Un Nuevo Encuentro

A veces resulta irónico pensar la idea de que la gente desea la eternidad. Dar por hecho que todo resultara favorable y que las desgracias nunca nos tocarán son ideas tan carentes de sentido como el anhelar convertirse en un monstruo. Había ocasiones en que me preguntaba si el corazón humano fuese de soportar y comprender las emociones que un vampiro es capaz de experimentar. La complejidad de los sentimientos, tales como el odio, el amor y la tristeza, resultan tan profundos que demarcan nuestra personalidad y contaminan nuestro ser. La ausencia de un compañero, de alguien con quien compartir nuestra vida y lo que aprendimos de ella, resulta tan dolorosa como la muerte de la misma. Anhelamos muertos en vida la presencia de alguien que quizá aún no exista.
Cien años fueron los que yo tuve que soportar este veneno carcomiéndome la cordura y haciéndome sentir mal por todos aquellos que hacían lo imposible por mi felicidad. Este vacío sentimental resulta tan profundo y elemental para un vampiro que no puede ser compensado con nada, y así mismo uno está incapacitado para poder corresponder a quienes nos aman porque el vacío de nuestro corazón permanece muerto de emociones.
Entrar en el sueño de la ponzoña llevaba a un mundo donde las emociones, las comprendiéramos o no, serían quienes regirían nuestras decisiones en vez de nuestra mente. Incluso la persona con mayor capacidad deductiva, fría y decidida a encerrar su corazón no podría ser capaz de detener lo que este le obedeciera. Uno puede luchar por evitar el destino que nos demarcan nuestras emociones, intentar ser elocuentes y evitar el dolor de quienes rodean, e incluso convencerse de ello pero, sin importar si realmente sea lo mejor o no, nuestro cuerpo responderá a nuestras corazonadas. Y no hay nada, en el cielo o en la tierra, capaz de pararlo.
Aquel siglo. Mi vida como vampiro, si es que podía llamar a eso “vida”. Estuvo colmada de disgustos, pero mi persistencia fue la que me llevó a encontrar una luz capaz de iluminar mi camino. Así fue como deje de deambular por este oscuro camino de penas, con la aparición de Bella. Ella era la salvación que nunca había pedido y que jamás merecería, y a su vez se convirtió en la necesidad que jamás podré controlar. En su presencia es como si corazón hiciese posesión de mí y no fuese dueño de mi vida. No podía negarme a ella, y su ausencia me producía un dolor del cuál no era lo demasiado fuerte como para ignorar. Ella lo era todo, ahora era mi vida, y jamás permitiría que alguien rompiese el lazo afectivo que me unía a ella.
Incluso luego de su aparición hubo desacuerdos, situaciones que me creí incapaz de superar, miedos que amenazaban con deshacer nuestra unión y personas a las cuales herimos con nuestro Amor, pero éste siguió intacto. No había dolor, padecimiento o pena capaz de sobreponerse y por ende, mientras este amor existiese, no importaría nada más.
A pesar de ser cómplice de un amor tan profundo hice lo inevitable por sobreponerme y busque airosamente algo que sobreponer para evitar esta unión. No porque ésta me hiciese sentir mal, sino porque la amaba tanto a Bella que no creía ser capaz de ofrecerle algo con lo cuál devolverle la pureza de su amor. Sólo había una forma, convertirla en vampiro, para que ella pudiese experimentar este amor de la misma forma que yo, pero con eso la condenaría a agonizar cuando la tristeza nos colmara. Ser vampiro era una maldición, porque las malas experiencias resultan aún más desagradables que la muerte misma. No quería llegar a ese punto, porque además de no poder corresponder su amor me estaría llevando su alma, y eso sería algo que jamás podría pagar.
Pero fue el nacimiento de Reneesme el que hizo todo mucho más apacible nuestra existencia y que por fin pudiese sentirme bien con ella. Pues como vampiro sería capaz de vivir otros cien años de tortura sólo por conocer a Bella. Porque el amor era un sentimiento mucho más fuerte y por amor cualquiera sería capaz de entregarse al sufrimiento. Cuando Bella tuvo a Reneesme pasó por un sufrimiento muy grande para un humano, pero al no ser capaz de comprenderlo le era mucho más leve. Y a cambio de ésta experiencia recibió a cambio una inmortalidad con un amor mucho más profundo hacía mí, y el nuevo amor que le confería la existencia de Nessie. En sí nuestra hija era el factor que hacía posible nuestra unión, porque era lo único que sólo yo podría haberle entregado. Ya no volvería a experimentar aquella indecisión. Por en cambio me regodearía de ver a nuestra hija crecer y ver cómo este “regalo” llenaba de alegría la vida de Bella, sin que yo estuviese de por medio. Podía verle sonreír a y sentirme a gusto de saber que había hecho lo imposible por que ésta relación fuera tan perfecta como la era.
Ahora todo era mucho más fácil, sobre todo contando con la comprensión de Charlie y de Renée. El mantener esos vínculos con la vida humana de Bella era muy importante, aunque ella lo negase. No es que ella no fuera a extrañarlos, porque sufriría no verlos, sino que ella a pesar de ser humana era capaz de comprender que podía arriesgarlo todo. porque al tenerme siempre encontraría felicidad. Pero a su vez debería vivir experiencias muy feas las cuales yo deseaba evitar, mi misión siempre fue hacer que ella sufriera lo menos posible, a cualquier costo.
Ahora aguardaba a un nuevo encuentro, dado que ella había ido a visitar a Charlie. No quería meterme en ese tipo de encuentros, quería que ella pudiese guardar aquellos vínculos para sí sola, para que pudiese vivirlo de la manera más humana posible. Ya habían pasado varias horas desde su partida, en las cuales no pude hacer nada más productivo que tirarme en nuestra cama y escuchar un CD de música atrás del otro. Ya debía de estar por llegar así que ella me encontraría tal como me había dejado. Ansiando poder verla nuevamente.