Paseando (Ray, libre. Tarde nublada)

La humanidad y sus problemas insignificantes. Siempre en busca de respuestas que tenían frente de sí mismos, las incógnitas se hacían mas grandes cada vez y las respuestas se diluían ante sus ojos que no percibían correctamente el mundo real y cruel, claramente para ellos.
Aun que varios de nosotros creíamos que eran insignificantes, una basura en este mundo devastadoramente cruel, la realidad era bastante clara. Sin ellos nosotros no existiríamos, así de simple era. Los humanos eran nuestro alimento, y opciones como los animales era totalmente inaceptable su sangre era poco agradable al paladar.
Suspire terriblemente aburrida, calce mis botas, tome mí chaqueta y me puse unas gafas de sol para esconder mis ojos escarlatas de los descuidados humanos. Camine a pasos lentamente humanos desde mi casa hasta las calles del aburrido Forks, vagabundeé un rato por las calles mojadas donde casi no había personas, solo unas cuantas merodeaban por ahí, al igual que yo. Mi paseo desenfadado me llevo hasta el centro comercial de Forks, que no era más que una tienda barata y poco apetecible para comprar.
Estando ahí me encontré con más humanos apetecible e intocables, afortunados porque yo no estaba desesperadamente sedienta y no podía cazar ahí, de lo contrario encontraría mi muerte segura. Me detuve a observar unas alhajas que eran curiosamente bonitas, con detalles coloridos; después de todo si observabas a la humanidad se volvían un poco más interesante. Les daba un punto a ellos y era el primero, algún humano debía darme razón para admirarlos.

¿Tranquilo?, aburrido mejor dicho. En Forks lo único lindo y entretenido era el ambiente que me recordaba a casa y los paseos por ahí. Como diario lo hacía, salí a caminar, me llamó la atención el supermercado, pues no lo había visitado, quería conocerlo, así que me dirigí a él con ciertas espestativas.
Enorme, a comparación con la tiendita que estaba cerca de mi casa. Lo miré despreciablemente y entré en él; frente a mí había gente, una chica extraña se dirigía a la joyería, ella principalmente llamó mi atención, pues su vestuario con lentes de sol era inusual y poco congruente con el día nublado, me limité a seguirla.
Quería comprar una pulsera para alguien especial, una persona que no conocía, pero que estupidamente seguía con la mirada cuando pasaba frente a mí; pensé que ella me podía ayudarme a decidir que joya sería la más apropiada.
Me detuve junto a ella luego que ella se detuvo frente a un mostrador.-Hola, me preguntaba si me podrías ayudar a elegir algo para alguien especial, espero no molestar.- ¡Oops!.¡Los modales primero, Ray! Me recordé. -Disculpa, me llamo Ray, soy nuevo en Forks, por eso decidí pedir tu opinión.- Me sentí un estúpido, pues al ver su rostro quedé totalmente paralizado, su belleza era aún más hipnotizante que la de la chica para la que se supone era la pulsera. Todas mi palabras salían con cierta dificultad, parecían no concordar con los movimientos de mis labios. Una estupidez había ocurrido al haber elegido a ella como ayudante, pues sentí un revoloteo insoportable en mi pensamiento, sentí que mi única obseción se convertiría en saber todo de ella y poder verla tan seguido se pudiera.

Aunque mi intención estuviera en los humanos y su razón de existir, mis sentidos estaban completamente alertas. No deseaba encontrarme con ningún Cullen, que probablemente sería lo más seguro que pasase.
Mis oídos y mi nariz captaron a un humano en especial que me seguía, no solo el hecho de que me siguiera me hacía darme cuenta sino también su olor que era demasiado dulce y tentador. No sabría hasta donde me seguiría o si probaría acercarse a mí, que era una elección incorrecta, o simplemente haría
Mientras veía las baratijas del aparador, sentí su calor y su enervante aroma muy cerca de mí. Respire hondamente y cerré los ojos, deleitándome con su peculiar y agradable aroma. Su voz grave y ronca hablo demasiado cerca, claramente se dirigía a mí ya que no había más humanitas ahí y el que me atendía era un tipo desalineado que se veía encantado por tenerme frente de él.Voltee a verlo, era rubio y más alto que yo. Sus ojos demasiado abiertos eran de un verde encantador. Le sonreí y lo mire por encima de mis gafas, dejando que viera mis ojos escarlatas, ni me importaba si sabía mi secreto.-Ray, un gusto. Soy Katherine.- Musite suavemente, mi voz aniñada sonó melodiosa en el lugar. -Deseas que te ayude...Claro, ¿Cómo es la chica?- Pregunte mientras ladeaba la cabeza y me quitaba por completo las gafas
El hombrecillo parecía sorprendido y una chispa de curiosidad asalto sus ojos.

Estaba soñando. No parecía ser así, ella sí era de verdad, o parecía serlo, pues cuando se quitó las gafas pude distinguir un brillo particularmente parecido al de una de aquellas cosas raras que intentó atacarme en mi antiguo hogar. Simplemente cuando escuché su voz no podía haver otra cosa que respirar. Pasaron dos segundos cuando fui capaz de responder. -E-ella es...de tez delicadamente blanca, de ojos color miel, creo que tu eres parecida a ella, a excepción del cabello, el suyo es color castaño...-Tonterías, no había otro cosa que identificara con lo que hacía.

Me puse de frente a él, ladee la cabeza y puse mi mano en la cintura. Parecía estar en un mundo paralelo a este, tan ajeno. Miraba mi rostro tratando, tal vez, de memorizarlo con solo verlo detenidamente, lastimosamente no tenía esa habilidad tan peculiar de los de mi especie. Tamborilee con el mí; para el los segundos pasaban rápidamente, tan fugaces que ni cuenta se daba que el tiempo se le escapaba de las manos, pero para mí pasaban tan lentamente que me deleitaba viéndolos con desesperación.
Para perder más mi eterno tiempo decidí observarlo mejor, cada expresión que pasaba por su rostro, pero se encontraba tan sorprendido que solo mantenía aquella expresión de sorpresa.
Cuando logro articular palabra fue tan lento y en un susurro, parecía contestar a mi pregunta mecánicamente. Entrecerré los ojos y luego le regale una gran sonrisa, mostrándole mis perfectos dientes que eran un arma mortal para los de su especie.
La descripción de la chica parecía ser la de una vampira, enarque una ceja ya que había atraído a mí la imagen de Lunita, que tenía esas características propias de un vampiro vegetariano.- Espero esa chica valga la pena.- Dije, no lo valía era una mosca muerta que andaba por ahí convirtiendo a seres humanos en vampiros para dañar a terceras personas. También ella era la causante de que Marie estuviera triste.

Su voz angelical sonó una vez más, ¿podía enamorarme a primera vista de alguien que seguramente me odie si supiera como soy?. No lo sé, sólo tengo que mantener distancia, pues recordé una vez más la vampira que me advirtió ser cauteloso, y la que se hacía llamar Katherine se parecían demasiado para ser verdad. Temía que fueran de la misma naturaleza. Inconscientemente seguí analizando sus ojos. Ésta vez puse atención a lo que dijo y contesté con éxito:-Sí, ella es un tanto reserbada, sólo habla con un chico extraño de ojos verdes, parece que son familiares o algo parecido, comparten muchos rasgos entre ellos. Pero igual sigo teniendo ilusiones, espero no hacer el ridículo cuando esté frente a ella como contigo, es difícil hablar y mentir cuando se está frente a una chica hermosa.- Caí de nuevo en su mirada fulminante, coqueta, pero bella, totalmente quedé hipnotizado una vez más. Bueno, al menos puedo ser sincero, como si me sirviera. Dije para mis adentros, mientras lograba volver al "mundo real" y recargaba mi peso sobre mi pié izquierdo.

La imagen de Luna se diluía de mi imaginación, no la odiaba solamente se me hacía una mustia andado de aquí para allá tratando de mejorar este mundo, haciendo un acto de caridad que no se agradecería para nada. Mi odio estaba, específicamente, concentrado en la rubia Rosalie, nada más, los otros podían hacer lo que se les antojara.
Inhale profundamente una vez más, deleitándome con su delicioso aroma que me invitaba a tomarlo. Bien podía llevarlo tan lejos con un juego de palabras y devorarlo, pero eso no tenía gracia mejor seguiría actuando como si nada. Era cierto, yo era la cosa más peligrosa que se podía encontrar en su corta vida, pero por el momento sería un pan de dios.
Solté una risita amable ante su comentario y clave mi mirada en sus ojos verdes. Aún mantenía una chispa de curiosidad y parecía más alerta ahora que pisaba el mundo real, quizás tuvo un encuentro con algún vampiro y lo mantuvo vivo, si hubiera sido yo quien lo encontrara no lo hubiera dejado con vida, su olor era insoportablemente delicioso. Ahora solo me degustaba con olerlo, jamás probarlo. - Un chico, quizás sean hermanos, no lo puedo saber a ciencia cierta. Pero tu descripción se me hace demasiado familiar a una conocida.- Musite con el tono más dulce que fue capaz de salir de mis labios, no estaba acostumbrada a tratar de esa forma a terceros y estaba consciente de que debía intentarlo, por lo menos una vez. En ocasiones anteriores miraba como Matthew lo hacía parecer tan fácil, tal vez a él se le daba tan natural que por eso era fácil, intentaría portarme bien y no irritarme tan fácilmente.
Desvié mis ojos al aparador que tenía frente a mí en busca de una joya que le agradara a Luna, no la conocía todo era al tanteo. Un collar fino y delicado de plata que poseía una esmeralda llamo mi atención.-Podrías mostrarme esta.- Dije dirigiéndome al tipo que me atendía.- Dices que eres nuevo, Ray. ¿De dónde eres?- Me volví para mirar al humano con una curiosidad fingida y una sonrisa de lado.

Escuché de nuevo una pregunta, ¿en verdad los vampiros eran todos así, así de hipnotizantes?
-Ehhh, sí, perdón. Soy de Quebec, Canadá, llegué hace dos días; llegué becado por el Instituto, no rechacé la propuesta que me daba pues...- Me dolía recordarlo.-...ahora soy...huérfano.- Pronto una impulso vino a mí, deseaba tocar su rostro, primera vez que sentía algo así. Sofoqué el deseo mirando el collar que Kath había elegido observar, en verdad tenía un buen gusto, pues la esmeralda le daba muy buena vista al collar. -¿Tu crees que ese sea el adecuado?- Dije señalando con timidez el collar.

Espere a que reaccionara de lo que pensaba, mi voz se elevó hasta sus oídos. Parecía estar perdido en mi rostro inmortalizado a los 20 años y que jamás avanzaría por más que yo deseara.
Repentinamente su rostro se mostró turbio y se crispo de dolor, su pequeño pasado le había afectado, era doloroso. Huérfano, no solo él lo era, yo tenía cientos de años siendo una maldita huérfana que no hacía nada para recordar aquel doloroso pasado que se venía encima de mí si permitía que llegara a un extremo. En cierto modo lo comprendía, pero no del todo.
Ahora le regalaba un punto más a los humanos, y todo gracias al chico rubio de ojos verdes que se posaba frente de mí.
Le regale una sonrisa cálida y negué con la cabeza un par de veces. Acorte la distancia entre nosotros, puse mi mano gélida mano sobre su hombro, impresionantemente sentía su calor a pesar de su ropa. Me pare de puntillas y le hable al oído. Ahora su aroma era más enervante, me embriagaba de solo olerlo, la ponzoña salía pero yo era más fuerte que mis sentidos, no lo mataría.- No te sigas lastimando de esa forma, las cosas pasan por algo.- Dije con voz acaramelada, tragandome la ponzoña. Me aleje de él y acaricie su rostro con la yema de mi dedo, sin dejar de verlo, me valía un comino si se percataba de mi temperatura, que sería lo más seguro.- Claro que esas es la correcta... Le gustara, lo presiento.- Musite sonriéndole.

No podía reconocer si en verdad sucedió. De pronto sentí un aroma dulce, fresco, frutal y delicioso emanando de ella, se acercó demasiado para ser verdad e intentó animarme, su intento no falló. Su mano descansaba sobre mi hombro, me extasiaba el aroma, su dedo recorrió mi mejilla, el contacto con ella ardía de frío, quedé paralizado ante la sensualidad que se podía persibir estando frente a ella.
Ella habló con la mayor sinceridad que pudo haber dicho en ese encuentro, me limité a asentir.-Bien, pues si eso crees, la llevaré.- Me descubrí en la tentación de inclinarme hacia ella para poder olerla con mas presición, me dí una rotunda negativa. Idiota, contrólate. Escuché dentro de mí.
Giré la vista para relajar mi fuero interno.Me dí cuenta que el señor del mostrador nos espiaba a urtadillas mientras sostenía el collar en sus manos. -Señor, me lo llevo, envuelvalo ostentosamente, debe ser lo más especial posible.- Dije mientras trataba de descubrir en Kath sus pensamientos.

Me sentía mareada y sofocada. El aroma dulzón del niño era demasiado tentador, en mi vida había conocido a un humano que llegara a sacarme de mis casillas con su simple olor. Debía probar una gota... Pero eso solo sería mi perdición y su vida se me habría ido de las manos si me dejaba llevar. Pero olerlo una vez más no me haría daño.
Mire al tipo que estaba detrás del aparador mirándonos con demasiado interés, lo fulmine, podía hacer que se hincara y dejara de estar estorbando, pero una vez más no lo haría.
Le sonreí más con desgana que con verdadera amabilidad. El tipo desapareció para envolver el regalo de Luna. Ahora estaba sola con el humano, podía probar mi autocontrol, lo más seguro sería que acabara muerto en mis manos.
Una vez más me acerque a su cuello, inspirando su enervante aroma dulzón que me alocaba demasiado.

-Dime, no sé si esto sea una equivocación.- Me ví perdido en la confusión, ella estaba de nuevo olfateando mi cuello, la tentación me derrotó, me descubrí acercandome hacia sus labios carnosos e irresistibles. Un centímetro antes de tocarla me detuve, sabía que no era correcto. Cerré los ojos y lentamente volví la mirada, con la esperanza de que ella no me golpeara del atrevimiento. De reojo observé que aún no volvía quien nos atendía, así que decidí buscar los ojos de Kath, ¿qué cosa estaría pensando en ese momento?, ¿me golpeará, o sólo dirá que no pasó nada? No estaba seguro de que se hubiera dado cuenta que tenía la intensión de besarla.

Su aroma extasiaste daba vueltas por mi cabeza, haciéndola girar a una velocidad descomunal. ¿Cómo era posible que su simple aroma fuera una tentación tan grande y prohibida para mí? Era tan fabuloso su aroma. No debes matarlo. Dije para mí misma. Por tantas y tantas razones no debía matarlo. Su sangre era un precio muy caro por el cual pagaría.
Repentinamente su cuello se alejó de mí, privándome de su enervante aroma y su cálida sangre. En cambio sus labios se aproximaron más de lo normal a los míos, que eran más peligrosos que un cuchillo.
Lo mire a los ojos, su tentación por besarme era tan grande como la mía por probarlo. Le sonreí y en una fracción de segundo tenía mis brazos alrededor de su cálido y frágil cuello. Busque con mis labios los suyos hasta que los encontré, tan suaves y cálidos.
Ahora tenía que conformarme con solo eso y no en probar su sangre. Mi tentación y curiosidad fueron superiores a mi razón.

Enorme tentación, extravagante y lastímera tentación. ¿Podía algo ser más atractivo y seductivo que Kath? No me negué ante sus labios, fríos, intensamente gélidos; el beso ardía, lo correspondí, pero no sabía cuanto tiempo iría a durar, lo aproveché lo más que pude, grabando cada segundo en mi memoria. No tenía la intención de saber si ella era de las que mataban personas o se creían "vegetarianas", aún así no tenía miedo de morir por ella, al contrario, deseaba que si moría, fuera ella quien causara mi muerte. -Eh...Kath, ¿te parece si nos vemos luego?, me siento confundido y torpe, debo pensar las cosas, aún no logro separar de mi mente la idea de quedarme contigo, pero...- Sí, torpe, torpe, torpe, eso eres, un torpe, una vampira y tú, ¿quién lo diría? Estaba experimentando el beso mortal, el último que probablemente disfrutaría, aquel que me dejaba sin aliento y con un gran deseo de no terminarlo nunca. -Te veo mañana en el Instituto, a la hora de la salida, quiero saber cosas que me interesan de tí.- El deseo dominó sobre mí, el hombre del mostrador ya había pasado a dejar el collar en el mostrador, envuelto y con moño; lo pagué y la lujuria me obligó a besarla denuevo, ésta vez con más empeño. -Espero no me dejes plantado..- Dediqué una sonrisa y me retiré tembloroso e indeciso. Deseaba volverla a ver lo antes posible, ahora pensaba que el collar cambiaría de destinatario.

Memorice a la perfección su enervante aroma. El chico correspondió al beso que le dedique, sin ponerse a pensar en el peligro que corría al aceptarlo gustoso. No se daba cuenta de que si yo llegaba a desconcentrarme lo suficiente el terminaría muerto antes de que se diera cuenta.
Sus labios eran cálidos, no del mismo cálido que el de Jacob o Anya, el de ellos era un fuego atroz; tampoco era la misma calidez que la que poseía Matthew que era más templado que cálido, y suave, pero no a el extremo que el chico.
Ahora que su aroma estaba impregnado en mi nariz, haciendo que la sed se hiciera voraz en cada fracción de segundo, podía sentirlo en la lengua y esto me causaba una quemazón insaciable, solo su sangre sería capaz de apagar aquel incendio que existía en mi garganta.
Cuando termino mi suplicio, provocado por mi propia mano. Al abrir mis ojos sentí que en ellos se reflejaba un repentina y voraz hambre, hambre de él y solo él. Asentí una sola vez a sus comentario, incapaz de poder hablar, si lo hacia sentía que me le abalanzaría.
Mire como se alejaba a pasos torpes. ¿Ir o no ir? Su sangre era demasiada tentación para mí... Lo pensaría.