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Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
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Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Tedio, ese sentimiento tan desesperante y aturdidor me desgarraba lentamente, me carcomía con una tranquilidad inimaginable que sentía que jamás acabaría.
Las horas pasaban lentas y crueles, tan inútil era el tiempo, no existía para un ser como yo y estar sentado en un lugar sin hacer nada era el infierno mismo, necesitaba acción, algo en que pensar en que entretenerme., lamentablemente no era así.
Las cosas con Anya corrían perfectamente, sin ningún error de su parte, se entregaba a su papel como lo hace una actriz, no podía amenazarla ya que no tenía las armas ni ninguna oportunidad para hacerlo.
Podía ir a molestar a Amelia, pero no se encontraba, andaba perdida en algún lugar del mundo eso me hacía extrañarla cosa completamente rara, pero al mismo tiempo estaba feliz porque no anduviera con sus comentarios insoportables, esa era una relación extraña.
Katherine estaba tan perdida como lo estaba Amelia, tal vez andaba en Forks o en New York con el humanito que me daba igual y cuyo nombre desconocía aunque me lo repitieran, alguien así no merecía ser recordado por alguien tan importante como lo era yo. Solo esperaba que ella estuviera con bien.
Yaeel andaba de caza o comprando o haciendo alguna otra cosa que lo desaburriera, me había invitado pero yo, tontamente, había preferido quedarme a morir lentamente de tedio.
Paula, no sabía dónde estaba, en España, México, Inglaterra, podía estar en cualquier lugar y con mi coche favorito. Entonces estaba condenado a morir lenta y agoniosamente con mi fastidio.
Antes de sentarme a pensar en la inmortalidad del cangrejo hojee un libro que me desintereso desde las primeras noventas páginas, ese título era uno de los favoritos de Katherine, pero a mí me desagrado desde el principio. Luego fui a pasearme por la casa y encontré con que era de un estilo neoclásico, algo que no me interesaba mucho y deje al momento. Luego me senté y mire en la pantalla plana un partido que prometía no llegar a un resultado interesante, desistí y la apague ya que lo demás no llamaba mi atención.
Los minutos pasaron incontables y mi fastidio creció, así que pensé que la mejor forma de distraerme era mandándole mensajes a Katherine. No duramos mucho masajeándonos, ya nos habíamos contado todo y ella aprecia estar bien, desde ahí fue cuando empezó el verdadero infierno. No tenía nada en que pensar, nadie a quien molestar y nada que ver en el televisor.
Miraba la nieve caer con decadencia, hasta eso más la naturaleza no cedía y parecía acompañar a mi desafortunada llegada a casa. Por primera vez en tantos años desee ser un simple humano, un mortal, alguien que pudiese dormir para deshacerse del fastidio que me absorbía a un pozo profundo y oscuro que me prometía abrazarme con la locura.
Sin más me pare y fui por una libre y un lápiz, en un tris ya estaba sentado dibujando una casa, la casa que me perteneciera en mi humanidad y extrañamente eso me fastidio aún más que leer o ver un insulso partido de futbol americano.
Suspire frustrado y desee que alguien, aunque fuera Amelia, llegara para sacarme de aquella pesadilla.
-Maldita sea... ¿Dónde diablos están todos?- Musite con frustración mientras me recostaba en el sillón.
Las horas pasaban lentas y crueles, tan inútil era el tiempo, no existía para un ser como yo y estar sentado en un lugar sin hacer nada era el infierno mismo, necesitaba acción, algo en que pensar en que entretenerme., lamentablemente no era así.
Las cosas con Anya corrían perfectamente, sin ningún error de su parte, se entregaba a su papel como lo hace una actriz, no podía amenazarla ya que no tenía las armas ni ninguna oportunidad para hacerlo.
Podía ir a molestar a Amelia, pero no se encontraba, andaba perdida en algún lugar del mundo eso me hacía extrañarla cosa completamente rara, pero al mismo tiempo estaba feliz porque no anduviera con sus comentarios insoportables, esa era una relación extraña.
Katherine estaba tan perdida como lo estaba Amelia, tal vez andaba en Forks o en New York con el humanito que me daba igual y cuyo nombre desconocía aunque me lo repitieran, alguien así no merecía ser recordado por alguien tan importante como lo era yo. Solo esperaba que ella estuviera con bien.
Yaeel andaba de caza o comprando o haciendo alguna otra cosa que lo desaburriera, me había invitado pero yo, tontamente, había preferido quedarme a morir lentamente de tedio.
Paula, no sabía dónde estaba, en España, México, Inglaterra, podía estar en cualquier lugar y con mi coche favorito. Entonces estaba condenado a morir lenta y agoniosamente con mi fastidio.
Antes de sentarme a pensar en la inmortalidad del cangrejo hojee un libro que me desintereso desde las primeras noventas páginas, ese título era uno de los favoritos de Katherine, pero a mí me desagrado desde el principio. Luego fui a pasearme por la casa y encontré con que era de un estilo neoclásico, algo que no me interesaba mucho y deje al momento. Luego me senté y mire en la pantalla plana un partido que prometía no llegar a un resultado interesante, desistí y la apague ya que lo demás no llamaba mi atención.
Los minutos pasaron incontables y mi fastidio creció, así que pensé que la mejor forma de distraerme era mandándole mensajes a Katherine. No duramos mucho masajeándonos, ya nos habíamos contado todo y ella aprecia estar bien, desde ahí fue cuando empezó el verdadero infierno. No tenía nada en que pensar, nadie a quien molestar y nada que ver en el televisor.
Miraba la nieve caer con decadencia, hasta eso más la naturaleza no cedía y parecía acompañar a mi desafortunada llegada a casa. Por primera vez en tantos años desee ser un simple humano, un mortal, alguien que pudiese dormir para deshacerse del fastidio que me absorbía a un pozo profundo y oscuro que me prometía abrazarme con la locura.
Sin más me pare y fui por una libre y un lápiz, en un tris ya estaba sentado dibujando una casa, la casa que me perteneciera en mi humanidad y extrañamente eso me fastidio aún más que leer o ver un insulso partido de futbol americano.
Suspire frustrado y desee que alguien, aunque fuera Amelia, llegara para sacarme de aquella pesadilla.
-Maldita sea... ¿Dónde diablos están todos?- Musite con frustración mientras me recostaba en el sillón.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Edad : 32
Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Andaba tan contenta con la noticia de que me iría unos meses a pasear con Andres que antes de partir decidí visitar a Kath a San Petersburgo para avisarle, y darle la buena nueva, así compartir mi casi comprada felicidad.
Quise dejar a Andres en Forks, pero se negó a estar solo, seguramente no me dejaría ni un instante sola después de decirle los planes que tenia para la "linda" Luna. Así que viajamos juntos hasta aquí, no le agradaba mucho la idea de visitar a mis amigos, pero de cualquier modo acepto.
El vuelo se me paso rapidísimo, me fascinaba escucharlo hablar de los miles de sitios que había conocido, y todas la especie marinas que solo el sabia que existían. Como podía tener un pecera gigante sin vidrio gracias a su magnifico don, el cual controlaba a la perfección. Para mi era bastante vergonzoso el decir que tenia un don impresionante pero que por falta de uso casi nunca podía controlarlo, y que cuando enfurecía salia una cosa masiva e imparable hasta que se me pasara por completo el enojo, así que preferí omitir ese insignificante detalle y no le dije nada sobre mi don.
Cuando llegamos a la inmensa mansión de algún modo la nieve lo hizo sentirse muy cómodo y me suplico quedarse afuera mientras me despedía de Matt y Kath; no tardaría, tal ves un par de minutos y ya.
La puerta no tenia puesta la chapa así que entre, como de costumbre apestaba a humano llorón, al parecer aun no se habían deshecho de ese bulto, esperaba no toparmela por ahí así que apresuraría mas mi visita.
Me encontraba en la estancia encontrando hallar un aroma familiar para poder seguirlo, pero no había nada mas que la peste. Hasta que escuche la voz de Matt gritando desde la sala, asi donde me dirigí rápidamente.
-Pues veras, yo estoy justo detrás de el sillón donde te estas ahogando de aburrimiento, ¿los demás?, sinceramente no lo se porque acabo de llegar, seria mas lógico que tu lo supieras. - dije mientras caminaba hacia el sillón donde Matt se encontraba, después me pare frente a el e inclinándome un poco le di un beso en la mejilla - hola mi querido Matt, como van las cosas?, cuanto tiempo sin verte, les eh extrañado.
Quise dejar a Andres en Forks, pero se negó a estar solo, seguramente no me dejaría ni un instante sola después de decirle los planes que tenia para la "linda" Luna. Así que viajamos juntos hasta aquí, no le agradaba mucho la idea de visitar a mis amigos, pero de cualquier modo acepto.
El vuelo se me paso rapidísimo, me fascinaba escucharlo hablar de los miles de sitios que había conocido, y todas la especie marinas que solo el sabia que existían. Como podía tener un pecera gigante sin vidrio gracias a su magnifico don, el cual controlaba a la perfección. Para mi era bastante vergonzoso el decir que tenia un don impresionante pero que por falta de uso casi nunca podía controlarlo, y que cuando enfurecía salia una cosa masiva e imparable hasta que se me pasara por completo el enojo, así que preferí omitir ese insignificante detalle y no le dije nada sobre mi don.
Cuando llegamos a la inmensa mansión de algún modo la nieve lo hizo sentirse muy cómodo y me suplico quedarse afuera mientras me despedía de Matt y Kath; no tardaría, tal ves un par de minutos y ya.
La puerta no tenia puesta la chapa así que entre, como de costumbre apestaba a humano llorón, al parecer aun no se habían deshecho de ese bulto, esperaba no toparmela por ahí así que apresuraría mas mi visita.
Me encontraba en la estancia encontrando hallar un aroma familiar para poder seguirlo, pero no había nada mas que la peste. Hasta que escuche la voz de Matt gritando desde la sala, asi donde me dirigí rápidamente.
-Pues veras, yo estoy justo detrás de el sillón donde te estas ahogando de aburrimiento, ¿los demás?, sinceramente no lo se porque acabo de llegar, seria mas lógico que tu lo supieras. - dije mientras caminaba hacia el sillón donde Matt se encontraba, después me pare frente a el e inclinándome un poco le di un beso en la mejilla - hola mi querido Matt, como van las cosas?, cuanto tiempo sin verte, les eh extrañado.
Maria Paula- Vampiro Carnivoro
- Cantidad de envíos : 78
Edad : 32
Fecha de inscripción : 09/09/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Deje que cada paso de la manecilla del reloj me sumergiera en un hoyo al cual ya estaba completamente destinado. Cerré mis ojos y deje de pensar en lo aburrido que se tornaba aquella casa. Ahora el hoyo negro me tragaba rápidamente, como lo hace el cazador al devorar a su presa, sin tener paciencia para deleitarse con su dulce y apreciable sabor de la riqueza.
Imágenes de mi pasado iban y venían a mi cabeza. Recuerdos que tenía muy grabados y que deseaba con fervor borrar de ahí. Esos recuerdos de un Matthew cariñoso y bondadoso, amable y considerado, alguien débil y estúpido. Eso era con lo que debía cargar y que arrastraba a pesadumbre sobre mi espalada.
Una imagen completamente repugnante me asalto de la nada.
Era un 8 de diciembre del año de 1879. El frío invierno comenzaba a hacerse presente cada insignificante segundo. La noche amenazaba con abrazarnos en sus tinieblas. Todo el pueblo estaba invitado a nuestra enorme mansión a causa de la celebración de mi vigésimo cumpleaños. Todo parecía ir a la perfección, toda la atención era para mí y me sentía completamente alagado por eso.
Todas las damas del lugar soñaban con ser mi pareja aquella noche y todos los magníficos y costosos regalos eran para mí, como si fuera el rey en aquellos momentos. Ese era mi sueño hecho realidad, y lo mejor de todo era que Robert se volvía insignificante a mi lado. La velada paso sin ningún agravio, sin ninguna imperfección.
Al día siguiente de mi magnifico cumpleaños todos hablaban sobre esa fiesta y que había sido la mejor del siglo y, obviamente, se hablaba de mí.
La mañana pasó igual de tranquila que las otras. Mi padre se encontraba ausente esa mañana, tal vez paseaba por los jardines o por la plaza, no lo sabía y no me interesaba dado a que él se había ganado mi desprecio con el paso de los años.
El sol ya estaba puesto en lo más alto del cielo haciéndome saber que el medio día estaba presente. Paseaba por el gran jardín que alguna vez le perteneciera a mi madre, aquel que tanto amaba y cuidaba como su más preciado tesoro. Mi paz prometía durar el tiempo que me encontrara solo, pero para mi desgracia no vivía tal y como yo quería, mi padre y mi hermano me hacían compañía.
Las horas pasaron al igual que pasa un relámpago, no me daba cuenta que cada vez se acercaba la hora del té y que debía ir a acompañar a los dos hombres con los que convivía.
Sin ser completamente consiente de la hora que marcaba la manecilla del reloj la deje pasar como se deja pasar algo insulso. Al rato de que me percate de mi falta a la hora familiar corrí por los enormes jardines para esperar encontrarme aun con mi padre y con Robert.
Tal como esperaba ellos estaban ahí sentados y recién acababan de terminar con el té.
Ese fue el pretexto que desato la furia de mi padre. El comenzó a gritar como loco, insultándome y comparándome con el despreciable ser que teníamos en frente. Le conteste de la misma manera en la que él me había gritoneado, y el enfrentamiento surgió. Ambos éramos de un carácter fuerte y mi "rebeldía" solamente le servía para insultarme. No planeaba pasar la noche ahí, esa y ninguna otra. Subí corriendo a mi habitación e hice una maleta para luego salir por la puerta principal a tentar a mi suerte.
Al parecer mi suerte había sido mejor que la de ellos dos, agradecía tener esta vida, ser alguien perfecto e inigualable, no tener a ese par de hombres a mi lado recalcándome lo que no había sido y que ahora era, algo que mi padre no deseaba que me convirtiera.
Mis pensamientos comenzaron a desvanecerse conforme un olor familiar se hacía presente en la sala con fuerza. Alguien había llegado a mi auxilio, a mi suplica. Abrí mis ojos con calma y mire el techo esperando escuchar quien era mi acompañante.
Paula no se hizo esperar más, su voz cantarina y arrogante se hizo presente en la habitación y formo un eco, aprecia estar abandonada aquella casa.
Me incorpore rápidamente y le regale una sonrisa de lado.
-Paula yo acabo de llegar al igual que tú, así que no tengo idea de donde se encuentren todos.- Musite mientras ella besaba mi mejilla.- Créeme, suelo causar el efecto de añoranza cuando me conoces.- Dije con una carcajada suave- La pregunta es ¿Dónde has estado tú?
Me acomode de tal forma en que le deje un espacio y palmee a un lado para que se sentara.
Imágenes de mi pasado iban y venían a mi cabeza. Recuerdos que tenía muy grabados y que deseaba con fervor borrar de ahí. Esos recuerdos de un Matthew cariñoso y bondadoso, amable y considerado, alguien débil y estúpido. Eso era con lo que debía cargar y que arrastraba a pesadumbre sobre mi espalada.
Una imagen completamente repugnante me asalto de la nada.
Era un 8 de diciembre del año de 1879. El frío invierno comenzaba a hacerse presente cada insignificante segundo. La noche amenazaba con abrazarnos en sus tinieblas. Todo el pueblo estaba invitado a nuestra enorme mansión a causa de la celebración de mi vigésimo cumpleaños. Todo parecía ir a la perfección, toda la atención era para mí y me sentía completamente alagado por eso.
Todas las damas del lugar soñaban con ser mi pareja aquella noche y todos los magníficos y costosos regalos eran para mí, como si fuera el rey en aquellos momentos. Ese era mi sueño hecho realidad, y lo mejor de todo era que Robert se volvía insignificante a mi lado. La velada paso sin ningún agravio, sin ninguna imperfección.
Al día siguiente de mi magnifico cumpleaños todos hablaban sobre esa fiesta y que había sido la mejor del siglo y, obviamente, se hablaba de mí.
La mañana pasó igual de tranquila que las otras. Mi padre se encontraba ausente esa mañana, tal vez paseaba por los jardines o por la plaza, no lo sabía y no me interesaba dado a que él se había ganado mi desprecio con el paso de los años.
El sol ya estaba puesto en lo más alto del cielo haciéndome saber que el medio día estaba presente. Paseaba por el gran jardín que alguna vez le perteneciera a mi madre, aquel que tanto amaba y cuidaba como su más preciado tesoro. Mi paz prometía durar el tiempo que me encontrara solo, pero para mi desgracia no vivía tal y como yo quería, mi padre y mi hermano me hacían compañía.
Las horas pasaron al igual que pasa un relámpago, no me daba cuenta que cada vez se acercaba la hora del té y que debía ir a acompañar a los dos hombres con los que convivía.
Sin ser completamente consiente de la hora que marcaba la manecilla del reloj la deje pasar como se deja pasar algo insulso. Al rato de que me percate de mi falta a la hora familiar corrí por los enormes jardines para esperar encontrarme aun con mi padre y con Robert.
Tal como esperaba ellos estaban ahí sentados y recién acababan de terminar con el té.
Ese fue el pretexto que desato la furia de mi padre. El comenzó a gritar como loco, insultándome y comparándome con el despreciable ser que teníamos en frente. Le conteste de la misma manera en la que él me había gritoneado, y el enfrentamiento surgió. Ambos éramos de un carácter fuerte y mi "rebeldía" solamente le servía para insultarme. No planeaba pasar la noche ahí, esa y ninguna otra. Subí corriendo a mi habitación e hice una maleta para luego salir por la puerta principal a tentar a mi suerte.
Al parecer mi suerte había sido mejor que la de ellos dos, agradecía tener esta vida, ser alguien perfecto e inigualable, no tener a ese par de hombres a mi lado recalcándome lo que no había sido y que ahora era, algo que mi padre no deseaba que me convirtiera.
Mis pensamientos comenzaron a desvanecerse conforme un olor familiar se hacía presente en la sala con fuerza. Alguien había llegado a mi auxilio, a mi suplica. Abrí mis ojos con calma y mire el techo esperando escuchar quien era mi acompañante.
Paula no se hizo esperar más, su voz cantarina y arrogante se hizo presente en la habitación y formo un eco, aprecia estar abandonada aquella casa.
Me incorpore rápidamente y le regale una sonrisa de lado.
-Paula yo acabo de llegar al igual que tú, así que no tengo idea de donde se encuentren todos.- Musite mientras ella besaba mi mejilla.- Créeme, suelo causar el efecto de añoranza cuando me conoces.- Dije con una carcajada suave- La pregunta es ¿Dónde has estado tú?
Me acomode de tal forma en que le deje un espacio y palmee a un lado para que se sentara.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Edad : 32
Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Estar en esa mansión completa de un silencio sepulcral me enfermaba hasta el punto de quererme aventar a la chimenea y arder ahí dentro.
Yaeel había salido a tomar el aire, Amelia a cazar, Katherine, Matt y Paula no sabía nada, tenía mucho que desaparecieran de la casa. Ahora los únicos inquilinos ahí éramos los hermanos obsesionados y yo.
Y parecía, que después de todo, había sido mala idea quedarme en la casa y no acompañar a Yaeel en su monótona rutina.
Me postraba sobre mi lecho leyendo un libro por bastante tiempo, las horas corrieron lentas y nada cambiaba dentro del lugar. Nadie llegaba, parecían estar tan absortos en sus actividades, haciendo algo por sus vidas mientras yo me pudría dentro de esa cosa. Sin más avente el libro a un lado, me puse un abrigo y salte por el ventanal.
Corría a gran velocidad, metiéndome cada vez más a las entrañas del bosque buscando algún animal que cazar, la fresca sangre que aliviara mi incesante sed. A unos cuantos metros de donde me encontraba visualice a una manada de alces, sin siquiera pensarlo me abalance sobre uno de ellos, el más grande, y sacie aquella amedrentadora sed.
Luego de acabar con mi presa la enterré y camine de regreso a la casa vacía. Mis pasos eran deliberadamente lentos. Dejaba que la nieve que caía cubriera mi acaramelado cabello y se estampara contra mi rostro, donde se convertía en agua a causa de mi temperatura. Todo el bosque estaba repleto de aquella masa blanca.
Mientras miraba caer la nieve y caminaba a pasos exageradamente lentos mi mente ideaba planes para que Amelia no se acercara a Franco, estaba claro que usaría cualquier pretexto para ir en su busca y vengarse de alguna forma de mí, eso hizo que dirigiera mis ojos al gran moretón que se había formado alrededor de mi muñeca con la forma de la mano de Amelia. No tenía muchas opciones en la baraja que tenía mi mano. La única forma que se me ocurría era ir y romperle el corazón, pero ¿Cómo?
Estaba claro que debía comportarme fría con él, no dejar que aquel cálido cariño me abrazara y se aferrara a mí, por el contrario, debía comportarme como lo hacían las vampiras con las que ahora convivía. Tal vez un cambio interno no funcionaria, debía ser algo externo también. Sabía que Amelia no estaría dispuesta a ayudarme con aquel plan, solo quedaban Katherine y Paula, las cuales estaba desaparecidas.
Suspire y camine a pasos más veloces hasta llegar a la casa. Estando a un costado vi algo que jamás creí ver. Andrés admiraba la casa desde un ángulo donde no podía verme. Podía hacer dos cosas, la primera era correr y decirle que avisara a Luna donde estaba y que vinieran a mi rescate, pero si hacia eso ellos correrían un grave peligro; la segunda era ignorarlo y seguir mi camino dentro de la casa. Hice caso a la segunda opción, no quería ver a nadie muerto.
Ver a Andrés fuera de la casa me hizo preguntarme que hacia el ahí, tal vez simple coincidencia del destino.
Me metí en la casa y pude escuchar claramente la voz de Matt canturrear algunas palabras a otra persona que lo acompañaba. Sonreí y me sentí extrañamente aliviada de tenerlo ahí. Camine a pasos veloces y pronto me encontré en la sala.
Matt yacía sentado en el sofá y Paula frente a el parada. Sin hacer mucho caso a la vampira me acerque a ellos.
-Matt, cuanto tiempo sin saber de ti, se te extrañaba.- Dije en tono cálido, algo extraño. Parecía tenerle cierto afecto al hombre que me había secuestrado.- También a ti Paula.- Dije con menos calidez.
Yaeel había salido a tomar el aire, Amelia a cazar, Katherine, Matt y Paula no sabía nada, tenía mucho que desaparecieran de la casa. Ahora los únicos inquilinos ahí éramos los hermanos obsesionados y yo.
Y parecía, que después de todo, había sido mala idea quedarme en la casa y no acompañar a Yaeel en su monótona rutina.
Me postraba sobre mi lecho leyendo un libro por bastante tiempo, las horas corrieron lentas y nada cambiaba dentro del lugar. Nadie llegaba, parecían estar tan absortos en sus actividades, haciendo algo por sus vidas mientras yo me pudría dentro de esa cosa. Sin más avente el libro a un lado, me puse un abrigo y salte por el ventanal.
Corría a gran velocidad, metiéndome cada vez más a las entrañas del bosque buscando algún animal que cazar, la fresca sangre que aliviara mi incesante sed. A unos cuantos metros de donde me encontraba visualice a una manada de alces, sin siquiera pensarlo me abalance sobre uno de ellos, el más grande, y sacie aquella amedrentadora sed.
Luego de acabar con mi presa la enterré y camine de regreso a la casa vacía. Mis pasos eran deliberadamente lentos. Dejaba que la nieve que caía cubriera mi acaramelado cabello y se estampara contra mi rostro, donde se convertía en agua a causa de mi temperatura. Todo el bosque estaba repleto de aquella masa blanca.
Mientras miraba caer la nieve y caminaba a pasos exageradamente lentos mi mente ideaba planes para que Amelia no se acercara a Franco, estaba claro que usaría cualquier pretexto para ir en su busca y vengarse de alguna forma de mí, eso hizo que dirigiera mis ojos al gran moretón que se había formado alrededor de mi muñeca con la forma de la mano de Amelia. No tenía muchas opciones en la baraja que tenía mi mano. La única forma que se me ocurría era ir y romperle el corazón, pero ¿Cómo?
Estaba claro que debía comportarme fría con él, no dejar que aquel cálido cariño me abrazara y se aferrara a mí, por el contrario, debía comportarme como lo hacían las vampiras con las que ahora convivía. Tal vez un cambio interno no funcionaria, debía ser algo externo también. Sabía que Amelia no estaría dispuesta a ayudarme con aquel plan, solo quedaban Katherine y Paula, las cuales estaba desaparecidas.
Suspire y camine a pasos más veloces hasta llegar a la casa. Estando a un costado vi algo que jamás creí ver. Andrés admiraba la casa desde un ángulo donde no podía verme. Podía hacer dos cosas, la primera era correr y decirle que avisara a Luna donde estaba y que vinieran a mi rescate, pero si hacia eso ellos correrían un grave peligro; la segunda era ignorarlo y seguir mi camino dentro de la casa. Hice caso a la segunda opción, no quería ver a nadie muerto.
Ver a Andrés fuera de la casa me hizo preguntarme que hacia el ahí, tal vez simple coincidencia del destino.
Me metí en la casa y pude escuchar claramente la voz de Matt canturrear algunas palabras a otra persona que lo acompañaba. Sonreí y me sentí extrañamente aliviada de tenerlo ahí. Camine a pasos veloces y pronto me encontré en la sala.
Matt yacía sentado en el sofá y Paula frente a el parada. Sin hacer mucho caso a la vampira me acerque a ellos.
-Matt, cuanto tiempo sin saber de ti, se te extrañaba.- Dije en tono cálido, algo extraño. Parecía tenerle cierto afecto al hombre que me había secuestrado.- También a ti Paula.- Dije con menos calidez.
Anya Andrew- Semi-Vampiro
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Edad : 32
Fecha de inscripción : 27/02/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
El amor de mi casi hermana Kath lucia tan perfecto como siempre, como si tuviera preparado el dialogo para cualquier conversación.
Me hizo un pequeño espacio en el sillón para tomar asiento, el tampoco sabia donde andaban todos, pero pronto llego la personita que parecía haber estado aquí el tiempo de nuestra ausencia, la híbrida, con su carscabelito que tenia por corazón.
No tenia espacio dentro de mi con tanta felicidad que traía, la mire extrañada al decirme que "también a mi se me había extrañado" jajajajaja, sabia mentir la pequeña, de cualquier modo se pudo sentir el alivio que sintió al ver a Matt, algo raro siendo el quien la había separado de su vida y su familia "perfecta".
Tome asiento junto a Matt, y y mi felicidad se proyecto aun mas en mi rostro cuando por simple impulso le sonreí a la niña. Se me hizo raro pero aun así hable - tenias razón Matt, ya somos dos que te añorábamos - dije mirando a Anya como en comentario de que yo también lo había extrañado, y después conteste la pregunta de Matt - pues veras, primero fui a Italia a visitar a un viejo amigo y a su prometida, la hermana de su quería Luna - haciendo notar que ambos la apreciaban - y de ahí fui a México donde recibí una excelente propuesta que no quise rechazar, y justo ahora lo tengo esperándome en el jardín.
Me era imposible no hablar de lo mas magnifico que me acababa de ocurrir, aun que en cierto modo Andres podía estarlo haciendo solo para cuidar de Luna, tal y como Anya lo estaba haciendo ahora, quedarse aquí y portarse bien si no quería pagar las consecuencias con "vidas" ajenas.
Justo en ese momento me pregunte que se encontraría haciendo en este instante, lamentablemente los ventanales de esta habitación daban hacia el patio trasero y era imposible verlo. Me vi enormemente tentada en levantarme como una completa loca y salir por el, pero no era lo correcto, el me había pedido espacio para no estar con mis amigos, y era lo mejor si no quería arruinar el plan de Matt.
Ahora que lo pensaba, ¿donde se encontraba Anya hasta hace unos segundos?, al entrar no escuche su palpitar alocado, lo que indicaba que estaba afuera, pues los días que pase aquí, siempre escuche su corazón, encontrándome incluso en la habitación mas lejana, solo dejaba de escucharse en el jardín, cuando se mezclaba con el resto de la naturaleza.
Si estaba afuera, seguro vio a Andres, y ella mismo lo estaba ocultando.
Me hizo un pequeño espacio en el sillón para tomar asiento, el tampoco sabia donde andaban todos, pero pronto llego la personita que parecía haber estado aquí el tiempo de nuestra ausencia, la híbrida, con su carscabelito que tenia por corazón.
No tenia espacio dentro de mi con tanta felicidad que traía, la mire extrañada al decirme que "también a mi se me había extrañado" jajajajaja, sabia mentir la pequeña, de cualquier modo se pudo sentir el alivio que sintió al ver a Matt, algo raro siendo el quien la había separado de su vida y su familia "perfecta".
Tome asiento junto a Matt, y y mi felicidad se proyecto aun mas en mi rostro cuando por simple impulso le sonreí a la niña. Se me hizo raro pero aun así hable - tenias razón Matt, ya somos dos que te añorábamos - dije mirando a Anya como en comentario de que yo también lo había extrañado, y después conteste la pregunta de Matt - pues veras, primero fui a Italia a visitar a un viejo amigo y a su prometida, la hermana de su quería Luna - haciendo notar que ambos la apreciaban - y de ahí fui a México donde recibí una excelente propuesta que no quise rechazar, y justo ahora lo tengo esperándome en el jardín.
Me era imposible no hablar de lo mas magnifico que me acababa de ocurrir, aun que en cierto modo Andres podía estarlo haciendo solo para cuidar de Luna, tal y como Anya lo estaba haciendo ahora, quedarse aquí y portarse bien si no quería pagar las consecuencias con "vidas" ajenas.
Justo en ese momento me pregunte que se encontraría haciendo en este instante, lamentablemente los ventanales de esta habitación daban hacia el patio trasero y era imposible verlo. Me vi enormemente tentada en levantarme como una completa loca y salir por el, pero no era lo correcto, el me había pedido espacio para no estar con mis amigos, y era lo mejor si no quería arruinar el plan de Matt.
Ahora que lo pensaba, ¿donde se encontraba Anya hasta hace unos segundos?, al entrar no escuche su palpitar alocado, lo que indicaba que estaba afuera, pues los días que pase aquí, siempre escuche su corazón, encontrándome incluso en la habitación mas lejana, solo dejaba de escucharse en el jardín, cuando se mezclaba con el resto de la naturaleza.
Si estaba afuera, seguro vio a Andres, y ella mismo lo estaba ocultando.
Maria Paula- Vampiro Carnivoro
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Edad : 32
Fecha de inscripción : 09/09/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
La desesperación y la frustración desaparecieron lentamente, con un pesar excesivo. Parecería que mi tedio no quería tener ni una sola interrupción, quería comerme lentamente y matarme con un insufrible dolor.
Miraba a la cómplice de Katherine, quien sabe desde hace cuánto se conocían. Algo en ella había cambiado, su mirada reflejaba una chispa de felicidad, aquella que estuviera opaca durante un largo tiempo, según mis suposiciones, aquella que solo tenía un momento de deslumbre cuando se encontraba con nuestra Katherine.
No conocía del todo a Paula, pero por el dolor y tristeza que dominaban y reflejaban sus grandes ojos rojos lo deducía todo. La soledad la abrazaba con brazos de hierro indestructibles, y ahora aprecia haber doblegado aquellas cadenas de la soledad, así como lo hiciera yo cuando conociera a Katherine.
Sonreí de lado y al momento supe que mi soledad ya no sería mi más mi suplicio al cual estaba condenado.
Un piqueteo constante me hizo saber que Anya había llegado a casa acompañada de un olor repugnante a sangre animal fresca. Ese aroma dulzón que tanto la caracterizaba era por su dieta vegetariana como la de Yaeel.
En cuestión de segundos apareció frente a nosotros. Estaba igual como la recordaba, con su cabello largo y perfectamente peinado en rizos color caramelos, toda pálida con sus mejillas rosadas como teniendo unos pétalos de rosas pegados a ellas y sus grandes ojos verdes cono el jade. Sonreía satisfecha de tenernos ahí, tal vez estaba tan aburrida como yo.
Paula no se hizo mucho del rogar y se sentó al mismo tiempo en el que Anya me hablaba en un tono amable, e incluso cálido. Tal vez después de todo había logrado tomarnos cariño y acostumbrase a nosotros, lamentablemente yo me había encariñado con la niña, ahora era como una pequeña hermana.
-Anya, cielo, cuanto tiempo sin verte. La verdad yo también te extrañaba pequeña.-Musite en tono arrullador y pase un brazo por detrás de la espalda de Paula, regalándole mi atención.- Anya, siéntate por favor. Entonces quieres decir que te vas.- Asegure pasándome la otra mano sobre mi cabello negro como la noche.
Era imposible ahora todo el mundo tomaba rumbos diferente, aunque eran completamente libres de hacer lo que quisieran. Sentía un revoloteo extraño dentro de mi estómago, un sentimiento inexplicable al saber que tal vez tardaría años en volver a ver a Paula.
Miraba a la cómplice de Katherine, quien sabe desde hace cuánto se conocían. Algo en ella había cambiado, su mirada reflejaba una chispa de felicidad, aquella que estuviera opaca durante un largo tiempo, según mis suposiciones, aquella que solo tenía un momento de deslumbre cuando se encontraba con nuestra Katherine.
No conocía del todo a Paula, pero por el dolor y tristeza que dominaban y reflejaban sus grandes ojos rojos lo deducía todo. La soledad la abrazaba con brazos de hierro indestructibles, y ahora aprecia haber doblegado aquellas cadenas de la soledad, así como lo hiciera yo cuando conociera a Katherine.
Sonreí de lado y al momento supe que mi soledad ya no sería mi más mi suplicio al cual estaba condenado.
Un piqueteo constante me hizo saber que Anya había llegado a casa acompañada de un olor repugnante a sangre animal fresca. Ese aroma dulzón que tanto la caracterizaba era por su dieta vegetariana como la de Yaeel.
En cuestión de segundos apareció frente a nosotros. Estaba igual como la recordaba, con su cabello largo y perfectamente peinado en rizos color caramelos, toda pálida con sus mejillas rosadas como teniendo unos pétalos de rosas pegados a ellas y sus grandes ojos verdes cono el jade. Sonreía satisfecha de tenernos ahí, tal vez estaba tan aburrida como yo.
Paula no se hizo mucho del rogar y se sentó al mismo tiempo en el que Anya me hablaba en un tono amable, e incluso cálido. Tal vez después de todo había logrado tomarnos cariño y acostumbrase a nosotros, lamentablemente yo me había encariñado con la niña, ahora era como una pequeña hermana.
-Anya, cielo, cuanto tiempo sin verte. La verdad yo también te extrañaba pequeña.-Musite en tono arrullador y pase un brazo por detrás de la espalda de Paula, regalándole mi atención.- Anya, siéntate por favor. Entonces quieres decir que te vas.- Asegure pasándome la otra mano sobre mi cabello negro como la noche.
Era imposible ahora todo el mundo tomaba rumbos diferente, aunque eran completamente libres de hacer lo que quisieran. Sentía un revoloteo extraño dentro de mi estómago, un sentimiento inexplicable al saber que tal vez tardaría años en volver a ver a Paula.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Creí, por un instante, que ambos vampiros se mostrarían tan fríos como lo eran, pero en cambio se mostraron cálidos conmigo. Me extraño un poco de Paula ya que yo tenía entendido que ella no me soportaba, o solo fingía con Matt, no sabía muy bien aquel asunto.
Observe como Paula se sentaba junto a Matt al mismo tiempo que este me invitaba a hacer lo mismo. Seguí el ejemplo de mi compañera y me senté en el sofá, frente a los vampiros que a simple vista podían hacerse pasar como hermanos.
Miraba atenta a Paula. Tenía un aspecto raro, no se veía igual a como la había conocido, algo cambiaba en ella.
Ya no había ni un atisbo de esa actitud fría, arrogante y amargada, ahora tenía un rayo deslumbrador de alegría, opacando a los otros sentimientos. La felicidad la invadía de pies a cabeza y no podía cargar con ella.
Paula y Matt intercambiaron un par de palabras. Parecía que Paula se iba de la casa, Matt no tenía planeado hacer lo mismo sin su Katherine. Paula miraba con ansiedad sobre su hombro, esperando ver algo a través de las paredes. Yo sabía muy bien porque estaba desesperadamente ansiosa para salir.
-Andrés.-Murmure sin siquiera pensarlo. Mis ojos se dirigieron directamente a Paula con expresión cautelosa, esperando no haber cometido una indiscreción al mencionar el nombre.
Deje que el silencio me dominara, no quería abrir la bocota para cometer otra posible indiscreción. Ahora debía centrarme mejor en mis planes, debía cambiar y ahí se encontraba la persona que podía ayudarme a llenar perfectamente bien mis expectativas.
No sabía cómo pedírselo a ella, no teníamos buena comunicación y no sabía cómo podría reaccionar si se lo pedía directamente, mejor se lo diría a Matt, tal vez él se lo pidiera por mí.
-Matt, he estado pensando muy bien las cosas y me parece que es mejor que hagamos ciertos cambios...A mi persona.- Musite con calma y confianza, clavándole la mirada al vampiro.- Tú me prometiste que mi familia estaría bien siempre y cuando yo hiciera esto, y resulta ser que Amelia esta amenazándome con ir y dañarlos... Debes de mantener tu promesa Matt.- Dije en un susurro para que Andrés no escuchara mi voz y alzaba la mano mostrando el cardenal que la vampira me había provocado días atrás.
Observe como Paula se sentaba junto a Matt al mismo tiempo que este me invitaba a hacer lo mismo. Seguí el ejemplo de mi compañera y me senté en el sofá, frente a los vampiros que a simple vista podían hacerse pasar como hermanos.
Miraba atenta a Paula. Tenía un aspecto raro, no se veía igual a como la había conocido, algo cambiaba en ella.
Ya no había ni un atisbo de esa actitud fría, arrogante y amargada, ahora tenía un rayo deslumbrador de alegría, opacando a los otros sentimientos. La felicidad la invadía de pies a cabeza y no podía cargar con ella.
Paula y Matt intercambiaron un par de palabras. Parecía que Paula se iba de la casa, Matt no tenía planeado hacer lo mismo sin su Katherine. Paula miraba con ansiedad sobre su hombro, esperando ver algo a través de las paredes. Yo sabía muy bien porque estaba desesperadamente ansiosa para salir.
-Andrés.-Murmure sin siquiera pensarlo. Mis ojos se dirigieron directamente a Paula con expresión cautelosa, esperando no haber cometido una indiscreción al mencionar el nombre.
Deje que el silencio me dominara, no quería abrir la bocota para cometer otra posible indiscreción. Ahora debía centrarme mejor en mis planes, debía cambiar y ahí se encontraba la persona que podía ayudarme a llenar perfectamente bien mis expectativas.
No sabía cómo pedírselo a ella, no teníamos buena comunicación y no sabía cómo podría reaccionar si se lo pedía directamente, mejor se lo diría a Matt, tal vez él se lo pidiera por mí.
-Matt, he estado pensando muy bien las cosas y me parece que es mejor que hagamos ciertos cambios...A mi persona.- Musite con calma y confianza, clavándole la mirada al vampiro.- Tú me prometiste que mi familia estaría bien siempre y cuando yo hiciera esto, y resulta ser que Amelia esta amenazándome con ir y dañarlos... Debes de mantener tu promesa Matt.- Dije en un susurro para que Andrés no escuchara mi voz y alzaba la mano mostrando el cardenal que la vampira me había provocado días atrás.
Anya Andrew- Semi-Vampiro
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Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Casi al mismo tiempo que Matt aseguro mi partida, Anya nombro al causante , "Andres", y al instante la mire y sin explicármelo le sonreí dulcemente, fue algo así como decirle "RESPUESTA CORRECTA, HAS GANADO LOS 10 MILLONES DE EUROS!!!!, pero no, solo sonreí, no quise responderle a Matt, pues era mas que obvio que me iba y el lo sabia muy bien..
Después de menos de un segundo Anya cambio de tema, interesante lo que la chica decía, mi ceja izquierda se levanto al ver el moretón que Amelia le había causado, había un conflicto en casa y esa loca quería hacerle daño a la familia de Anya, y de algún modo esperaba que Matt la detuviera; lo cual era complicado, con lo poco que la conocía no era alguien que se anduviera con rodeos y no aceptaría que Matt le impidiera lograr hacerle daño a Anya, a quien parecía tenerle mucha envidia.
De cualquier modo en esta casa nadie se enteraría del costo que tendría para Andres el dejarme en "libertad", si lo sabían, Anya pediría a Matt que me detuviera, y no quería terminar con esa amistad que teníamos por algo tan insignificante como lo era Luna.
-Uh esa mujer si que esta loca, eso o como su vida es tan aburrida, lo único que encuentra divertido por hacer es dañar, que aburrido...-claro yo lo había echo en infinidad de ocasiones, pero nunca como mi gran pasatiempo, prefería comprar cosas, jugar con los hombres, ir a fiestas, en fin, muchas cosas mas que solo dañar gente.
La chica se veía un poco triste como desde que había llegado, y seguro que Andres también lo estaba, al volver a su casa y no encontrar a nadie para despedirse, seguro les haría bien ver a alguien conocido, ya que no estaba segura de que mantuvieran una excelente relación; seguro Andres mantendría bien cerrado el pico, ademas que había prometido no comunicarse con ellos; fue así como se me ocurrió una tal ves no tan buena idea que dejaría para un momento después de analizar que tan bien sonaría mi propuesta.
Después de menos de un segundo Anya cambio de tema, interesante lo que la chica decía, mi ceja izquierda se levanto al ver el moretón que Amelia le había causado, había un conflicto en casa y esa loca quería hacerle daño a la familia de Anya, y de algún modo esperaba que Matt la detuviera; lo cual era complicado, con lo poco que la conocía no era alguien que se anduviera con rodeos y no aceptaría que Matt le impidiera lograr hacerle daño a Anya, a quien parecía tenerle mucha envidia.
De cualquier modo en esta casa nadie se enteraría del costo que tendría para Andres el dejarme en "libertad", si lo sabían, Anya pediría a Matt que me detuviera, y no quería terminar con esa amistad que teníamos por algo tan insignificante como lo era Luna.
-Uh esa mujer si que esta loca, eso o como su vida es tan aburrida, lo único que encuentra divertido por hacer es dañar, que aburrido...-claro yo lo había echo en infinidad de ocasiones, pero nunca como mi gran pasatiempo, prefería comprar cosas, jugar con los hombres, ir a fiestas, en fin, muchas cosas mas que solo dañar gente.
La chica se veía un poco triste como desde que había llegado, y seguro que Andres también lo estaba, al volver a su casa y no encontrar a nadie para despedirse, seguro les haría bien ver a alguien conocido, ya que no estaba segura de que mantuvieran una excelente relación; seguro Andres mantendría bien cerrado el pico, ademas que había prometido no comunicarse con ellos; fue así como se me ocurrió una tal ves no tan buena idea que dejaría para un momento después de analizar que tan bien sonaría mi propuesta.
Maria Paula- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 09/09/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
En compañía de Jane me sentía indetenible, iba en camino de un capricho más, de un futuro gozo de mi mente, un placer doloroso y sutíl.
Me sentía de froma inigualable, Katherine había mencionado a un compañero, y me dió curiosidad, no me limité y hablé con Aro por celular, comuniqué lo que sucedía, todo iba a la perfección, había logrado engañar a las Cullen con mi presencia, había logrado acelerar sus instintos sobreprotectores; el viento soplaba a mi favor, y más aún si conseguía reclutar algun vampiro, había escuchado que ése tal Matt no era alguien fácil, era un hombre de cuidado, algo tonto para mí, pues despertaba mi interés aún más ecuchar aquello.
Tras dos días logré cruzar hacia su paradero, podía localizarlo gracias a Aro, quien me transmitía toda la información que necesitaba, Aro me guió hacia San Petersburgo, a lo lejano escuchaba de él, y no sólo él, sino alguien más que estaba en su compañía, eran unas chicas, todos vampiros; sólo era cuestión de entrar a donde él se encontraba.
Yo acechaba la puerta desde una distancia corta, y decidí avanzar, como lo hize en casa de los Cullen toqué la puerta, seguida de Jane, era la única que podría necesitar, la usé desde Volterra hasta aquél lugar como mi guarda espaldas, no más, no menos, ella era perfecta para mí, ella podría complacerme con su don, si fuera necesario.
Tok-tok Sonó ranciamente la puerta, yo me paraba con un atuendo extrabagante para mí, un vestido simple y negro, con encages violeta, un atuendo que me hacía característica de mis intenciones: oscuras y dolorosas. Sonreí al pensar aquello.
-Jane, ven espera a que abran y sígue mis pasos.- Ordené fríamente, en busca de un ruido que me notificara alguien abriría la puerta. " Si no abre rápido yo abriré" Pensé de manera venébola, con una sonrisa de mejilla a mejilla, una sonrisa que mostraba maña en mí.
Me sentía de froma inigualable, Katherine había mencionado a un compañero, y me dió curiosidad, no me limité y hablé con Aro por celular, comuniqué lo que sucedía, todo iba a la perfección, había logrado engañar a las Cullen con mi presencia, había logrado acelerar sus instintos sobreprotectores; el viento soplaba a mi favor, y más aún si conseguía reclutar algun vampiro, había escuchado que ése tal Matt no era alguien fácil, era un hombre de cuidado, algo tonto para mí, pues despertaba mi interés aún más ecuchar aquello.
Tras dos días logré cruzar hacia su paradero, podía localizarlo gracias a Aro, quien me transmitía toda la información que necesitaba, Aro me guió hacia San Petersburgo, a lo lejano escuchaba de él, y no sólo él, sino alguien más que estaba en su compañía, eran unas chicas, todos vampiros; sólo era cuestión de entrar a donde él se encontraba.
Yo acechaba la puerta desde una distancia corta, y decidí avanzar, como lo hize en casa de los Cullen toqué la puerta, seguida de Jane, era la única que podría necesitar, la usé desde Volterra hasta aquél lugar como mi guarda espaldas, no más, no menos, ella era perfecta para mí, ella podría complacerme con su don, si fuera necesario.
Tok-tok Sonó ranciamente la puerta, yo me paraba con un atuendo extrabagante para mí, un vestido simple y negro, con encages violeta, un atuendo que me hacía característica de mis intenciones: oscuras y dolorosas. Sonreí al pensar aquello.
-Jane, ven espera a que abran y sígue mis pasos.- Ordené fríamente, en busca de un ruido que me notificara alguien abriría la puerta. " Si no abre rápido yo abriré" Pensé de manera venébola, con una sonrisa de mejilla a mejilla, una sonrisa que mostraba maña en mí.
Sulpicia Vulturi- Clan Vulturi
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Localización : El aburrido Forks
Fecha de inscripción : 01/04/2011
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Me encontraba en camino ah San Petersburgo todo esto del plan sucedia tan repido que resultaba un poco agotador pero realmente no me importaba tenia toda la eternidad y por ser los estupidos Cullen`s me podria llevar hasta un poco mas.
Llevaba mi fina capa negra con un vestido strapples color vino que llegaba hasta las rodillas resultaba hermoso pero elegante tambien indicado para ir con nuevas victimas oh nuevos complices, en unos momentos lo sabria.
Sin mas segui las ordenes de Sulpicia sin quejarme porque me encantaban las primeras impresiones mas recibir ah aquellos desconocidos era como un reto algo que me encantaba.
Espere pacientemente sonriendo en tono de seduccion asi me hacian poner aquellos juegos y retos que manteniamos para destruir un alquelarre mas.
Llevaba mi fina capa negra con un vestido strapples color vino que llegaba hasta las rodillas resultaba hermoso pero elegante tambien indicado para ir con nuevas victimas oh nuevos complices, en unos momentos lo sabria.
Sin mas segui las ordenes de Sulpicia sin quejarme porque me encantaban las primeras impresiones mas recibir ah aquellos desconocidos era como un reto algo que me encantaba.
Espere pacientemente sonriendo en tono de seduccion asi me hacian poner aquellos juegos y retos que manteniamos para destruir un alquelarre mas.
Jane Vulturi- Clan Vulturi
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Fecha de inscripción : 20/02/2011
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Los sucesos pasan con una velocidad vertiginosa, fugaz, imparable y determinante, nada más que las decisiones bien o mal tomadas son capaces de cambiar el futuro que no está predeterminado, más que por nosotros mismos que somos los dibujantes de nuestra casa que se convierte en nuestra vida.
El hecho de que Paula se iría en busca de una aventura era más que obvio. Sonreí de lado, cada quien era libre de hacer su camino, tomar sus decisiones y hacer sus acciones, nadie era controlado por nadie, solamente Anya. El murmuro suave y melódico de la hibrida atravesó el espacio que nos separaba canturreando un nombre "Andrés", al dueño de ese nombre no lo conocía. Habían tantos hombre y vampiros teniendo ese nombre, conocía a varios de ellos y no creía que Paula lo conociera, simplemente no me sonaba razonable.
Me encogí de hombro y mire a la hibrida tomar una posición cautelosa y por el rabillo del ojo mire a Paula estremecerse y mirar ansiosamente hacia la pared a la que le dábamos la espalda. Parecía que hombre llamado Andrés estuviera presente.
El monótono silencio nos abrazó por fugaces segundos, los cuales casi no se notaron, más los gestos de las mujeres presentes fueron tan fugaces como los relámpagos que hacen brillar el cielo negro. Anya se tornaba pensativa, hundiéndose cada vez más y más en un mar de pensamientos, mientras que Paula seguía en su deslumbrante felicidad.
Poco después Anya soltó lo que tenía que decir, a lo cual escuche atento. Era cierto, yo cuando prometía algo lo cumplía y a ella le había prometido seguridad para su familia a cambio de que ella permaneciera con mi amigo. Enseguida de terminar su frase levanto su muñeca y observe su muñeca con unos cardenales purpuras adornándola como si tuviera puesta una pulsera. Me levante rápidamente y le tome la mano con delicadeza. Mi serenidad desapareció y ahora una nube de seriedad cubría mi perfecto rostro, fruncí el ceño y luego mire a los ojos a Anya aun con su muñeca entre mi mano.
-No debes de hacerle caso a Amelia, es muy claro que esta celosa de ti amor. Yo me comprometí contigo a mantener a tu familia con bien si tú estabas aquí, y tú has cumplido por lo tanto yo debo cumplirte. Estás de acuerdo en que yo no puedo hablar con Amelia por las razones tan claras como el agua, pero me asegurare de que Katherine lo haga, tienes mi palabra.-Musite haciendo reaparecer la sonrisa tierna en mi rostro y bese su muñeca como lo hace un padre a un niño que ha cortado su dedo accidentalmente.
La paz parecía ser prometedora, nada podía hacer turbias las aguas que corrían con la pacíficamente como en un arroyuelo, pero siempre es claro que los rápidos están presente y son turbios.
Una voz de una mujer se escuchaba fuera de la casa, una voz que no le pertenecía a alguien conocido para mí. Se acercaba lentamente hacia la puerta y por lo que decía estaba acompañada por otra mujer. Entrecerré los ojos y espere a que se escuchara el llamado a mi puerta.
El llamado no se hizo esperar, el suave toc-toc apareció como un reflejo de mis pensamientos. Fruncí el ceño y me volví hacia la puerta.-Yo abro, mientras Paula hazme un favor, ¿Puedes ir a ver qué cambios necesita Anya? Pero no te alejes demasiado.-Dije en voz serena y amable, era una orden disfrazada.
Me acerque a la puerta y el aroma de un dulzón fuerte penetro por los espacios que dejaba entrar el aire, ese aroma desconocido. Había una sensación que recorría mi espalda de arriba abajo, un incesante piqueteo en mi estómago de hierro, una voz constante que gritaba en mi cabeza que estuviera prevenido y tuviese cuidado.
Tome el aroma dulzón y lo inmortalice dentro de mi memoria, para recordarlo en el futuro. Abrí la puerta de un jalón suave y las vi dos mujeres paradas.
Ambas llevaban una capa oscura de dos tonalidades diferente. La primera que era la más cercana era alta, de cabellos largos y rubios, su piel pálida como la usual y sus ojos rojos me indicaban que era una carnívora. La otra que estaba un poco lejana era igualmente rubia y pálida, con los ojos rojos. Esto solo indicaba que los famosos Vulturis me hacían el honor de visitarme, pero ¿Para qué? Lo averiguaría tan pronto lo preguntara.
Sonreí de manera deslumbradora y me pase una mano sobre mi cabello negro como el carbón y despeinado.
-Damas, a que se debe el honor de su visita. No cualquiera es dichoso de ser visitado por la Vulturis.-Musite en forma amable, clavándole la mirada a la rubia que estaba más cercana a mí.
El hecho de que Paula se iría en busca de una aventura era más que obvio. Sonreí de lado, cada quien era libre de hacer su camino, tomar sus decisiones y hacer sus acciones, nadie era controlado por nadie, solamente Anya. El murmuro suave y melódico de la hibrida atravesó el espacio que nos separaba canturreando un nombre "Andrés", al dueño de ese nombre no lo conocía. Habían tantos hombre y vampiros teniendo ese nombre, conocía a varios de ellos y no creía que Paula lo conociera, simplemente no me sonaba razonable.
Me encogí de hombro y mire a la hibrida tomar una posición cautelosa y por el rabillo del ojo mire a Paula estremecerse y mirar ansiosamente hacia la pared a la que le dábamos la espalda. Parecía que hombre llamado Andrés estuviera presente.
El monótono silencio nos abrazó por fugaces segundos, los cuales casi no se notaron, más los gestos de las mujeres presentes fueron tan fugaces como los relámpagos que hacen brillar el cielo negro. Anya se tornaba pensativa, hundiéndose cada vez más y más en un mar de pensamientos, mientras que Paula seguía en su deslumbrante felicidad.
Poco después Anya soltó lo que tenía que decir, a lo cual escuche atento. Era cierto, yo cuando prometía algo lo cumplía y a ella le había prometido seguridad para su familia a cambio de que ella permaneciera con mi amigo. Enseguida de terminar su frase levanto su muñeca y observe su muñeca con unos cardenales purpuras adornándola como si tuviera puesta una pulsera. Me levante rápidamente y le tome la mano con delicadeza. Mi serenidad desapareció y ahora una nube de seriedad cubría mi perfecto rostro, fruncí el ceño y luego mire a los ojos a Anya aun con su muñeca entre mi mano.
-No debes de hacerle caso a Amelia, es muy claro que esta celosa de ti amor. Yo me comprometí contigo a mantener a tu familia con bien si tú estabas aquí, y tú has cumplido por lo tanto yo debo cumplirte. Estás de acuerdo en que yo no puedo hablar con Amelia por las razones tan claras como el agua, pero me asegurare de que Katherine lo haga, tienes mi palabra.-Musite haciendo reaparecer la sonrisa tierna en mi rostro y bese su muñeca como lo hace un padre a un niño que ha cortado su dedo accidentalmente.
La paz parecía ser prometedora, nada podía hacer turbias las aguas que corrían con la pacíficamente como en un arroyuelo, pero siempre es claro que los rápidos están presente y son turbios.
Una voz de una mujer se escuchaba fuera de la casa, una voz que no le pertenecía a alguien conocido para mí. Se acercaba lentamente hacia la puerta y por lo que decía estaba acompañada por otra mujer. Entrecerré los ojos y espere a que se escuchara el llamado a mi puerta.
El llamado no se hizo esperar, el suave toc-toc apareció como un reflejo de mis pensamientos. Fruncí el ceño y me volví hacia la puerta.-Yo abro, mientras Paula hazme un favor, ¿Puedes ir a ver qué cambios necesita Anya? Pero no te alejes demasiado.-Dije en voz serena y amable, era una orden disfrazada.
Me acerque a la puerta y el aroma de un dulzón fuerte penetro por los espacios que dejaba entrar el aire, ese aroma desconocido. Había una sensación que recorría mi espalda de arriba abajo, un incesante piqueteo en mi estómago de hierro, una voz constante que gritaba en mi cabeza que estuviera prevenido y tuviese cuidado.
Tome el aroma dulzón y lo inmortalice dentro de mi memoria, para recordarlo en el futuro. Abrí la puerta de un jalón suave y las vi dos mujeres paradas.
Ambas llevaban una capa oscura de dos tonalidades diferente. La primera que era la más cercana era alta, de cabellos largos y rubios, su piel pálida como la usual y sus ojos rojos me indicaban que era una carnívora. La otra que estaba un poco lejana era igualmente rubia y pálida, con los ojos rojos. Esto solo indicaba que los famosos Vulturis me hacían el honor de visitarme, pero ¿Para qué? Lo averiguaría tan pronto lo preguntara.
Sonreí de manera deslumbradora y me pase una mano sobre mi cabello negro como el carbón y despeinado.
-Damas, a que se debe el honor de su visita. No cualquiera es dichoso de ser visitado por la Vulturis.-Musite en forma amable, clavándole la mirada a la rubia que estaba más cercana a mí.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Nunca creí que María fuera a estar ilucionada con Andrés, ni siquiera tenía la más vaga idea de que se conocierán, aunque en cierto modo debía ser algo normal, algo que no me debía tomar por sorpresa ya que a ella se le había ocurrido visitar a Luna en la cabaña cuando aún vivimos en Forks.
Claro, ahora que Luna había tomado su decisión de quedarse con Roberto como su único y eterno compañero, Andrés y Antonio debían buscar otras alternativas, a alguien que pudiera hacerles olvidar a Luna, como sacar un clavo con otro clavo.
No sabía que intenciones tenía María para Luna, pero seguro eran muy malas y como respuesta Andrés trataba de distraer a María para que no dañara a la vampira a la que le debía tantas cosas en esta inmortalidad.
En el momento en el que mencione el nombre del susodicho espere que una mirada fulminante atravesara la sala y me impactara de lleno, una mirada que podría haberme hecho arrepentirme de lo que dijera, pero sin encambio recibi un destello de alegria que llegaba al extasis colmando el rostro de la vampira, su semblante cambio por completo y yo me relaje con ese aviso de que nadie saldria dañado ahí.
Luego de eso y mencionar lo sucedido con mi eterna rival, Amelia, los rostros de ambos vampiros se tornaron serios, inclusive llenos de un tedio inimaginable ya que ellos eran de la misma calaña de la que era Amelia. Sentí, por un vago momento, que María entendería mi situación, algo que no podía ser cierto dado que parecía que yo le desagradaba al igual que a sus amigas, pero me dio una razón para confiar un poco en ella. Por su lado Matt se paro en movimientos veloces y graciles, sin perder ese toque de elegancia que tanto le caracterizaba, tomo mi mano con delicadesa y la miro por breves segundos. No sabía lo que pasaba por su mente, pero su semblante me hacía ver que no le veía ni una pisca de gracia a lo que Amelia había hecho.
Tras ver segundos fugaces mis moretones clavo su mirada roja en mis ojos verdes, penetrando hasta en lo más profundo de mi alma y mis pensamientos, esa era una mirada a la cual no estaba acostumbrada, esta nueva mirada estaba llena de algun tipo de desprecio y enojo. Normalmente su mirada estaba llena de arrogancía y frvolidad que le daba un aire de superioridad ante los demás que lo rodeabamos, tal vez esas actitudes que el tomaba era por las cuales las vampiras, inclusive yo, le hacíamos caso ante cualquier cosa que pidiese, nos tenía a su merced y lo sabía perfectamente bien.
Suspire aliviada al saber que el no romperia aquella promesa, podía pedir que sacara a Amelia de la casa para que dejara de molestarme, pero era mejor tenerla bien vigilada dentro de ella.
-Espero que así sea, por que yo he cumplido todo lo que hemos acorddado.- Susurre y sonrei de forma amable.
Depronto la atención de Matt se disperso, algo más llamo su atención, algo que no estaba a mi vista y algo que no podía escuchar aún ya que no poseía los mismos sentidos sumamente desaroolados de los vampiros. Asenti a lo que me dijos Matt y espere a escuchar lo que el escuchaba. Poco después escuche la voz de una mujer hablarle a otra más enseguida de un par de golpes suaves a la puerta.
Matt se adelanto a nosotras y decidio ir a abrir, dandole una orden a Marís, lo mejor era seguir las indicaciones que el no había dado. Me pare de un movimiento gracil.
-Hagamosle caso, pasemos a mi dormitorio.-Musite con un movimiento de cabeza. Alla podíamos escuchar cualquer cosa y estar atentas si el indicaba algo.
Claro, ahora que Luna había tomado su decisión de quedarse con Roberto como su único y eterno compañero, Andrés y Antonio debían buscar otras alternativas, a alguien que pudiera hacerles olvidar a Luna, como sacar un clavo con otro clavo.
No sabía que intenciones tenía María para Luna, pero seguro eran muy malas y como respuesta Andrés trataba de distraer a María para que no dañara a la vampira a la que le debía tantas cosas en esta inmortalidad.
En el momento en el que mencione el nombre del susodicho espere que una mirada fulminante atravesara la sala y me impactara de lleno, una mirada que podría haberme hecho arrepentirme de lo que dijera, pero sin encambio recibi un destello de alegria que llegaba al extasis colmando el rostro de la vampira, su semblante cambio por completo y yo me relaje con ese aviso de que nadie saldria dañado ahí.
Luego de eso y mencionar lo sucedido con mi eterna rival, Amelia, los rostros de ambos vampiros se tornaron serios, inclusive llenos de un tedio inimaginable ya que ellos eran de la misma calaña de la que era Amelia. Sentí, por un vago momento, que María entendería mi situación, algo que no podía ser cierto dado que parecía que yo le desagradaba al igual que a sus amigas, pero me dio una razón para confiar un poco en ella. Por su lado Matt se paro en movimientos veloces y graciles, sin perder ese toque de elegancia que tanto le caracterizaba, tomo mi mano con delicadesa y la miro por breves segundos. No sabía lo que pasaba por su mente, pero su semblante me hacía ver que no le veía ni una pisca de gracia a lo que Amelia había hecho.
Tras ver segundos fugaces mis moretones clavo su mirada roja en mis ojos verdes, penetrando hasta en lo más profundo de mi alma y mis pensamientos, esa era una mirada a la cual no estaba acostumbrada, esta nueva mirada estaba llena de algun tipo de desprecio y enojo. Normalmente su mirada estaba llena de arrogancía y frvolidad que le daba un aire de superioridad ante los demás que lo rodeabamos, tal vez esas actitudes que el tomaba era por las cuales las vampiras, inclusive yo, le hacíamos caso ante cualquier cosa que pidiese, nos tenía a su merced y lo sabía perfectamente bien.
Suspire aliviada al saber que el no romperia aquella promesa, podía pedir que sacara a Amelia de la casa para que dejara de molestarme, pero era mejor tenerla bien vigilada dentro de ella.
-Espero que así sea, por que yo he cumplido todo lo que hemos acorddado.- Susurre y sonrei de forma amable.
Depronto la atención de Matt se disperso, algo más llamo su atención, algo que no estaba a mi vista y algo que no podía escuchar aún ya que no poseía los mismos sentidos sumamente desaroolados de los vampiros. Asenti a lo que me dijos Matt y espere a escuchar lo que el escuchaba. Poco después escuche la voz de una mujer hablarle a otra más enseguida de un par de golpes suaves a la puerta.
Matt se adelanto a nosotras y decidio ir a abrir, dandole una orden a Marís, lo mejor era seguir las indicaciones que el no había dado. Me pare de un movimiento gracil.
-Hagamosle caso, pasemos a mi dormitorio.-Musite con un movimiento de cabeza. Alla podíamos escuchar cualquer cosa y estar atentas si el indicaba algo.
Anya Andrew- Semi-Vampiro
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Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Me bastaba con que supiera quiénes éramos, el respeto era lo de menos, el temor era aquello que en verdad quería que la gente sintiera hacia mí. -Deja las formalizaciones querido, mi nombre es Sulpicia, Sulpicia Vulturi.- Dije al ver el rostro del que esperaba fuera el tal Matt. Sin más me dirigí al grano, observando por encima del hombro a Jane. -Sólo hay una pregunta: ¿Acaso tú eres Matt?- Dije con una sonrisa en el rostro.
A un momento de haberse formulado la pregunta dirigí mis pasos hacia el marco de la puerta. -Es de mala educación dejarnos aquí afuera.- Mi indirecta sádica y planeada destelló en mis palabras sentenciantes.
Dí sólo un paso y entré tajantemente, abrí la puerta por mí misma e hize ademán a Jane para que me siguiera. -Bonito lugar.- Dije sin dar oportunidad al chico de contestar.
Dentro se entremezclaban otros aromas, unos dulszones y otros secos, los más recientes eran el mentolado del chico y otros dos que seguramente eran de alguien que hace momentos estaba en compañía de el vampiro. -Y bueno, a fin de cuentas...¿cuál es tu nombre?- Mi voz se tronaba juguetona al tiempo que giraba mi cuerpo en torno al lugar.
A un momento de haberse formulado la pregunta dirigí mis pasos hacia el marco de la puerta. -Es de mala educación dejarnos aquí afuera.- Mi indirecta sádica y planeada destelló en mis palabras sentenciantes.
Dí sólo un paso y entré tajantemente, abrí la puerta por mí misma e hize ademán a Jane para que me siguiera. -Bonito lugar.- Dije sin dar oportunidad al chico de contestar.
Dentro se entremezclaban otros aromas, unos dulszones y otros secos, los más recientes eran el mentolado del chico y otros dos que seguramente eran de alguien que hace momentos estaba en compañía de el vampiro. -Y bueno, a fin de cuentas...¿cuál es tu nombre?- Mi voz se tronaba juguetona al tiempo que giraba mi cuerpo en torno al lugar.
Sulpicia Vulturi- Clan Vulturi
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Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Escuchaba atentamente a Matt, o mas bien fingía hacerlo hasta que lo escuche pronunciar mi nombre, que yo que?, que tipo de cambios?, yo? jajajajaja, pero si sabia que prácticamente yo la detestaba, bueno ya no, ahora era, por alguna "extraña" razón, osea Andres, era mas tolerante, mucho mas, era demasiado notorio el cambio como para que el me pidiera aquel favor y ella aceptara casi de inmediato, y mientras Matt se dirija a la puerta para averiguar que desconocido interrumpía ella se levanto de un salto para indicarme que nos marcháramos a su habitación.
Me era extraño esto, era la primera ves que tenia una charla a solas con una chica a la cual le externe con mi actitud mi desagrado y ahora estar en su habitación y cambiarle no se que era raro, aun que francamente jamas había charlado con una mujer, solamente con Katt, pero porque me pagaban por estar con ella, y termine queriéndola como a una hermana.
Me levante no tan entusiasta como ella, algo así como "con la cola entre las patas", me sentía totalmente avergonzada por mi pasada actitud, pero no necesitaba pedir disculpas, con ayudarle un poco se notaria que no había entre nosotras ningún disgusto.
-Bien,- dije mientras caminábamos hacia las escaleras - debes aclararme que tipos de cambios quieres Anya, justo lo que quieres todo en absoluto, - entonces, cuando casi me había olvidado de Andres lo recordé - oh oh, - me pare en seco - Anya, amm, dudo que tardemos dos minutos en esto, así que... recuerdas que Andres esta en el jardín?, el no dirá nada, al igual que tu, tiene un gran cariño por ya sabes quienes y respetara el trato, ¿que dices, lo traigo adentro?
No sabia que respuesta obtendría de la niña, tal ves un "dile a Matt" o algo así, aun que no se me había ocurrido que era el quien llamo a la puerta, aun que eso lo pude verificar agudizando un poco el oído y escuchar una voz femenina, no sabia si lo habían visto o no, así que cual fuera la respuesta de Anya saldría un segundo para asegurarme que estuviera bien.
Me era extraño esto, era la primera ves que tenia una charla a solas con una chica a la cual le externe con mi actitud mi desagrado y ahora estar en su habitación y cambiarle no se que era raro, aun que francamente jamas había charlado con una mujer, solamente con Katt, pero porque me pagaban por estar con ella, y termine queriéndola como a una hermana.
Me levante no tan entusiasta como ella, algo así como "con la cola entre las patas", me sentía totalmente avergonzada por mi pasada actitud, pero no necesitaba pedir disculpas, con ayudarle un poco se notaria que no había entre nosotras ningún disgusto.
-Bien,- dije mientras caminábamos hacia las escaleras - debes aclararme que tipos de cambios quieres Anya, justo lo que quieres todo en absoluto, - entonces, cuando casi me había olvidado de Andres lo recordé - oh oh, - me pare en seco - Anya, amm, dudo que tardemos dos minutos en esto, así que... recuerdas que Andres esta en el jardín?, el no dirá nada, al igual que tu, tiene un gran cariño por ya sabes quienes y respetara el trato, ¿que dices, lo traigo adentro?
No sabia que respuesta obtendría de la niña, tal ves un "dile a Matt" o algo así, aun que no se me había ocurrido que era el quien llamo a la puerta, aun que eso lo pude verificar agudizando un poco el oído y escuchar una voz femenina, no sabia si lo habían visto o no, así que cual fuera la respuesta de Anya saldría un segundo para asegurarme que estuviera bien.
Maria Paula- Vampiro Carnivoro
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Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Las casualidades no existen, simplemente son decisiones que te llevan a un lugar y a conocer nuevas personas, así de simple. El destino no está escrito, es inexistente como lo son las casualidades.
Mi atención se había dividido en dos partes, la primera estaba atenta en ver los gestos de las vampiras que normalmente eran el reflejo de las verdaderas intenciones, mientras que por otro lado tenía agudizado el oído para escuchar lo que decían mis mujeres.
Paula y Anya habían decidido ir a la habitación de la hibrida para hacer los cambios necesarios en ella, para seguir así con nuestro plan ya trazado.
Ahora toda mi atención estaba concentrada en las vampiras rubias. Ambas me miraban a la expectativa de alguna invitación. La pequeña y más lejana miraba atenta a la otra que se presentaba como Sulpicia, entonces la pequeñita era Jane como lo había oído mencionar antes.
Sin ningún rodeo por su parte preguntaron por mí, estaba claro que ya sabían mi nombre y a lo mejor muchísimos datos más. Tal vez me espiaban o yo fuera demasiado famoso dentro de la comunidad vampírica como para que se tomaran la molestia de irme a visitar hasta San Petersburgo.
Sonreí de lado sin mencionar ni una palabra, dejando fluir las de ella que eran como el coro celestial venido propiamente a cantarme algunas preguntas. Yo sabía de ante mano que había cometido demasiados errores dentro de mi rutinaria vida, tantos de los cuales no me arrepentía y no llegaban a alcanzar mi conciencia, puesto que eso había desaparecido ya hacia tantas vidas atrás.
Ahora bien sabía plenamente que podían venir a castigarme por mis pecados cometidos, llevarme directamente al infierno donde se suponía debía pertenecer desde hace algún tiempo atrás, una razón más sumada era el hecho de tener a Anya encerrada, tal vez esos vampiros amigos suyos habían descubierto mis planes y mandaban a los guardias del mundo oscuro a matarme, como fuera me daba igual mientras no afectara a mi amada Katherine.
Fuera cual fuera la situación no me adelantaría, no juzgaría, simplemente observaría que rumbo tomaba este pequeño juego.
Note como la desesperación se adhería con rapidez en el rostro de Sulpicia, sacando esa mascara de total paz. No estaba dispuesta a esperar a que yo le invitase a entrar, simplemente no esperaría ninguna invitación como parecía ser su costumbre.
Con una mano delicada pero hecha de acero me empujo con la suavidad del vuelo de las palomas, pero la fuerza de un huracán, paso campante y decidida, como lo hace una reina.
Suspire mientras ponía los ojos en blanco y moví la cabeza de un lado a otro. Luego la máscara de amabilidad regreso a mí, le dedique una sonrisa deslumbrante a Jane y extendí la mano para que entrara.
-Parece que has escuchado hablar de mí, así que no necesito presentarme.-Musite con amabilidad aun parado en la puerta esperando a que la otra entrara.-Pero no entiendo a que se deba su visita a mi casa.-Dije mirando alternativamente a ambas vampiras hasta que al fin clave la mirada en Jane.- Jane, querida, no sé por qué no entras, ¿Acaso planeas quedarte enterrada en la nieve?-Dije con la burla pintada en mis palabras y mi rostro.
No entendía que querían de mí, debía averiguarlo sin meterme en problemas. Una olfateada más me hizo notar algo que en primera impresión no me había percatado. Como un suave perfume combinado con dos fuertes aromas estaba envuelto el de mi Katherine, tuvieron un encuentro no hacía mucho. Ahora todo comenzaba a tomar algún sentido en mi siniestra mente.
-Parece que Kathe estuvo con ustedes, ¿Cierto?-Musite en un tono casi inquisidor.
Mi atención se había dividido en dos partes, la primera estaba atenta en ver los gestos de las vampiras que normalmente eran el reflejo de las verdaderas intenciones, mientras que por otro lado tenía agudizado el oído para escuchar lo que decían mis mujeres.
Paula y Anya habían decidido ir a la habitación de la hibrida para hacer los cambios necesarios en ella, para seguir así con nuestro plan ya trazado.
Ahora toda mi atención estaba concentrada en las vampiras rubias. Ambas me miraban a la expectativa de alguna invitación. La pequeña y más lejana miraba atenta a la otra que se presentaba como Sulpicia, entonces la pequeñita era Jane como lo había oído mencionar antes.
Sin ningún rodeo por su parte preguntaron por mí, estaba claro que ya sabían mi nombre y a lo mejor muchísimos datos más. Tal vez me espiaban o yo fuera demasiado famoso dentro de la comunidad vampírica como para que se tomaran la molestia de irme a visitar hasta San Petersburgo.
Sonreí de lado sin mencionar ni una palabra, dejando fluir las de ella que eran como el coro celestial venido propiamente a cantarme algunas preguntas. Yo sabía de ante mano que había cometido demasiados errores dentro de mi rutinaria vida, tantos de los cuales no me arrepentía y no llegaban a alcanzar mi conciencia, puesto que eso había desaparecido ya hacia tantas vidas atrás.
Ahora bien sabía plenamente que podían venir a castigarme por mis pecados cometidos, llevarme directamente al infierno donde se suponía debía pertenecer desde hace algún tiempo atrás, una razón más sumada era el hecho de tener a Anya encerrada, tal vez esos vampiros amigos suyos habían descubierto mis planes y mandaban a los guardias del mundo oscuro a matarme, como fuera me daba igual mientras no afectara a mi amada Katherine.
Fuera cual fuera la situación no me adelantaría, no juzgaría, simplemente observaría que rumbo tomaba este pequeño juego.
Note como la desesperación se adhería con rapidez en el rostro de Sulpicia, sacando esa mascara de total paz. No estaba dispuesta a esperar a que yo le invitase a entrar, simplemente no esperaría ninguna invitación como parecía ser su costumbre.
Con una mano delicada pero hecha de acero me empujo con la suavidad del vuelo de las palomas, pero la fuerza de un huracán, paso campante y decidida, como lo hace una reina.
Suspire mientras ponía los ojos en blanco y moví la cabeza de un lado a otro. Luego la máscara de amabilidad regreso a mí, le dedique una sonrisa deslumbrante a Jane y extendí la mano para que entrara.
-Parece que has escuchado hablar de mí, así que no necesito presentarme.-Musite con amabilidad aun parado en la puerta esperando a que la otra entrara.-Pero no entiendo a que se deba su visita a mi casa.-Dije mirando alternativamente a ambas vampiras hasta que al fin clave la mirada en Jane.- Jane, querida, no sé por qué no entras, ¿Acaso planeas quedarte enterrada en la nieve?-Dije con la burla pintada en mis palabras y mi rostro.
No entendía que querían de mí, debía averiguarlo sin meterme en problemas. Una olfateada más me hizo notar algo que en primera impresión no me había percatado. Como un suave perfume combinado con dos fuertes aromas estaba envuelto el de mi Katherine, tuvieron un encuentro no hacía mucho. Ahora todo comenzaba a tomar algún sentido en mi siniestra mente.
-Parece que Kathe estuvo con ustedes, ¿Cierto?-Musite en un tono casi inquisidor.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Enseguida se abrio la puerta, y abrio el famoso Matt tan protegido por Katherine, me le quede viendo unos instantes, era alto, guapo, buen fisico y me llamaba la atencion y claro me agradaba sus deslumbrantes ojos color escarlata, eso me agradaba que no cayeran el la triste rutina de seguir creyendo que siguen siendo nefastos humanos.
Mientras pasaba eso Sulpicia ya habia pasado dandose invitacion a si misma y haciendo un ademan con la mano para que yo pasara mientras el nos saludaba de una forma correcta me quede pensando en si asi seria su forma de ser oh bien seria una vil mentira.
Pero eso ah Sulpicia no le importaba, lo que queria era ir directo al punto : datos eso queria y necesitaba. El vampiro parecia asombrarse conforme la situacion pasaba, se quedo todavia en a puerta manteniendo la mirada sigilosamente en ambas, era precavido. Aun manteniedo esa amabilidad (falsa oh verdadedera) me invito ah pasar haciendome una seña con la mano y esbozando una sonrisa.
Al escuchar sus comentarios sonrei retadoramente.
-Tal vez ... tengo una eternidad para hacerlo pero hay cosas mas placenteras...- dije manteniendo mi retadora sonrisa y haciendo mi comentario concorde al suyo.
- Tienes razon Sulpicia, es un bonito lugar, tienes buen gusto...- dije mientras pasaba y observaba todo, mientras sucedia eso me llegaba aquel aroma dulzon de dos vampiras aproximadamente, seguramente estaban alerta ah cualquier cosa que sucediera, sinceramente no lo sabia pero de igual manera me mantendria sutilmente alerta ante cualquier cosa.
-Vaya Matt, al parecer tambien ya estas enterado de nosotras, asi que no necesitamos tarjeta de presentacion estas lleno de dudas, pero primero nosotras necesitamos respuestas de ti ...- le dije con dulzura y cierta firmeza a la vez.
Mientras pasaba eso Sulpicia ya habia pasado dandose invitacion a si misma y haciendo un ademan con la mano para que yo pasara mientras el nos saludaba de una forma correcta me quede pensando en si asi seria su forma de ser oh bien seria una vil mentira.
Pero eso ah Sulpicia no le importaba, lo que queria era ir directo al punto : datos eso queria y necesitaba. El vampiro parecia asombrarse conforme la situacion pasaba, se quedo todavia en a puerta manteniendo la mirada sigilosamente en ambas, era precavido. Aun manteniedo esa amabilidad (falsa oh verdadedera) me invito ah pasar haciendome una seña con la mano y esbozando una sonrisa.
Al escuchar sus comentarios sonrei retadoramente.
-Tal vez ... tengo una eternidad para hacerlo pero hay cosas mas placenteras...- dije manteniendo mi retadora sonrisa y haciendo mi comentario concorde al suyo.
- Tienes razon Sulpicia, es un bonito lugar, tienes buen gusto...- dije mientras pasaba y observaba todo, mientras sucedia eso me llegaba aquel aroma dulzon de dos vampiras aproximadamente, seguramente estaban alerta ah cualquier cosa que sucediera, sinceramente no lo sabia pero de igual manera me mantendria sutilmente alerta ante cualquier cosa.
-Vaya Matt, al parecer tambien ya estas enterado de nosotras, asi que no necesitamos tarjeta de presentacion estas lleno de dudas, pero primero nosotras necesitamos respuestas de ti ...- le dije con dulzura y cierta firmeza a la vez.
Jane Vulturi- Clan Vulturi
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Fecha de inscripción : 20/02/2011
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Mi aroma aún tenía impreso el de Katherine, y Matt también, lo reconocí un poco escondido en sí, no era un aroma fresco, pero tampoco era uno muy antiguo.
Mis ojos volaban de un lugar a otro, y en alguna parte de la habitación había rastros de otras personas, por el aroma reconocí a dos vampiras, totalmente dsocnocidas. En un instante pude escuchar creca ésas dos vocecillas inmortales, tan perfectas e inmutables. -Bien, Matt, me agradas, hemos iniciado con el pié diestro.- Sonreí pícara y juguetona. -Tengo que preguntar rápido, y de igual manera necesito tus respuestas, sabes que no somos muy compasivas que digamos...-
Me paré justo frente a él, entre el marco de la puerta, la cual yacía cerrada, y él. Me supuse que se dejaría llevar por su naturaleza, así que me acerqué demasiado cerca para ser verdad, levanté mi mano lentamente, jugueteando con mis dedos sobre su atuendo. -Por casualidad, ¿tienes alguna relación con los Cullen?- Mi mirada fue penetrante, pensaba usar mi don si fuése necesario,cumpliría mi capricho de tenerlo de nuestro lado.
De pronto mis oídos se percataron de que las vámpiras estaban dentro de la casa, y no eran las únicas, había otro más fuera. Me tenía sin cuidado, con Jane era capaz de detener y contenerlos a todos ellos. -Al parecer tienes invitados.- Me aparté lentamente, como fingiendo mi interés en aquellos huéspedes suyos. -Es de mala educación que no vengan a saludar.- Dije con un brillo particular en los ojos negros sedientos de sangre.
Vagamente tomé la decisión de invitarlospor mí misma. -Queridas, no hay necesidad de esconderse, vengan, no hay peligro alguno, me encargaré de ello, ¿pueden venir un momento porfavor?- ¡Cuánto odio decir porfavor! Me quejé de mí misma. Sonreí al momento de concluir mi voz canturreánte y sutil, una tan sutil que era posible que las vampiras atrincheradas escucharan perfectamente.
Mis ojos volaban de un lugar a otro, y en alguna parte de la habitación había rastros de otras personas, por el aroma reconocí a dos vampiras, totalmente dsocnocidas. En un instante pude escuchar creca ésas dos vocecillas inmortales, tan perfectas e inmutables. -Bien, Matt, me agradas, hemos iniciado con el pié diestro.- Sonreí pícara y juguetona. -Tengo que preguntar rápido, y de igual manera necesito tus respuestas, sabes que no somos muy compasivas que digamos...-
Me paré justo frente a él, entre el marco de la puerta, la cual yacía cerrada, y él. Me supuse que se dejaría llevar por su naturaleza, así que me acerqué demasiado cerca para ser verdad, levanté mi mano lentamente, jugueteando con mis dedos sobre su atuendo. -Por casualidad, ¿tienes alguna relación con los Cullen?- Mi mirada fue penetrante, pensaba usar mi don si fuése necesario,cumpliría mi capricho de tenerlo de nuestro lado.
De pronto mis oídos se percataron de que las vámpiras estaban dentro de la casa, y no eran las únicas, había otro más fuera. Me tenía sin cuidado, con Jane era capaz de detener y contenerlos a todos ellos. -Al parecer tienes invitados.- Me aparté lentamente, como fingiendo mi interés en aquellos huéspedes suyos. -Es de mala educación que no vengan a saludar.- Dije con un brillo particular en los ojos negros sedientos de sangre.
Vagamente tomé la decisión de invitarlospor mí misma. -Queridas, no hay necesidad de esconderse, vengan, no hay peligro alguno, me encargaré de ello, ¿pueden venir un momento porfavor?- ¡Cuánto odio decir porfavor! Me quejé de mí misma. Sonreí al momento de concluir mi voz canturreánte y sutil, una tan sutil que era posible que las vampiras atrincheradas escucharan perfectamente.
Sulpicia Vulturi- Clan Vulturi
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Localización : El aburrido Forks
Fecha de inscripción : 01/04/2011
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Astucia, es una de las cualidades que pocos seres sobre este planeta poseen. Y una vez más yo era dueño de esa única cualidad. Antes de juzgar los que mis ojos veían a simple vista debía escuchar y observar en el fondo del vaso, y luego llegarían las conclusiones y los planes que se deberían llevar al cabo, como era debido. También era por eso que mis planes salían a la perfección.
Jane, la pequeña rubia, me observaba con detenimiento, regalándome una mirada de aprobación, aquella que ya tanto conocía, pero a mí me agradaban más las morochas y chinas, como era Katherine, más aparte Jane se veía aun como una niña.
Luego de seguirme el juego entro dando pasos lentos, y al igual que Sulpicia, observo la casa y lo aprobó.
-Claro damas, yo mismo la diseñe.-Dije cerrando la puerta con aquella sonrisa pícara aun reluciendo en mi semblante.
Mientras la situación avanzaba yo notaba el tono que ambas usaba, ese tono retador, inquisidor y lleno de diversión, todo al mismo tiempo. Al parecer no venían a sentenciar mí ya pronunciada muerte, por parte de Maximiliano.
En un segundo la rubia más alta, Sulpicia, se paró frente a mí, clavando sus ojos rojos sobre de los míos, con una sonrisa maliciosa y jugueteando con mi saco color negro.
Escuche atento cada una de las palabras pronunciadas, entre viendo si tenía un mensaje y pensando cuidadosamente mi respuesta.
Al parecer los Cullen no eran de su agrado, y a mi parecer me daban igual, no me los había encontrado más que una sola vez en toda mi eternidad y no los conocía a profundidad.
-No tengo ningún tipo de relación con ellos, los he visto una vez en mi eternidad, solo he escuchado hablar sobre de ellos.-Musite con la voz aterciopelada acercando mi rostro al suyo un centímetro, como era mi costumbre, para después quitar suavemente la mano de Sulpicia de mi saco y empujándola con delicadeza.
Me dirigí a la sala con pasos decadentes, invitándolas con un gesto de cabeza a entrar a mi sala.
-Verán, mis negocios están por otro lado, los Cullens solo son unos cuantos más entre el monton.- Dije mientras me sentaba en el sillón, viendo sobre mi hombro a las vampiras.
Las vocecillas de la hibrida y la vampira se escuchaba aun en la sala, como un suave murmuro mecido por el viento llevándolo hasta nuestros sensibles oídos. Luego la voz de Sulpicia volvió a resonar. Su mirada estaba centrada en encontrar a las dueñas de esas voces, las cuales solo bajarían si yo se los pedía.
-Son amigas de Katherine y mías, por el momento no pueden bajar, están haciendo unos cambios, pero no te preocupes en un momento más te las presentare, solo nos dieron espacio para charlar.- Sonreí ampliamente, pasándome una mano por mi cabello y alzando una ceja perfecta.
Jane, la pequeña rubia, me observaba con detenimiento, regalándome una mirada de aprobación, aquella que ya tanto conocía, pero a mí me agradaban más las morochas y chinas, como era Katherine, más aparte Jane se veía aun como una niña.
Luego de seguirme el juego entro dando pasos lentos, y al igual que Sulpicia, observo la casa y lo aprobó.
-Claro damas, yo mismo la diseñe.-Dije cerrando la puerta con aquella sonrisa pícara aun reluciendo en mi semblante.
Mientras la situación avanzaba yo notaba el tono que ambas usaba, ese tono retador, inquisidor y lleno de diversión, todo al mismo tiempo. Al parecer no venían a sentenciar mí ya pronunciada muerte, por parte de Maximiliano.
En un segundo la rubia más alta, Sulpicia, se paró frente a mí, clavando sus ojos rojos sobre de los míos, con una sonrisa maliciosa y jugueteando con mi saco color negro.
Escuche atento cada una de las palabras pronunciadas, entre viendo si tenía un mensaje y pensando cuidadosamente mi respuesta.
Al parecer los Cullen no eran de su agrado, y a mi parecer me daban igual, no me los había encontrado más que una sola vez en toda mi eternidad y no los conocía a profundidad.
-No tengo ningún tipo de relación con ellos, los he visto una vez en mi eternidad, solo he escuchado hablar sobre de ellos.-Musite con la voz aterciopelada acercando mi rostro al suyo un centímetro, como era mi costumbre, para después quitar suavemente la mano de Sulpicia de mi saco y empujándola con delicadeza.
Me dirigí a la sala con pasos decadentes, invitándolas con un gesto de cabeza a entrar a mi sala.
-Verán, mis negocios están por otro lado, los Cullens solo son unos cuantos más entre el monton.- Dije mientras me sentaba en el sillón, viendo sobre mi hombro a las vampiras.
Las vocecillas de la hibrida y la vampira se escuchaba aun en la sala, como un suave murmuro mecido por el viento llevándolo hasta nuestros sensibles oídos. Luego la voz de Sulpicia volvió a resonar. Su mirada estaba centrada en encontrar a las dueñas de esas voces, las cuales solo bajarían si yo se los pedía.
-Son amigas de Katherine y mías, por el momento no pueden bajar, están haciendo unos cambios, pero no te preocupes en un momento más te las presentare, solo nos dieron espacio para charlar.- Sonreí ampliamente, pasándome una mano por mi cabello y alzando una ceja perfecta.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
La desesperación me comía. ¿Quienes eran aquellas? -Bien, en cuanto estén disponibles para nosotras estaré tranquila.- Miré de nuevo a Matt. -No te preocupes, no venimos realmente a hacer daños.-
Caminé tierna hacia un extremo de la habitación y luego regresé junto a Jane, la tomé por un hombro y me recargué en ella como si fueramos niñas pequeñas. -Dime Matt: ¿Qué tanto sabes de los Cullen? ¿Hay algo que creas que me sevirá?- Me percaté de que Matt era más de lo que intentaba descubrir en él. Sonreí hacia mis adentros, escondiendo la oscura satisfacción que me causaba conocer un arma muy útil en esta situación. -Sabrás que con ellos tenemos hostilidades, y que ahora buscamos algo a nuestro favor.- Conluí la oración con un tono infantil y sádico a la vez, se me desvanecía la necesidad de molestarlo mientras su persona me fuera útil.
Me sentí mas poderosa, letal, perspicás, tajante, podía respirar esa magnificencia emanando de mi maldad, me alentaba poder imaginar la vil muerte de los Cullen a un sólo paso de mí.
Caminé tierna hacia un extremo de la habitación y luego regresé junto a Jane, la tomé por un hombro y me recargué en ella como si fueramos niñas pequeñas. -Dime Matt: ¿Qué tanto sabes de los Cullen? ¿Hay algo que creas que me sevirá?- Me percaté de que Matt era más de lo que intentaba descubrir en él. Sonreí hacia mis adentros, escondiendo la oscura satisfacción que me causaba conocer un arma muy útil en esta situación. -Sabrás que con ellos tenemos hostilidades, y que ahora buscamos algo a nuestro favor.- Conluí la oración con un tono infantil y sádico a la vez, se me desvanecía la necesidad de molestarlo mientras su persona me fuera útil.
Me sentí mas poderosa, letal, perspicás, tajante, podía respirar esa magnificencia emanando de mi maldad, me alentaba poder imaginar la vil muerte de los Cullen a un sólo paso de mí.
Sulpicia Vulturi- Clan Vulturi
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Fecha de inscripción : 01/04/2011
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Necesitaba ser precavido, inteligente, audaz. Si tomaba una mala decisión me costaría la vida, y ahora parecía que las vampiras ya se encontraban cómodas ahí.
Observe atentamente cada movimiento y gesticulación de Sulpicia quien estaba al mando en aquellos momentos. Jane solamente era su guarda espalda.
Estaba seguro de que ella pensaba que me iba a unir a ellos para atacar a los Cullen, no sabía nada de lo que Katherine había llegado con ellas. Que promesas les había dicho. Pero estaba seguro de que yo estaba implicado, yo era parte del trato.
Les regale una deslumbradora sonrisa. Yo no sabía nada de lo que ya sabían ella, seguramente. En si mis negocios estaban en otros lados, como ver sufrir a Maximiliano, robar a Luna para hacer desdichado al tal Roberto, seguir adelante con el juego que tenía con Ray, pero los Cullen no estaban tanto en mis planes.
-¿Que puedo decirles yo que no sepan ya? Solo que hubo un clan que tenía un neófito, pero este clan y los Cullen no son muy amigos, me parece. Hubo una temporada donde habían demasiados carnívoros y no tenían el control de ellos, porque en realidad solo estaba la Nessie a cargo. Los vampiros carnívoros pasaron a los bosques de los perros y estos se enojaron y volvieron a hacer el tratado y... Cosas aburridas sinceramente. Así que no hay mucho que pueda decirles.-Musite con desenfado.
Observe atentamente cada movimiento y gesticulación de Sulpicia quien estaba al mando en aquellos momentos. Jane solamente era su guarda espalda.
Estaba seguro de que ella pensaba que me iba a unir a ellos para atacar a los Cullen, no sabía nada de lo que Katherine había llegado con ellas. Que promesas les había dicho. Pero estaba seguro de que yo estaba implicado, yo era parte del trato.
Les regale una deslumbradora sonrisa. Yo no sabía nada de lo que ya sabían ella, seguramente. En si mis negocios estaban en otros lados, como ver sufrir a Maximiliano, robar a Luna para hacer desdichado al tal Roberto, seguir adelante con el juego que tenía con Ray, pero los Cullen no estaban tanto en mis planes.
-¿Que puedo decirles yo que no sepan ya? Solo que hubo un clan que tenía un neófito, pero este clan y los Cullen no son muy amigos, me parece. Hubo una temporada donde habían demasiados carnívoros y no tenían el control de ellos, porque en realidad solo estaba la Nessie a cargo. Los vampiros carnívoros pasaron a los bosques de los perros y estos se enojaron y volvieron a hacer el tratado y... Cosas aburridas sinceramente. Así que no hay mucho que pueda decirles.-Musite con desenfado.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Me parecía que no estaba dejando iluminarse toda la iformación. -¿Seguro Matt?- Inquirí que no podía comerme todo aquello que no me servía de mucho.
Moví mis pasos un poco. -Matt, creo que no fui muy directa y clara, lo que busco es un trato contigo, algo como...- Sonreí. -...un favor.- Mi picardía y mi maldad me eran un gran punto a favor en todo este embrollo de los tratos.
-Quisiera saber si me puedes conseguir alguna persona que conozca mejor a estos Cullen's, tengo intenciones en destrozarlos con la ayuda de alguien habilidoso, tengo en mente a alguien que he escuchado hablar entre los bosques de Forks, es una carnívora, una mujer que tiene el don de engañar a la gente, es lo que sé, lo que necesito, y lo que te pido no es difícil, quisiera que me consiguieras una plática con ella.- Mis planes eran cada vez mas visibles y satisfactorios, tenían cada vez más vista hacia aquella muerte que tanto anhelaba, la muerte y ruin fin de los Cullen's.
Moví mis pasos un poco. -Matt, creo que no fui muy directa y clara, lo que busco es un trato contigo, algo como...- Sonreí. -...un favor.- Mi picardía y mi maldad me eran un gran punto a favor en todo este embrollo de los tratos.
-Quisiera saber si me puedes conseguir alguna persona que conozca mejor a estos Cullen's, tengo intenciones en destrozarlos con la ayuda de alguien habilidoso, tengo en mente a alguien que he escuchado hablar entre los bosques de Forks, es una carnívora, una mujer que tiene el don de engañar a la gente, es lo que sé, lo que necesito, y lo que te pido no es difícil, quisiera que me consiguieras una plática con ella.- Mis planes eran cada vez mas visibles y satisfactorios, tenían cada vez más vista hacia aquella muerte que tanto anhelaba, la muerte y ruin fin de los Cullen's.
Sulpicia Vulturi- Clan Vulturi
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Fecha de inscripción : 01/04/2011
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Nunca en mi vida había sido bueno para descifrar los rodeos, en si los odiaba. Si querían decirme o pedirme algo solamente tenían que decirlo, no había la necesidad de estarle dando vueltas al asunto. Solo así me dejaban ver lo desconfiados en sí mismos.
No comprendía a quien quería Sulpicia, conocía a tantas vampiras en el mundo y para dar con la que ella pensaba estaba difícil. Por un lado estaba Katherine, era buena en lo que se proponía, pero ahora era enemiga de los Cullen y podían sospechar. De igual forma estaba María, de ella no sospechaban nada pero tampoco yo sabía cómo era en estos negocios. Amelia era otra de las tantas cartas, y arriesgar su vida me seria favorable, lamentablemente nunca le pediría un favor a ella. Y así podía seguir enumerándolas y nunca saber a cuál se refería realmente.
Enarqué una perfecta ceja mientras fruncí el ceño.-Sulpicia, amor, no se de quien me estés hablando. Conozco a muchos en este mundo, pero parece que tú buscas a una en especial. Dime su nombre y te lo agradecería.-Musite con amabilidad.
No comprendía a quien quería Sulpicia, conocía a tantas vampiras en el mundo y para dar con la que ella pensaba estaba difícil. Por un lado estaba Katherine, era buena en lo que se proponía, pero ahora era enemiga de los Cullen y podían sospechar. De igual forma estaba María, de ella no sospechaban nada pero tampoco yo sabía cómo era en estos negocios. Amelia era otra de las tantas cartas, y arriesgar su vida me seria favorable, lamentablemente nunca le pediría un favor a ella. Y así podía seguir enumerándolas y nunca saber a cuál se refería realmente.
Enarqué una perfecta ceja mientras fruncí el ceño.-Sulpicia, amor, no se de quien me estés hablando. Conozco a muchos en este mundo, pero parece que tú buscas a una en especial. Dime su nombre y te lo agradecería.-Musite con amabilidad.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Fecha de inscripción : 18/05/2010
Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Me imaginé mil veces mi acometido, no podía dejar de gozar esa imágen sangrienta y anhelada por tanto tiempo.
Matt no podía ayudar más o simplemente su mente era así de inservible.
Me molestaba que no fuera capaz de resolver las cosas por si mismo. -He escuchado acerca de una tal Amelia, en Volterra me comentaron que podía ser alguien crucial, pero la verdad no tengo idea de en donde encontrarle.-
Hundí mis hombros en un gesto de infantilidad, mis labios se curvaron lentos y mi mirada no podía más que buscar en algun lugar la sombra de mis pasos, a Jane.Por un momento desée haber venido sola para poder pecar unos momentos, o al menos intentarlo.
Aro era poco romántico para ser verdad, de vez en cuando no es malo darse una vuelta por el mundo para divertirse, y así, era una gran propuesta pasear sola por ahí dentro de unos días. -¿Puedes decirme, a mí, de favor ,en donde podría encontrar a esta chica?-
En relámpago me concentré en como poder traicionar a Katherine, a pesar de que me fue agradable también me pareció un tanto peligrosa.
¿En verdad con cuántas personas se puede confiar hoy en la realidad?
Matt no podía ayudar más o simplemente su mente era así de inservible.
Me molestaba que no fuera capaz de resolver las cosas por si mismo. -He escuchado acerca de una tal Amelia, en Volterra me comentaron que podía ser alguien crucial, pero la verdad no tengo idea de en donde encontrarle.-
Hundí mis hombros en un gesto de infantilidad, mis labios se curvaron lentos y mi mirada no podía más que buscar en algun lugar la sombra de mis pasos, a Jane.Por un momento desée haber venido sola para poder pecar unos momentos, o al menos intentarlo.
Aro era poco romántico para ser verdad, de vez en cuando no es malo darse una vuelta por el mundo para divertirse, y así, era una gran propuesta pasear sola por ahí dentro de unos días. -¿Puedes decirme, a mí, de favor ,en donde podría encontrar a esta chica?-
En relámpago me concentré en como poder traicionar a Katherine, a pesar de que me fue agradable también me pareció un tanto peligrosa.
¿En verdad con cuántas personas se puede confiar hoy en la realidad?
Sulpicia Vulturi- Clan Vulturi
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Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Observaba detenidamente como se desesperaba y se volvía a tranquilizar, como pasaba de una emoción a otra.
No hice más agrandar mí ya perfecta sonrisa. Enarque una ceja perfecta. ¿Hasta dónde eran capaces de llegar para obtener la información que tanto deseaban? No planeaba averiguarlo. Sabía a la perfección que si no se los decía por las buenas lo harían por las malas, la tortura sería su única solución.
A final de cuentas resultaba que si conocía a quien ellas querían. Amelia. Aquella enana vampira que me desagradaba completamente y a la cual tenía que soportar gracias a Katherine y Yaeel.
Con la cual nunca haría un trato o le pediría un favor, así estuviera al borde de la muerte. Aunque, irónicamente, ahora teníamos una especie de pacto por aquellas dos personas que tanto amábamos y una más, la hibrida.
Cierto la vida siempre suele ser así de irónica, tiene todo medido y nos provocó llegar a vivir juntos, ella para ver a su amiga, su hermano y a enemiga. Y yo, por otro lado, para ver a mi amada y a mi amigo, la hibrida salía de sobra en mi caso.
Suspire y puse los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza. Me pare con rapidez y elegancia, que siempre me eran propias, y en un movimiento tan fugas estuve parado frente a las dos rubias.
-Claro que conozco a Mía, está viviendo aquí, precisamente. Pero ahora no está, como podrán percatarse, de lo contrario estaría de chismosa y arpía ahora mismo. No sabría decirles donde está, cuando llegue no estaba, pero tal vez este cazando en las cercanías. Pueden esperarla si así lo desean. Todo depende de su suerte, pueden empolvarse aquí esperándola o tal vez llegue en unos minutos u horas.-Musite y me pase a sus espaldas mirando los cuadros que adornaban mi pared.- Y seré sincero, dudo que quiera ayudarles, así la amenacen no lo hará, créanme, la conozco.- Me volví para verlas tan pequeñas pero peligrosas al mismo tiempo.- Su odio no está en los Cullen, está concentrado en la persona que esta allá arriba, y no hará nada más que dañarla a ella, aunque...-Deje la frase inconclusa.
Yo sabía demasiado de Amelia, más de lo que deseaba. Sabía hasta donde era capaz de llegar y por quien lo haría. No lo haría por mí ni por Anya, tampoco por María Paula. Tal vez por Yaeel, pero él jamás le pediría algo de esa índole. Solamente una persona en esta casa era capaz de manipular a su antojo a Amelia, y Katherine estaba completamente consiente sobre su poder sobre Amelia, Paula y Betmany.
No hice más agrandar mí ya perfecta sonrisa. Enarque una ceja perfecta. ¿Hasta dónde eran capaces de llegar para obtener la información que tanto deseaban? No planeaba averiguarlo. Sabía a la perfección que si no se los decía por las buenas lo harían por las malas, la tortura sería su única solución.
A final de cuentas resultaba que si conocía a quien ellas querían. Amelia. Aquella enana vampira que me desagradaba completamente y a la cual tenía que soportar gracias a Katherine y Yaeel.
Con la cual nunca haría un trato o le pediría un favor, así estuviera al borde de la muerte. Aunque, irónicamente, ahora teníamos una especie de pacto por aquellas dos personas que tanto amábamos y una más, la hibrida.
Cierto la vida siempre suele ser así de irónica, tiene todo medido y nos provocó llegar a vivir juntos, ella para ver a su amiga, su hermano y a enemiga. Y yo, por otro lado, para ver a mi amada y a mi amigo, la hibrida salía de sobra en mi caso.
Suspire y puse los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza. Me pare con rapidez y elegancia, que siempre me eran propias, y en un movimiento tan fugas estuve parado frente a las dos rubias.
-Claro que conozco a Mía, está viviendo aquí, precisamente. Pero ahora no está, como podrán percatarse, de lo contrario estaría de chismosa y arpía ahora mismo. No sabría decirles donde está, cuando llegue no estaba, pero tal vez este cazando en las cercanías. Pueden esperarla si así lo desean. Todo depende de su suerte, pueden empolvarse aquí esperándola o tal vez llegue en unos minutos u horas.-Musite y me pase a sus espaldas mirando los cuadros que adornaban mi pared.- Y seré sincero, dudo que quiera ayudarles, así la amenacen no lo hará, créanme, la conozco.- Me volví para verlas tan pequeñas pero peligrosas al mismo tiempo.- Su odio no está en los Cullen, está concentrado en la persona que esta allá arriba, y no hará nada más que dañarla a ella, aunque...-Deje la frase inconclusa.
Yo sabía demasiado de Amelia, más de lo que deseaba. Sabía hasta donde era capaz de llegar y por quien lo haría. No lo haría por mí ni por Anya, tampoco por María Paula. Tal vez por Yaeel, pero él jamás le pediría algo de esa índole. Solamente una persona en esta casa era capaz de manipular a su antojo a Amelia, y Katherine estaba completamente consiente sobre su poder sobre Amelia, Paula y Betmany.
Matt Baker- Vampiro Carnivoro
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Re: Cambios (Paula, Anya, libre. Tarde nevada)
Por un momento sentí en mis oídos algo retumbante, la inconclusa frase me traía loca. -"Aunque" ¿qué?- Esperé un momento para procesar íntegras las palabras que me había pronunciado.
Matt no me parecía alguien interesante en el sentido físico, pero aunque no sabía mucho de él, sabía que era una persona muy misteriosa del lado interno, podía yo averiiguarme todo acerca de él, y a la larga usarlo como arma, pero llevaría tiempo empezar a hacer migas con él, y llevaría más tiempo con Katherina a sus espaldas, en sus ojos ví la vivacidad y destreza que emanaban de su ser, algo que me impediría llegar a mi meta.
-Matt, dime en qué estás pensando.- Mis palabras fueron fugaces y amenazantes. -No querras que Jane me sea útil en este bello lugar, tan hermoso y acogedor; no te resultará conveniente que las personitas de arriba sufran, ¿o si?- Una sonrisa destelló cruel sobre mi reinante maldad, mi rostro no delataba más que la anciedad sobre aquellos planes fieros en mi cabeza. Nunca pude rechazar ese tipo de pensamientos macabros cuando fui una niña inocente hace una eternidad.
Matt no me parecía alguien interesante en el sentido físico, pero aunque no sabía mucho de él, sabía que era una persona muy misteriosa del lado interno, podía yo averiiguarme todo acerca de él, y a la larga usarlo como arma, pero llevaría tiempo empezar a hacer migas con él, y llevaría más tiempo con Katherina a sus espaldas, en sus ojos ví la vivacidad y destreza que emanaban de su ser, algo que me impediría llegar a mi meta.
-Matt, dime en qué estás pensando.- Mis palabras fueron fugaces y amenazantes. -No querras que Jane me sea útil en este bello lugar, tan hermoso y acogedor; no te resultará conveniente que las personitas de arriba sufran, ¿o si?- Una sonrisa destelló cruel sobre mi reinante maldad, mi rostro no delataba más que la anciedad sobre aquellos planes fieros en mi cabeza. Nunca pude rechazar ese tipo de pensamientos macabros cuando fui una niña inocente hace una eternidad.
Sulpicia Vulturi- Clan Vulturi
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