me perdi un momento, es que tu nombres es algo inusual y muy hermoso. Y te decia, creo que eres demaciado capaz de defenderte tu sola, no es bueno subestimar a los de tu especie.- Musite con tno mas amigable, menos seductor-esta chica era de mi amigo¿quien era yo para coquetearle?

El chico era sumamente extraño. Por momento se perdia en sus pensamientos, caia a una laguna mental. Estaba presente fisicamente, pero no lo estaba espiritualmente.
Comenzo a hablar con el mismo tono aterciopelado y luego, presipitadamente, callo, no dijo ni una palabra más ni concluyo lo que me decía. Fruncí el ceño y me deleite con ver las emociones pasar por su cara, como si poseyera varias mascaras y las estuviera cambiando a una velocidad descomunal. Primero paso la sospecha, luego la impotencia, luego la sorpresa, luego una mueca de dolor, luego llego a una conclucion a la cual sonrio y su mascara de serenidad regreso. Una tras otra pasaban las mascaras, a cada fraccion de segundo. Si no fuera por el hecho de que lo observaba atentamente ni cuenta em hubiera dado de las emociones que pasaban por su semblante.
Retomo la conversacion, pero ahora con un tono de voz mas amigable, ya no era tan aterciopelada como entes. Entre cerre mis ojos. ¿Que pasa por la mente del vampiro? Era sospechoso, a pesar de que sus ojos dorados me invitaban a confiar en el, me dejaba dominar por el poder de su mirada.
Perdí el hilo de mis pensamientos cuando acepto que no debia subestimarme, esto se convertia aun mas raro. Desheche la idea rapidamente, ya me estaba volviendo paranoica.-Si supieras cuantos piensan lo contrario que tú. Y es muy amable de tu parte creer eso.

El destino tiene todo preparado para ti. Incluso antes de que tomes tus decisiones, antes de que te des cuenta ya eres presa de tu propio destino y no queda más aceptarlo y enfrentarlo con la cara en alto, sin dejarse vencer bajo ninguna circunstancia, no importa cuán oscuro se vea el camino, debes seguir sin reparar en pensarlo ni una sola vez. Es cierto, también, que los destinos de otras personas se juntan con el tuyo y dejan marcada tu vida, un día encuentras al amor de tu vida, a tu mejor a migo y a tu peor enemigo, pero aun así termina dejando huella, sea cual sea su objetivo, jamás desaparecerá, estará presente en cada decisión que sea tomada a futuro.
Sonreí con satisfacción al ver que la pequeña Anya caía en mis redes. La confianza es la mejor arma que puedes usar en contra de los demás. Ahora tendría que hacer que confiara en mí, que viera que no era ese ser malo que en realidad era, y después de tener su confianza en mis manos la atraparía y la llevaría tan lejos que nadie se enteraría de que había desaparecido hasta semanas después. Así entonces, me la tenía que ganar en cuestión de minutos, no debía perder más tiempo. –Sí, lo sé, hay vampiros que se sienten superiores a los demás. Normalmente esos vampiros suelen ser los que se alimentan de sangre humana. Pero en mi opinión, creo que los de tu especie son igual de fuertes como los nuestros, incluso he escuchado que algunos de tu especie tienen maravillosos dones.- Musite cada palabra con cierto toque de ofensa al mencionar lo que no me “parecía” correcto. Pero en sí ni me interesaba su especie, solo ganármela con palabrerías.- Lo cual es como un chisme, yo no conozco a ningún hibrido que tenga un don especial… A menos que tú me compruebes lo contrario.- Musite, retándola, si tenía un don debía saber cuan poderoso era y a lo que me enfrentaba en realidad.

Sonrei con amabilidad al escuchar sus alagos sobre los de mi especie. Me agradaba mucho el hecho que no me subestimara, que me diera el lugar que me merecía, que no me tratara como una basura o alguien inferior a él.
Pero aun existia una espinita molesta dentro de mi conciencia gritandome paranoicamente que el chico no era de tal confianza, aun asi rechace tal idea.¿Por que seria malo alguien tan amable como el? Si quisiera ahcerme algo ya lo hubiera hecho y no saldria ganando en este asunto, no facilmente. Pero, recalco, podia tener una conversacion civilizada, sin trabas ni amenazas por medio y eso era suficiente para creer que era bueno, ademas, su aspecto sencillo y ese aire despreocupado era el que el mismo Roberto me brindaba.
Me encogi de hombros, no tendria nada de malo charlar sobre dones.- No es mito, Matt, es la verdad pura. Por ejemplo yo tengo un don...Pro shhhh-Puse mi dedo en sus labios petros y continue:- no le digas a nadie, solo tu y unos cuantos saben ¿De aceurdo? y mi don consite, basicamente, en hacer una combustion expontanea en los demas individuos o cosas, evito descontrolarme por que si mi genio cambia las coasas comienzan a explotar-Dije frunciendo el ceño¿Que tipo de especie rara era?

Confianza, confianza, confianza. Esa es el arma mas eficas, sumada a la buena actuacion se hacia un arma invensible, imposible de contraarestar y dejarte llevar por ella era tu final.
Una sonrisa triunfal adorno mi pefecto e inmortal rostro. Ya tenia lo que queria saber, si la niña era peligrosa, ¿Pero seria capaza de ahcerme daño?¿Tenia las agallas para hacerme explotar' Claro que no, los seres tan dulces, tiernos, buenos e inocentes suelen tener conciencia y seguro que ella la tenia y si me mataba repercutiria ahi mismo, dentro de su cabeza y tal vez no podria vivir con eso, se atormentaria tanto por el hecho de aver matado aun pobre infeliz que trato de secuestrarla.-Me da un verdadero gusto que confies en mi, Anya.- Musite tomando su mano, haciendola prisionera de mi. Ahora vendria la etapa de el secuestro.- Pero, ¿sabes algo?-Pregunte sin quitarle los ojos de ensima- Seguro tu padre debio decirte esto un millon de veces, y mas tratandose de una pequeña tan encantadora como tu: Nunca hables con extraños, y por tanto nunca confiez en ellos.- Musite en tono divertido.
En un par de movimientos sumamente rapidos, invisibles, incluso para ella, le sujete los brazos por la espalda con una mano y con la otra aprisione su cintura. Acerque mis labios a su oido.- Pequeña, yo soy exactamente ese ser que tu tanto repudias. Vez mis ojos dorados y confiaz...Linda yo no soy un asqueroso vegetariano como tus amigos, simplemente es un disfraz que funciona demaciado bien, por que tu eres una de mis presas y caiste.-Musite soltando una leve carcajada.- La realidad es que como humanos....Otra realidad es que ti heriste profundamente a mi amigo, lo conoces, claro que si...¿Te suena el nombre de Yaeel Lovlier? Espero se ponga contento de verte.

Al final todo era una trampa.
En un momento su rostro angelical se torno divertido y dichoso, y al mismo tiempo se lleno de malicia, convirtiendolo en un angel del infierno. Repentinamente la hastilla molesta cobro mas fuerza haciendome ver la realidad, tal cual era y sus palabras me lo confirmaron. Solo me habia tendido una trampa y algo en mi me lo advertia a gritos, yo lo ignore y ahí tenia las consecuiencias. Primero el vampiro no era vegetariano como sus ojos indicaban, era un simple disfraz como el mismo habia dicho, segundo conocia a Yaeel, quizas esa obstinado vampiro lo hbaia mandado por mi y tercero me tenia atrapada con una fuerza que me era imposible safarme con facilidad. No queria hacerlo estallar, no merecia algo peor que volar en mil pedazos.- Eres un maldito mentiroso, no se que me hizo confiar en ti, pero ya te dije que no me subestimaras, idiota.- musite cada palabra entre gruñidos, hasta sacar uno realmente feroz.
No, yo no era esa niña tierna y buena de la que todos se podían burlar, era feurte, incluso mas que ese vampiro. Con una habilidad inimaginable me deshice de su brazo, el que tenia al rededor de mi cintura, ahora solo faltaban mis manos. Usar mi don para asustarlo un poco seria de ayuda. Un arbol que estaba demaciado cerca exploto repentinamente y esa fue mi oportunidad. Solte mis manos y lo empuje con tal fuerza que salio volando por los aire, hasta estrellarse con mas arboles. Me agazape y gruñi.

Me enfermaba de una manera desquiciada el hecho de estar completamente sola en mi cabaña. Se sentia el aire frío sin Marie andando de un lado para otro. La sed me hacia el calvario mas agonisante, aunado a la soledad. Suspire. Tenia extrictamente prohibido cazar en Forks o cerca de ahi... Entonces e me ocurrio una idea, iria a Seattle por Marie y asi me desenfadaria, comprariamos o que se yo, el caso era salir de ese lugar terrorificamente aburrido. Sin pensarlo mas tome mi chaqueta de cuero negra y corri a una velocidad descomunal, tanto que senti que volaba por el bosque.
El paisaje cambio cuando me trasladaba por la ciudad en busca de Marie, buscaria su peculiar olor. No tarde demaciado, lo conocia como mi propio perfume, lo segui unos kilometros hasta llegar a la playa donde por fin la encontre. Estaba sentada sobre la arena mirando el mar y el cielo que abria paso a la mañana, era peligroso estar ahi a la vista de todos, sin duda alguna. Me acerque con pasos lentos y me sente a su lado en silencio, recargandome en su hombro. Estuvimos viendo el amanecer por unos largos minutos hasta que decidi que no me agradaria el verme brillar y un humano se diera cuenta de ello. -Seria mejor que nos movamos antes de que nos vean, Marie- Musite y la jale del brazo.
Corrimos internandonos poco a poco a la ciudad que apenas tenia atisbos de personas deambulando por ahi. Camine a los barrios bajos, donde estaban algunas cantinas y cosas por el estilo. mis ojos negros daban a enteder que no buscaria de la buena sangre del que mi paladar era digno, tendria que conformarme con tristez miserias.
Camine sin rumbo fijo durante unos segundos hasta que escuche el chillido de una voz cantarina pidiendo auxilio. esa voz yo la conocia, y bajo las circunsatancias en que estabamos creia adivinar quien era esa personita. Camine a pasos presurosos y vi un montoncito de hombres, minimo unos cinco, rodeando a una pequeña de apenas unos 17 años, se veia tan indefensa e inocente. Su cabello negro y su piel palida me confirmaron lo que yo ya sabia. La niña no estaba en peligro, el peligro lo corrian ellos y mas conmigo ahi presente. sin decir palabra me abalace sobre de uno de ellos. Sabia que tal vez Amelia se enojaria, pero ni me importaba estaba sedienta.
Tras terminar con los tipos presente a mi amiga del alma con la que conoci en Venecia, para luego invitar a las dos de regreso a Forks. Ese lugar lo unico especial que tenia en el era Matt, solo por eso regresaba constantemente.
Corri de regreso a Forks seguida por Amelia y Marie, sujetaba con fuerza la mano de Marie, casi arrastrandola, estaba triste lo sabia perfectamente bien, tantos años de conocerla.
En un abrir y cerrar de ojos ya estabamos corriendo, nuevamente, por los bosques de Forks. Todo era tan silencioso en ese lugar, siempre asi de monotono y aburrido. Y entonces me detuve de golpe, haciendo que Marie tambien lo hiciera. El aroma de Matt me atrapo en el bosque, estaba fresco, ni 15 minutos tenia de que habia pasado por ahí. Inhale fasinada de saber que andaba tan cerca de mi mano. no lo pense y eche a andar en la direccion del aroma, no sabia si Amelai me seguia, pero Marie si lo hacia, no tenia opcion.
Me detuve a escasos metros, en un claro muy hermoso y verdoso, como todo el bosque en sí. La escena se veia un tanto graciosa. En primer plano estaba una pequeña hibirda agazapada y gruñendole a Matt, este estaba tirado en el suelo con un arbol deshecho atras de el. no pude evitar soltar una risa y la mano de Marie, adelante unos pasos y me cruce de brazos, poniendo el peso en una pierna.-No puedo creerlo. Ahora una simple hibrida te tumba al suelo. Crei que tu eras el brabucon, amor.- Musite con diversion viendo a los dos contricantes.

Desde que Andres decidió despedirse tan cordial como el solo, el tiempo se paralizo, no hubo mas, me quede tirada en la arena frente al mar, imitando a un humano admirando el amanecer.
De pronto una cabezita se poso sobre mi hombro dulcemente. Era Kath, que por alguna razón había dado conmigo en mi estado de coma. Sin pensarlo, recargue mi cabeza sobre la suya, sin salir por completo del coma.
Después de algún tiempo pronuncio algunas palabras para después obligarme a correr teniéndome prisionera con su mano.
De pronto nos cruzamos con un montón de hombres creyendo tener presa a una hermosisima mujer, para su desdicha, ella era de nuestra especie.
Kath se lanzo sobre uno de ellos, so solo mire, no tenia ganas ni de eso.
Luego volvimos a correr correr correr, hasta que nos topamos con Matt, tan agradable chico, me caía muy bien, el único apropiado para Kath.
Parecía tener un enfrentamiento con una niña, bueno una híbrida, a quien yo había visto antes, pero no recordaba donde.
Todo lucia como una incongruencia, lógicamente el tenia mas fuerza que ella, tal ves le daba ventaja, me hubiera gustado saber porque el dejaba de ser el hombre ejemplar para enfrentarse con una niñita.
Mire a Kath a quien le causaba mucha gracia la escena.
-Jajajaja, oh vamos Matt, no me decepciones, es obvio que con un simple movimiento puedes matar a esta pobre niña - dije con el volumen suficiente para que le escuchara.

Un gruñido mudo desde la boca de mi estomago me hizo salir de aquellas ideas estúpidas que giraban en mi cabeza, zumbidos insensatos que no me dejaban pensar tranquilamente.
Humo de cigarrillo se escabullía por la ventilación de las habitaciones de aquel hotel barato, donde había alquilado una habitación sin recordar al menos desde cuando me encontraba ahí.
Mis pies desnudos salieron desde escombros de ropa sucia y sabanas tiradas. Me incorpore apenas arrastrando los pies y camine hacia el baño donde el espejo roto mostro mi desaliñado reflejo.
Mis ojeras de un color morado obscuro daban a parecer moretones bajo los ojos, que a su vez el iris estaba mas negro que lo habitual, un carboncillo era infinitamente mas claro que mis pupilas. Pase un para de veces mis dedos sobre las ondas de mi cabello que estaba enmarañado y tenia un olor a humedad y humo.
No tenia idea, ni me interesaba tenerla desde cuando me encontraba así y en ese sitio, lo único de lo que tenia la certeza era de lo cuanto desesperada estaba por saber de mi estúpido hermano, del cual noticias no tenia desde hace varios meses. No tenia la intención de buscarle o llamarle, lo contrario quería desaparecer de su mundo y olvidarme de el como si jamás hubiese existido.
Es tan estúpido como podía ignorar a mi razón por tanto tiempo, la cual gritaba a grandes vociferadas que mi comportamiento era totalmente idiota, tal como lo había hecho Yaeel.
Cientos de fragmentaos de espejo roto llovieron hacia el baño acompañadas de un sonido junto aun gruñido que yo había provocado, Mi puño se envolvía de fragmentos de cristal, los sacudí rápidamente y me quite la sucia ropa que traía encima.
El agua de la regadera tardo en caer, y era helada, no me molesto y me talle el cabello con las botellas de shampoo barato que regalan en cada habitación.
Mi ardor en la garganta reapareció con un fuerza desgarradora que me hizo recordar mi transformación, rompí varios muebles a causa del dolor.
Tenia hambre estaba segura. Tomando unos jeans y una sudadera del suelo, ninguna estrella salió esa noche era totalmente nublada, me cubrí con el gorro y me dirigí por una de mis habituales presas, recorrí los callejones vacios y sucios de Seattle donde se encontraban varios bares clandestinos.
Mi sed era voraz, esta vez quería sangre limpia y en esa zona no la encontraría, quise buscar algunos jóvenes. Voces masculinas provenían de un callejón seguí sin retroceder, mis presas eran otras, posiblemente ellos no estuvieran limpios. Sus voces fueron siendo mas cercanas y cuando me percate estaba rodeada de ellos.
-¿Por qué estas sola niña?-Grito uno de ellos- No sabes que te pueden hacer daño.-Los demás chicos reían.
Mi voz no resistió y me carcajee de sus estúpidos comentarios, y ellos me miraron ingenuamente.
-¿Enserio?-Pregunte inocentemente.-Hay peligros de noche, lo se muy bien. -Arquee una ceja y mire a los cinco.
Uno de ellos intento jalarme del cabello. Grite.-Por favor!por favor...-Implore.
Me costo un par de segundos derribarlo.-Por favor! suplíquenme que los deje con vida imbeciles!!.- Grite.Mi molestia era tan grande que nada me iba a dar mas gusto que matarlos dolorosamente, y me iba a alimentar para no causar sed por lo menso en unas semanas. La sangre impía podía esperar.
El hombre bajo de mi gritaba mientras lo desmembraba poco a poco, chupe toda su sangre aplacando mi sed, cuando un olor familiar se impregno en el ambiente.
Una figura femenina se lanzo hacia mis presas y la devoro ferozmente. Mientras los demás yacían muertos.
Su figura poco a poco tomo nombre. Kaherine. Me alegraba verla pero mi furia era mas fuerte.
-¿Qué demonios haces? Eran míos.!! .-Mi intención fue golpearla por su acción pero mi rostro soltó una risa.
Mi amiga, la cual había conocido en las mismas condiciones tria consigo una acompañante de nuestra especie su nombre, María Paula. La salude sin mayor importancia y accedí la invitación de Katherine de ir a Forks, ahí me divertiría un poco y olvidaría mi estúpido comportamiento.
Nos adentramos a los bosques de aquel pueblo a mayor velocidad el aire se impregnaba fácilmente de nuestro aroma, entre el aire mezclado con olor a humedad se encontraba un rastro familiar.
Katherine corrió más rápido haciéndola casi invisible, su figura se difuminaba con el ambiente. Mi velocidad aumento hasta alcanzarla, junto María Paula que venia detrás.
Mi repentino cambio de humor se vio afectado de nuevo, tirado un vampiro que ya conocía bastante y no soportaba. Matt Baker. Pero mi mal humor no tuvo comparación en cuanto vi a quien le estaba gruñendo, una niña débil, pequeña era una hibrida. Esa niña la cual conocía bastante bien y la cual odiaba más en mi existencia, mi meta no era otra mas que acabar con ella.
Mis instintos sobresaltaron y quise saltar encima de ella y acabarla de una vez pero mi razón quiso divertirse un rato.
-Mira, que pequeño es el mundo, los dos seres que mas “quiero” están aquí.- Dije sin salir detrás de Katherine esperando reconociera mi voz.

Todo en esta vida es impredecible. Los sucesos corren a una manera vertiginosamente fugaz, de vez en cuando te das cuenta solo cuando el hecho ha suscitado.
Mis ojos captaban todo como si corriera una película frente a mí, aunque en realidad todo pasó en escasos segundos y aun así los saboree con una delicia inimaginable.
No se me antojaba la idea de pelear con Anya, por tantas y tantas razones, las primordiales eran dos: una, era el amor de la existencia de Yaeel y la segunda era porque simplemente me daba una ternura exquisita.
Subestime de más a la pequeña, con un par de movimientos agiles y gráciles se liberó de la prisión que ejercía en su cintura, dejándome así con el poder de sus manos. Sus ojos color jade se tornaron, súbitamente, fríos, volviéndolos un par de esmeraldas que me atravesaban como una navaja de doble filo, pero sin hacerme ningún tipo de daño sentimental, puesto que no sentía nada por ella, solo simple e insípida simpatía, lo que no era ni un gramo en comparación con lo que sentía Yaeel.
Una sonrisa llena de burla y diversión cruzo por mi rostro, peleara lo que peleara no me ganaría, ya lo había dicho: yo era un rey, el emperador y ella un simple peón, una ilusa niña.
En otro abrir y cerrar de ojos ejecuto su don, deleitándome así de lo que era capaz de hacer, una simple probada de lo peligrosa que se podía volver si se lo proponía. La explosión que se dio a mi lado me sobresalto y me distrajo lo suficiente para que ella aprovechara la única oportunidad que tenía. Sus manos se escabulleron de entre las mías. Como el agua que corre por los ríos o incluso el agua que cae de picada en una cascada o de la propia lluvia. En un fugaz segundo sus manos impactaron en mí pétreo, perfecto e indestructible pecho de acero, la fuerza que ejecuto para el acto fue tan fuerte, más no descomunal, que termine volando por los aires e impactando de lleno con un roble de gran altura y macizo, partiéndolo a la mitad, pobre quedo hecho añicos en un tris.
Mí sonrisa se volvió más ancha, deje relucir mis perfectos dientes, me sentía como el gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas. Mis ojos dorados se encontraban muy abiertos, destilando la misma burla de siempre. Quizás a sus ojos perecería un maniático o psicópata, tal vez como el mismo Wason, pero no me importaban sus criticas.-Oh, si no fueras buena, tú don serviría para cosas realmente divertidas y eficaces- Musite en mi fuero interno.
Un ciclón de violentos sentimientos pasaban por su encantador rostro de ángel. Quería matarme, lo degustaba con mis pupilas, lastimosamente no tenía las agallas para llevar al cabo dicha cosa. Personas como ella no sobrevivían a este mundo devastador, cruel e insensible. Su mirada fulminante me hacía la diversión más deliciosa que antes. Se veía como una pequeña gatita blanca amenazando a un feroz león, era irónico y cierto, a la vez, que la gatita tierna e incapaz de efectuar un daño actuara como el más feroz, dichoso y astuto de los depredadores, eso era estúpido e insensato de su parte.- Me obligas a cruzar la raya...Pequeño querubín- Musite con el tono tenido de la misma burla y diversión que delataba mi actitud y mis facciones.
Unos pasos delicados y casi inaudibles hicieron que posara mis ojos en el oscuro bosque. Por la sintonía y delicadeza que llevaban estos mismos supe, al instante, que eran vampiros. Esperaba que nuestras visitas no fueran amigos de anya, de lo contrario tendría que aniquilarlos, aunque en realidad no me molestaría un poco más de diversión, aparte de la que ya tenía.
Espere, paciente, la llegada de nuestras inesperadas visitas.
Tres figuras aparecieron en el prado y se depositaron a unos metros de nosotros, con calma y desenfado total.
Desde el pedestal en el que estaba parada, como una diosa, hablo con voz burlona y desenfadada, con un toque de un millar de campanillas mecidas por el suave viento, Katherine. Luego en el mismo tono de burla la siguió Marie, aunque podía percibir en su voz un poco de aburrimiento, o simplemente era mi imaginación. Deseaba fervientemente que fueran solo esas dos vampiras, la que amaba y a la que apreciaba, lamentablemente en esta vida insulsa no se puede tener todo lo que se desea, o es una cosa o es la otra, pero nunca ambas. Nada es miel sobre hojuelas.
Su voz de niña estúpida desvaneció toda diversión de mi rostro. Ahí estaba Amelia, con el sarcasmo adherido a cada palabra escupida. Se encontraba más lejos que Katherine y Marie, cubierta por las sombras de un encino colosal. Muy a mi pesar desvié la mirada del rostro que más amaba y la pose sobre el rostro que más me desagradaba, que irónica resultaba la vida. El desagrado era mutuo, lo degustaba con la punta de la lengua.
Puse los ojos en blanco, moviendo de un lado a otro la cabeza, y mi sonrisa de burla regreso, pero ahora iba dirigida a Amelia. Me pare rápidamente, sacudiéndome mi pantalón de mezclilla y mi chaqueta de cuero negra, quitándome cada insignificante astilla de ellos.-Mía, gracia divina de dios, me hieren tus palabras llenas de sarcasmo. Yo que te aprecio tanto, odio que ese sentimiento no sea mutuo ¿Sabes?- Entone cada palabra con el mismo sarcasmo que ella y luego volví mí mirada a Katherine y Marie- Kath, Marie...-Musite con dulzura. Lamentablemente se me había pegado la palabra "Marie" en vez de "Paula".- Es solo una niña, no puedo dañarla. Porque dos cosas son ciertas, Yaeel la ama y Amelia parece tenerle el mismo cariño que me tiene a mí. ¿Cierto Mía? Corrígeme si me equivoco.
Estaba más que claro que Anya, tanto como yo, le desagradábamos a la vampira aún más insípida y vulgar que antes.

No podía creer la velocidad tan vertiginosa con la que corría el tiempo y los sucesos. En primera instancia solo estábamos Matt y yo, y segundos después tres vampiras nos hacían compañía...
Oleadas de furia me abrazaban con más y más intensidad, conforme pasaban los segundos. La actitud de Matt, de total burla, sin vergüenza y diversión, me hacían sentir la necesidad de arrancarle la cabeza.
¿Cómo podía burlarse de mí de tal manera? Me había tomado el pelo y ahora se burlaba de mí en mi propia cara. Tenía todos los músculos tensos y los labios contraídos mostrando mis dientes y gruñendo, y él ni se inmutaba. Estaba a punto de abalanzarme sobre de él en un nuevo ataque, pero tres voces femeninas me tomaron por sorpresa.
Estaba tan absorta pensando en un nuevo ataque que no me di cuenta en que momento habían aparecido esos seres. Me levante y voltee a ver a las vampiras, tenía la corazonada que si les daba la espalda a ellas sería mucho más peligroso que tener a Matt atrás de mí, él solo intentaría aprisionarme otra vez.
Las mire unos instantes para darme cuenta que conocía a dos de ellas, a la tercera nunca la había visto.
La primera conocida era alta, pálida y ojos color rojo, como todo carnívoro. Su cabello color negro azabache le llegaba a la mitad de la espalda, tan lacio y delgado como el de una Barbie. Esa vampira, cuyo nombre ignoraba, había ido a casa de Luna, seguía igual de exótica que ese día.
La segunda se encontraba debajo de las sombras. Solo necesite escuchar su voz chillona que martirizaba mi sentido del oído para saber quién era. Su imagen llego a mí cabeza, su rostro pálido y sus ojos carmesí con esa mascara huraña y amarga. Su cabello cayendo en unas ondas apenas visibles, unos centímetros abajo de sus hombros, ten negro como la noche, y siempre la mismas enanura tan peculiar de Amelia. Eso la hacía inconfundible.
La tercera y más cercana a nosotros, era la desconocida. Tenía la misma palidez que todos los vampiros, añadiendo el toque de los carnívoros, los ojos carmesí se posaban con ternura y burla sobre de Matt. Era unos centímetros más baja que la primera y mucho más alta que Amelia. Su cabello castaño oscuro, con ondas sinuosas, tan hermosas, caían con gracia hasta la mitad de su espalda. Una sonrisa adornaba su hermoso rostro.
Los cuatro seres que me acechaban eran de una hermosura extravagante e inusual.
Yo era una completa tonta al quedarme a cometer el error de apreciarlos detenidamente. Debía aprovechar para irme, inútilmente me serviría eso, me alcanzarían rápidamente.
Me cruce de brazos y escuche lo que se decían. No tenía nada en contra de las dos desconocidas, solo odiaba con toda mi alma a Amelia y ella a mí. No era la única que sentía cierta aversión contra ella, Matt también la sentía, algo en común debíamos tener. Era imposible no odiar a la tipa enloquecida y cegada por el inmenso amor que tenía hacía su hermano, y que ella misma se negaba a reconocer.
Fruncí el ceño ante el sarcasmo de Amelia, estaba a punto de contestarle de manera grosera, pero Matt me gano. Su tono era de total burla a Amelia, y el parecía divertido y luego... ¡ZAZ! Le dio en la torre, donde más le dolía: Yaeel.
Solté una carcajada y mire a Matt con diversión, ni yo pude haberlo hecho como él.
-Bueno, pero que razón tienes Matt.-Me limite a decir, apoyando solo eso. El hecho de saber que me llevaría con Yaeel, sin mi autorización, me desagradaba.- Y debo aclararte que no voy a ir contigo a ningún lado.- Sentencie.

Era ridículo, si quiera, pensar que una simple niña hibrida tan encantadora y tierna fuera capaz de arremeter y dañar a un inmortal y poderoso vampiro. Estaba más que claro que Matthew solo estaba jugando un poco con la niña. Otra cosa que estaba totalmente clara era el hecho de que nos habíamos perdido de la mitad de la conversación que mantenían los adversarios. Lo que se presentaba frente a mis ojos no era más que una adivinanza, que me daría el lujo de resolver, con un par de acertijos tendidos en una mesa para armar el rompecabezas de esta situación.
El primer acertijo que captaba estaba ahí, en el hecho y sus palabras. Si Matthew hubiese deseado matar a la hibrida, ya lo hubiera hecho sin trabas ni excusas. No, lo conocía lo bastante bien para asegurar que el motivo de la tardanza era por el simple hecho de diversión.
Ahí estaba la razón por la cual compenetrábamos perfectamente, como si fuéremos dos piezas, sumamente importantes y esenciales, de un juego de ajedrez. Yo era la reina y por tanto él era mi rey. En cierto modo yo era tan poderosa como la reina y debía defender lo más importante en mi vida, a mi rey, si él caía derrotado yo ya no tendría alguna razón para continuar con esta existencia, ya no más y el juego habría acabado.
Como las leyes de la física dictaminan, los polos opuestos se atraen, irremediablemente, incapaces de oponerse a sus instintos. Y al igual que más matemáticas aseguran que negativo más negativo dan un resultado positivo. Yo tenía la certeza que ambas leyes eran irrefutables y verídicas, yo misma lo estaba comprobando.
Matthew y yo teníamos cosas en común, tantas que nunca acabaría de nombrarlas. Pero también chocábamos en ciertos puntos de vista. Él prefería divertirse persuadiendo a sus víctimas, haciéndolas caer en una trampa, ellas inevitablemente caían en su juego, tal y como él lo planeaba, siguiendo las reglas que él imponía. Comenzaba siendo el ser más amable, educado y caballeroso que cualquier mujer soñaba tener, incluso era infinitamente mejor que un sueño y me pertenecía solo a mí, así duraba el tiempo que se le antojara, hasta que su víctima se daba cuenta en la trampa en la que había ido a parar. Solo entonces no tenía la opción de escapar, solo continuar con su juego. Siempre aceptaba los golpes que le propinaban de buena gana, sonriendo con burla y diversión al ver que el otro estaba enfadado, fuera de sus casillas, y Matthew se mantenía en un halo de calma total, con la paciencia desbordando de su ser.
Debía aprender tantas cosas de él, ser más paciente y deleitarme con la furia de los demás, al fin y al cabo, para eso estaban. Pero yo no cambiaría de un día para otro, si jugaba con mis presas, haciéndolas morir de la forma más sevicia posible, a causa de esto no duraba mucho mi diversión.
Me había equivocado al pensar que Matthew era derrumbado por una hibrida cuyo nombra ignoraba y no deseaba saber cuál era. En su rostro estaba dibujada la diversión que gozaba detenidamente, pero se borró en cuanto escucho la voz de Amelia, que salía desde atrás de mí. Puse los ojos en blanco y moví la cabeza de un lado a otro. Mire por encima de mi hombro a Amelia y luego regrese la mirada a Matthew, reprobando la actitud de ambos vampiros. Lamentablemente tendrían que aprender a soportarse el uno al otro, por mí y por Yaeel, puesto que se estarían encontrando constantemente. - Por mi pueden matarse si así lo desean, pero ya dejen de estar actuando como un par de idiotas.- Musite en tono serio y severo. En realidad parecían un par de niños idiotas peleándose por cualquier estupidez, solo era cuestión de que uno hablara para que el otro estallara, sin llegar nunca a un fin.
De pronto todo encajo perfectamente en su lugar. El rompecabezas brillaba completo frente a mí. Todo había cobrado sentido, inesperadamente. Mi mente regreso a un pasado no muy lejano, apenas unos meses atrás, cuando conocí a Amelia en Venecia, el momento en que estábamos en su casa y me presento a su hermano. Yaeel Lovlier. Luego la aparición del mejor amigo de este. Matthew Baker. Y por último la charla que se dio a continuación.
Yaeel estaba completamente destrozado por dentro, hecho ruinas, añicos irreparables yacía dentro de él, jamás volvería a estar en pie, no sin los cimientos necesarios de ese edificio.
Su único cimiento era una hibrida llamada Anya, de la cual estaba irrevocablemente enamorado. Él fue su mejor amigo, la apoyo en las situaciones más dolorosas y complicadas, sin darse cuenta término amándola más que a su propia existencia.
Yaeel es devoto a ella. Es su única diosa, la razón por la cual aún anda por ahí caminando.
Pero esa hibrida no poseía los mismos sentimientos hacía él, simplemente le estaba agradecida por el apoyo incondicional que le brindo y que la acobijo durante quien sabe cuánto tiempo. Anya se enamoró de un humano y este se volvió se vida, su todo, haciendo a un lado lo que le era inservible, ya tenía a quien la llenaba por completo.
Yaeel intento aniquilar a su rival, sin llegar a su objetivo final... Meses después el chico se había convertido en un poderoso inmortal. Ya nada separaría a Anya de su amado. No, claro que no.
Así que la hibrida que estaba muy cerca de Matthew debía ser Anya. A decir verdad era encantadora. Tenía la palidez de una muñeca de porcelana, parecía tener adheridos un pétalo de la rosa más hermosa y reluciente en cada mejilla. Su cabello cloro chocolate caía en forma de cascada hasta su cintura, cada rizo achocolatado estaba perfectamente peinado y en su lugar.
Sus ojos parecían unas relucientes esmeraldas, pulidas a su rostro de niña. No cabía duda que la tal Anya era agraciada. su risa y su voz de miel la hacían parecer más tierna.
Ladee la cabeza y sonreí dulcemente, mientras posaba mis ojos sobre la hibrida. Camine con la sonrisa dibujada en mi rostro, hasta posarme frente a ella, estaba unos centímetros por debajo de mí, levante una mano y acaricie su rostro infantil. La piel que tocaba ardía debajo de mi palma.-Creo saber lo que planeas, cariño.- Musite con calma, dirigiéndome a Matthew, sin dejar de ver a Anya.- Y te apoyo hasta el final, ya lo sabes.- Si no me equivocaba, Matthew, como el buen amigo que era, planeaba llevar a la niña con Yaeel. Aunque ella no quisiera iría, no me importaba si la tenía que forzar.- No hemos tenido el placer de ser presentadas, Anya, pero eso no significa que no te conozca.- Sonreí más.- Soy Katherine... Y créelo, harás lo que yo te indique. Bien puede ser por las buenas, no me molesta. O puede ser por las malas, si es así, te lo advierto desde ahorita, va a ser muy, pero muy doloroso.- Sentencie con tono amable. Si no quería cooperar la obligaría, no me importaba usar mi don u otras armas que tenía al alcance de mi mano.- Marie, ¿Nos apoyas o tienes cosas más importantes que atender? Si es así, lo entenderé completamente. No estas obligada a confabularte con nosotros.- Canturreé, dirigiendo mis ojos a Marie y regalándoles una sonrisa.- Y supongo que tú, Amelia, estarás encantada de ser partícipe de esto y mejor aún, de ver a tu hermano.- Dije mirando a Amelia.
Repentinamente me encontraba entusiasmada, quizás era el hecho de que se avecinaba la diversión, estaba tan solo a la vuelta de la esquina, no tenía que buscarla más.

Estuve mirando desde lejos la escena, escuchando con atención, intentando comprender que pasaba, hasta que Kath decidió saber si Amelia y yo queríamos ser participes de lo que ocurría.
Imagine un segundo a Andres aquí, pensando en que haría y que pensaría el, y que se suponía debía de hacer yo en ese caso. Por un lado Kath y Matt eran los únicos amigos que tenia en esta mierda de vida, si así podía llamarle, y ni por el amor de mi vida estaría dispuesta a echarles a perder sus planes. Así que la otra salida seria huir, fingir que tenia algo mucho mejor que hacer que presenciar este acto de condescendencia amistosa, y largarme, "con la cola entre las patas" para que el ser amado creyera que era una buena amiga, y tenia buenos sentimientos, o mínimo que no me quería involucrar en algo como esto.
Pero entonces me di cuenta que lo que pensaba era un perfecta estupidez, Andres no estaba aquí, y yo no tenia nada que hacer mejor que esto.
-Ya sabes que siempre te apoyare en tus locuras niña.- con eso bastaba, supuse que ella lo sabia, aun así siempre conservaba sus buenos modales.

Mi sonrisa se extendió más allá de las mejillas, al notar la expresión de Matt y de la niñita al oír mi armoniosa voz que rompía con la “calma” en su pequeño juego.
Mi sonrisa se desquebrajo cuando mis ideas tomaron sentido en mis irónicas palabras. ¿Que hacían Anya y Matt juntos?,¿Yael lo habrá enviado en su búsqueda? O aun peor ¿Yaeel se encontraba ahí?

Mi mirada se desvió de mis acompañantes y de inmediato buscaba entre las coníferas esperando encontrar alguna sombra, mi nariz trato de olfatear algún rastro familiar. Cuando por mi desgracia no encontré nada, más que el penetrante olor a húmedo y a tierra mojada que el bosque emanaba, solo me logre ver como una completa idiota buscando algún rastro invisible. Inmediatamente mire a todos avergonzada y trate de disimular mis acciones, al tomar una moneda sucia y oxidada como si se me hubiese caído y eso estuviera buscando.

Trate de retomar las ideas como si no hubiese pasado nada, asi tal vez no se notaria la traicion de mi preocupacion y deseperacion de ver a mi hermano.
Matt ya se había levantado, con algunas hojuelas de las hojas secas aun colgando del pantalón.Sus manos ucias sacudian la poca tierra que quedaba en su chaqueta. Mire a la hibrida junto su acompañante arqueando una ceja acompañándola de una irónica sonrisa.
-Mathew cariño por supuesto que te extrañe como puedes creer lo contrario, me hieres con solo pensarlo.-Me reí y mi mirada se volvió fulminante hacia Anya
.
-Y por supuesto que no puedes herir a esta pequeña.-Toque uno de sus rizos envolviéndolos en mi dedo-Mi hermano se devastaría, tiene una pequeña obsesión por la “basura”.-Avente su mechón de pelo con cara de asco.
-Además querido Matty tu no puedes acabar con ella eso me dolería en el alma, la única persona que puede acabar con ella soy yo!.-Grite con un pequeño gruñido ahogado desde el fondo de mi pecho.

Mis extremidades temblaban en forma de ataque y mi pecho aun gruñía. Trate de desviar mis ideas hacia otro lado cuando escuche el comentario de mi amiga Katherine. Puse los ojos en blanco.Y trate de descifra r el modo tan dulce en el que ella le hablaba a Matt , los mire fijamente esperando enterarme de algo del cual no estaba enterada,y solo me dedique a escuchar sus palabras.

Sus ideas eran veloces y no tardo demasiado en percatarse de la situación. Su voz amenazante y arrogante se hizo presente en la conversación amenazando a la niña que se encontraba sola en medio de un bosque rodeada de vampiros que solo la querían herir. Mi ser sintió algo de lastima por ella, que en absoluto se comparaba con la dicha que tenia de tenerla de mi presa.

Katherine sondeo a los presentes para saber quien estaría de acuerdo con aquel plan que no lograba entender, pero en el cual era participe mientras incluyera a Anya, y mi estúpido hermanito.
Paula acepto seguirnos con el plan, con idea de diversión, supongo.

-Por supuesto que los apoyo, no por Matt, que quede claro. Y mucho menos de el insensato de mí hermano el se merece cada una de los puntapiés que la vida le ha cobrado. Solo estoy aquí por ti querida,es algo personal asi que siéntete dichosa.-Me dirigui hacia Anya y le lance un beso y un guiño con el ojo mientras me reí sínicamente.

Los planes pueden fallar en una fracción de segundo, y quedas derrotado ante la idea de perder lo que ya has logrado con un simple soplido del viento.
También los planes pueden ir al pie de la letra, tal como lo demande, sin fisuras ni resquebrajaduras de por medio, el mismo viento te lleva por el camino correcto y más apacible posible, donde no tendrás ningún declive por el cual arrepentirte después. Al final sales triunfando, con la sonrisa de plena victoria marcando las facciones perfectas e inmortales de un rostro.
Yo soy una de esas personas que nunca se dan por vencidos, eso es denigrarse hasta dejarte abatido por tus propios fracasos y siendo yo el ser maravilloso que soy no debía permitirme doblegarme contra una niñita. Bien lo podía hacer con el apoyo de ellas o sin el apoyo de ellas, al fin y al cabo, nací solo y podía arreglármelas solo.
Katherine, tan incondicional y hermosa como ningún otro ser que pisara la tierra. El suelo que pisaba no la merecía, las rosas debían cerrarse frente a tal belleza jamás posiblemente concebida, pero estaba ahí y era solo mía y de nadie más.
Marie la apoyaba como la buena amiga que era, y también mi buena amiga, esa mujer la adoraba, era parte de mí y de Katherine. y por ultimo Amelia, si fuera o no sería su problema, vivirá mejor sin ella pisando esta tierra o, por lo menos, robando mi aire y traspasando las fronteras de mi buena actitud y educación. Matarla solo era una opción que me ofrecía mi baraja, lo peor que podía pasar era que mi amigo terminara odiándome, no arriesgaría ni gastaría mis energías en una basura como esa.
Suspire y mantuve la sonrisa de afecto a Amelia, sus palabras se resbalaban como el agua en la mantequilla. Esa maniática estaba tan desesperada por encontrar a su hermano, por verlo y decirle una sarta de idioteces, insultarlo y al final terminar reconciliándose, ya lo había presenciado una vez y había sido de esa manera. No me engañaba, su vergüenza era palpable, lo tocaba con la punta de los dedos y lo saboreaba con delicia exquisita. Se me antojaba la idea de hacerla comer tierra con sus propias palabras, pero no me retrasaría en cosas absurdas, debía darle seguimiento a esto.
Camine con aire despreocupado hasta ponerme en medio de Anya y las dos cazadoras que la acechaban, amenazantes. Por lo menos haría que Katherine retrocediera, Amelia no lo sabía. Juguetee con un mechón del cabello de Katherine, me quede absorto un rato ahí enroscando sus rizos castaños entre mis dedos. ¿Cómo me llevaría a la niña si no podía a la fuerza? Estaba claro que éramos cuatro inmortales contra esa pequeña, pero ella poseía un don extremadamente peligroso y nos podía hacer volar en millones de pedazos si así lo deseaba. No, no me permitiría perder a ninguna de las tres vampiras presentes ahí, ni a la niña. Debía elegir mis cartas cuidadosamente, con minuciosidad extrema. Vería por una lupa a través de mis recuerdos, atrayendo a mi algo que me diera la clave para llevarme a la escuincla.
¡Bingo! Ahí estaba la clave, frente a mis ojos. Anya era amiga de Luna, claro que sí, Luna había convertido al novio de Anya en vampiro y eran inseparables los tres: Anya, Luna y Franco, ese vampirito que ya conocía y era tan inocente como una oveja. Si a estos le sumábamos al tal Roberto, el novio de Luna, y su mejor amigo Andrés, teníamos a cinco implícitos. A esto le agregábamos dos más, Sendra, la hermana de Luna y Max, el padre de Anya, tenía a la familia completa.
Solté una carcajada que resonó estruendosa en el bosque, no podía ser más sencillo que esto. Ya había resuelto la forma de llevarla conmigo sin ningún pero, de muy buena fuente conocía esa información tan preciada.
Volví los ojos a Amelia y bese su frente con malicia, solo para enojarla más. Regrese a Katherine y bese sus labios, con un beso ten fugaz. Me volví a Anya, con el semblante retozando de triunfo puro.-Anya, vida mía. Kathy te está ofreciendo dos opciones la buena o la mala, dándote a elegir. Pero yo te ofrezco una sola opción a la cual no te negaras bajo ninguna circunstancia.- Musite con tono amable, sin amenaza ninguna.- Créeme cuando te digo que conozco todo sobre ti. Sobre todo a tu familia. A Max, tu padre. A Luna y Sendra, las encantadoras hermanas. A Roberto y Andrés, los amigos inseparables, y por ultimo a tu adorado Franco... Creo que extrañaras demasiado a nuestra preciada Lunita o quizás a tu amado Franco. Créeme, yo no quiero dañarlos, menos a Luna es una chica agradable, ni a Franco, se lo que es vivir sin razón alguna en esta vida.- Continúe y mis ojos volaron a Katherine y regresaron a Anya.- Así que la cosa está en que, vas conmigo, aunque no te guste, y te presentaras con Yaeel, argumentando que lo amabas a él y jamás amaste a Franco y todos somos felices, nadie sale dañado, tu familia seguirá intacta. O bien, puedes quedarte aferrada a la idea de quedarte aquí y yo mismo me encargare de ver sufrir a tu Franco y hacerlo morir en mis manos, lo mismo pasara con los otros. La decisión está en tus manos... O más bien, sus vidas están en tus manos, pequeña.- Mi voz se fue apagando lentamente. No tenía opción tenía que ir o sino su familia moriría, de eso me encargaría yo. Tendí mi mano para que la niña la tomara.
Mis ojos relampaguearon de burla pura y más diversión que antes. Amaba el modo en que Amelia sentía un coraje por mí, no me desagradaba tanto como Betmany, aquella era una sábelo todo, se creía dios. No, Amelia era estúpida y la podía manipular a mi antojo. Solté una carcajada y mire por encima de mi hombro a Amelia.- Sigues hiriéndome, Mía. Yo que creí que te confabulabas porque yo estoy presente. Yo tú único y verdadero amor, más perfecto y guapo que tu hermano. No lo niegues.- Dije con la ofensa entre mis palabras y el sarcasmo teñido ahí mismo.

Sonreí aún más al ver la expresión de la hibrida, me retaba a dañarla. Pobre idiota, se creía más poderosa que yo. ¿No se daba cuenta que si yo decía "salta" ella debía hacerlo? El poder lo tenía yo, ella no era más que un simple peón y haría lo que yo demandara. Si quería que la llevara a la fuerza, así lo haría.
Sonreí aún más satisfecha al saber que las dos vampiras me apoyaban, demostrando así que seguían mis normas.
Amelia se acercó hasta nosotros insultando a Matthew y a Anya, no era más que obvio que sentía aversión por ambos. Podía comprender que lo sintiera por Anya, había destrozado a su hermano. Lo que no lograba comprender era el hecho que no le agradara Matt. ¿Cómo podía odiarlo tanto sin siquiera conocerlo? "Si lo conocieras, si te dieras el lujo de tratarlo sabrías el ser más amable y bondadoso que es" Pensé en mi fuero interno. Yo no la podía hacer cambiar de opinión, solo ella misma.
De un momento a otro el perfecto y marmoneo cuerpo de Matthew se interpuso entre nosotras y la hibrida, cubriéndola en ademan defensor. Suerte para la niña, tenía que dañar a Matt para poder dañarla a ella y yo no me atrevía a dañar al amor de mi existencia. Jugueteo con uno de mis rizos y se abstrajo en sus pensamientos. Estaba inmóvil, como una perfecta estatua tallada por los mismos Dioses, no parpadeaba ni decía nada, solo el movimiento de sus dedos al jugar con mi cabello. Eso me lleno de una profunda ansiedad, ¿Qué era lo que planeaba? Me encantaría haberle podido leer el pensamiento y así saber lo que estaba cocinando en su mente. Alce mi mano y con un dedo dibuje círculos en su mano, luego la moví un poco para atraer su atención, pero era inútil me ignoraba. Fruncí el ceño molesta por el hecho de que me ignorara como si fuera una simple humana que no merecía ni una pizca de su atención.- ¿Matthew?- Susurre, pero el mantenía las características de una estatua, solo el movimiento de su mano me hacía saber que no lo era. Inesperadamente soltó una carcajada que se escuchó por todo el bosque y que hizo un eco en el mismo. Yo, por mi parte, me sobre salte al escuchar tal carcajada llena de felicidad. En sus ojos relucía la excitación y la euforia, lo hacían ver como u psicópata creando un nuevo plan para matar a alguien -Bien lo podía hacer, no tenía conciencia-. Beso la frente de Amelia, dejando entrever una sonrisa pícara, y luego beso mis labios con dulzura y prisa. Se viro para encarar a la niña y comenzó a hablar con una impecable amabilidad. La estaba obligando a ir con nosotros y al mismo tiempo la amenazaba con deshacer a su familia, el hombre sí que se había quebrado la cabeza para trazar tal plan, que era perfecto ya que ella no se negaría.
Me encogí de hombros y di media vuelta para ver a Marie, me acerque a ella con calma y puse mi cabeza sobre su hombro, no dejaba de notarla un poco ausente.- Me alegra demasiado que me acompañes en esta travesía, Marie, así tendremos más tiempo para charlar y estar juntas. ¡Desquitaremos tantos años sin estar juntas!- Musite bajito y con alegría. Me agradaba la idea de tener a mis amigas con mi novio, y al mismo tiempo hacer de las nuestras.
Matt termino su sermón y solo esperábamos la respuesta de la hibrida, la cual ya conocíamos. Esta tardo un momento, en lo que se debatía en su interior. De la nada un olor dulzón se elevó desde el sitio de Anya con mucha intensidad. Mire su mano y la sangre le salía a borbotones de una de sus manos, la muy estúpida se había herido con la fuerza que ejercía al cerrar su puño. Eso era una falta grave, si tomábamos en cuenta que estaba rodeada de vampiras carnívoras, pero para su suerte ya nos habíamos saciado lo suficiente. Suspire y puse los ojos en blanco al apreciar tal cosa. -Bueno, ya está decidido, la niña ira con nosotros...Pero ¿A dónde iremos? Yo propongo Rusia.- Dije en voz alta y sonriendo de oreja a oreja mientras jalaba a Marie hasta ponernos frente a Matthew.

Me desconecte de lo sucedido, no tenia el mas mínimo interés sobre esto, solo me quedaba como apoyo, por si la chica causaba problemas, lo cual era verdaderamente improbable.
Apenas escuche lo que dijo Kath, no comprendí del todo bien, pero asentí para hacer creer que estaba de acuerdo.
Estaba harta de esto así que mientras mas rápido terminara, seria mejor.
Así que jale a Kath.