Nuevo por aquí. (mediodía, libre)

Caminaba por las calles de Forks, no era muy diferente a Toronto, solo que estaba mucho mas vacía.
Se suponía que los de la mudanza iban a tener listo el penthouse, pero por lo visto no. Inútiles.- pensaba para mi mismo.
Parecía que la vida aquí iba a ser aburrida, pero iba a ser mi mayor esfuerzo para divertirme.
Me había sentado en un cantero y me había puesto a escuchar música. Veía la gente pasar. Me quedaban mirando con la cara sorprendida, no sabia si era porque era nuevo o que, pero no era una linda sensación.
El aburrimiento me estaba matando, por lo que tome el celular y me puse a mandar mensajes a todos mis amigos. Los cuales no vería en ¿Cuanto? No lo sabia. Pero tampoco me importaba, posiblemente iba a hacer amigos acá también.

Salí a darle una vuelta al pueblo de Forks, estar siempre por los bosques sin contacto humano me era difícil y más estando acostumbrada a interactuar con ellos.
Paseaba con calma, no había muchas personas en las calles siempre frías y nubladas de aquel sitio. Vestía lo más abrigador que se podía, un pantalón de mezclilla y un abrigo beige eran todo lo que me tapaban. Camine hasta sentir un aroma peculiar levitando en el aire. Un ser que no era de este lugar, no pertenecía a los Cullen o algún otro vampiro que merodeara por ahí. Seguí el olor hasta ver a un joven de aspectos encantadores, este escuchaba música en un celular y escribía en el mismo. Me acerque curiosa hasta el, observándolo en completo silencio.

Era definitivo, estaba aburrido. Y moriría si no hacia algo.
Me levante de un salto y con la mirada hacia el celular empece a caminar, pero cuando me di cuenta, había una mujer enfrente mio.
Recién la note pude sentir su olor. Ella, estaba allí, mirándome, como las demás personas lo hacían. Mire para atrás mio pero no había nadie en unos pocos metros, así que supuse que me estaba mirando a mi.
Saque los auriculares de mis oídos y salude: Hola, ¿Que onda?- una pequeña sonrisa se dibujo en mi cara.

Observar en silencio no servía de mucho y el chico ni siquiera se percataba de mi presencia ahí, frente de él, tan absorto en sus asuntos. Pretendía seguir mi paseo por las calles poco concurridas de Forks en busca de abastecimiento para la cabaña de Luna y en la que solamente yo comía alimentos humanos; cuando el chico se paró y noto mi presencia en el lugar decidiendo saludar con amabilidad. Imite su acto, sonriendo levemente y alzando una ceja.- Hola... Soy Anya.- Musité sin acercarme a él, clavada en el mismo lugar donde estaba.- ¿Y tú eres?

Sonrió también al presentarse. -Soy Alexander, pero podes llamarme Alex.- dije extendiéndole la mano.- Un placer Anya.
Sentía que era de la misma raza que yo, gracias a su aroma. Diferente al de los humanos o vampiros.
Entonces era cierto que aquí habitaban seres no muy diferentes a mi.
Mire para los costados y note que no había nadie. Por lo que proseguí la charla.
¿Eres híbrida verdad?.- dije con la curiosidad marcada en mi cara.

Tome la mano que había extendido. Esta poseía la misma temperatura que la que yo tenía. Claro, todo esto era raro, él era diferente de la misma manera en que yo lo era. Su olor y el rápido andar de su corazón lo evidenciaban más. -Un gusto, Alexander.- Su rostro denotaba una curiosidad increíble, como yo. Nunca antes había conocido a un híbrido que fuese hombre, mujeres podían ser más comunes, según lo que había apreciado con anterioridad. -En efecto, y veo que tu también.- Dije sin perder la amabilidad y tranquilidad que tanto me caracterizaban.

Su piel, hirviente, era igual que la mía. No cabía dudas, no era humana. Ese razonamiento no me llevo demasiado ya que unos pocos segundos después lo confirmo.
Tus poderes de observación son perfectos.- dije riendo.
Cuando me di cuenta, tenia el celular con los auriculares hechos un nudo en la mano. Los tome con algo de dificultad y los guarde en mi abrigo.
Y decime... ¿Que estabas haciendo?.- mi rostro mostraba unos ojos comprensivos y mi sonrisa, tierna, se expandía de oreja a oreja.

Me uní a sus risas. Claro que poseía, o poseíamos, esos increíbles poderes que eran mucho más desarrollados que los de un simple humano, pero no tanto como las de un vampiro.
Su pregunta me tomo por completo desprevenida, aun pensaba en los contras de ser o no un vampiro por completo. Parpadeé un par de veces, tardando en contestar esa cuestión.- Salía a comprar víveres, y a distraerme un poco. No es bueno estar todo el tiempo conviviendo con vampiros.- Musité con algo de inconformidad. No era bueno en lo absoluto vivir con ellos, solían ser volátiles, podían estar bien en este momento y en otro ya estaba enfurecidos o tristes. Tampoco era bueno andar corriendo como loca en el bosque frecuentando a licántropos, vampiros y otras especies.- ¿Y tú que hacías?- Pregunte tratando de distraer la atención de mi anterior respuesta.

La verdad que yo nunca conocí a un vampiro. No me molestaba, pero me sentía raro, ya que en parte lo era.
Yo no conozco ningún vampiro. Mi padre lo era, pero murió antes de que yo nazca.- dije mientras hacia una muesca con el lado derecho de la cara.
Yo, en realidad, pensaba ir a mi casa, pero como todavía no la han terminado de amueblar. - dije poniendo los ojos en blanco.
Eso si me molestaba, teóricamente iba a llegar a Forks y directo a mi hogar, cosa que no se pudo gracias a los lentos de la mudanza.

Escuche atenta sus palabras musitadas en un perfecto tono de soprano. Este chico me causaba aún más curiosidad que Renesmee Cullen. Prefería estar entretenida conociéndolo que regresar a la casa plagada de vampiros peleándose constantemente por una vampiresa que ni les hacía caso, aun peor que ella nos usaba a Franco y a mí como intermediarios para distraerse o a ellos.
-Humm, lo siento tanto. Pero tienes suerte, son unos seres cambiantes.- Dije frunciendo el ceño.
¿Que poseía este pueblo, para que todos los seres de leyendas quisieran venir a vivir a el? Hasta hacía unos meses, cuando pisaba esta tierra por primera vez, era completamente pacífico y ahora todos los vampiros se concentraban en el, atraídos por una fuerza extraña.
-Entonces no conoces mucho el lugar ni sus habitantes.- Concluí, retomando mi camino a la abarrotera.- ¿Quieres acompañarme en lo que terminan de amueblar tu casa?- Ofrecí con cortesía y una pequeña sonrisa en mí semblante. Sentiría dejar al chico solo, sin conocer a nadie ahí.

Parecía que la joven estaba desconforme con la actitud que tomaban los vampiros, pero yo no iba a sacar conclusiones, no hasta conocer algunos, claro estaba.
Asentí ante su afirmación. No conocía nada del lugar.
Si eso significa salir a hacer algo...Si, serias mi salvación.- dije riendo.
Espere hasta ver la dirección hacia donde íbamos a avanzar.
Y dime, ¿Donde iremos?- pregunte con curiosidad.

Encerrado en la casa de Luna y luego salir a algún lugar alejado de Forks no me dejaba el tiempo suficiente para dejar ver a mi ángel. En cuanto volví a Forks me encontré con la sorpresa que nadie estaba, que gran novedad, solamente Roberto y su amigo Andrés, del cual no sabía nada y no quería ni saber. Pregunte por el paradero de mi hija y me encamine en su búsqueda. Al instante capte su olor dulzón en el aire y lo seguí durante un tiempo muy corto hasta ver sus cabellos caramelos.
Me acerque confiado de que en verdad era ella, conocía a mi hija de pies a cabeza. No estaba sola, un chico de apariencia humana le brindaba compañía. Lo evalué por un par de segundos para llegar a la conclusión de que no era humano, todo lo contrario, era un hibrido al igual que Anya. Sorprendente, sí, pero cierto. Jamás me había topado con seres de su misma naturaleza, no que no fuera Anya, y ahora resultaba que no era la única en su especie.
Mi ángel por fin te encontré.- Sonreí y rodee sus hombros cálidos, besando su frente..- ¿Quién es tu amigo?- Pregunte sin quitarle los ojos de encima al niño de aspecto grácil.

Sonreí, por lo menos ahora no me encontraría tan sola como de costumbre me pasaba. ¿Dónde ir? Ni yo misma sabía la respuesta a esa cuestión. No conocía el lugar lo bastante bien, el bosque era otra cosa totalmente diferente.-No lo sé, iba a preguntar a alguna persona que viviera aquí- Musite poniendo cara de sincera vergüenza.
Un nuevo aroma se unía a este pequeño encuentro. Vampiro, no pude evitar pensar en esa palabra. Su aroma era fuerte y delirante, era un vampiro carnívoro quien se nos unía y lo mejor era ni toparme con esos seres poco civilizados. Di un paso para continuar con el camino cuando sentí un brazo gélido rodear mis hombros y unos labios igualmente gélidos hacer contacto con mi frente. Me sobre salte y puse los ojos como platos al escuchar la perfecta y melodiosa voz que me llamaba. No puede ser, no puede ser ¿Tu aquí? ¿Por qué?, pensé para mí. De todos los vampiros que conocía ¿Porque tenía que encontrarme con él? Sonreí forzadamente y voltee a verlo. -Hola. Él es un amigo, su nombre es Alexander.- Dije con tono amable.

Reí ante su gesto de vergüenza, por lo visto no era el único que no tenia idea donde estaba parado.
Sentí un olor peculiar, fuerte, y no del todo agradable, y a los pocos segundos apareció, prácticamente de la nada, un tipo.
Parecía que tenían algún tipo de relación, de lo contrario seria algo raro que dos personas desconocidas se saludasen de esa forma.
Extendí la mano.- ¿Que onda brother?.- dije lanzando una confiable sonrisa.

Sentí a la niña ponerse un poco tensa e incómoda de bajo de mi brazo, era de suponer que se debía a nuestras temperaturas diferentes, la solté y la mire. Ahí estaba el retrato de su madre, los mismos ojos, las mismas facciones, todo en ella me la recordaba constantemente.
Entre cerré los ojos ¿Brother? Que juventud de hoy. Sonreí y tome la mano que me tendía el muchacho, está era tan caída como la de Anya, entonces si eran iguales. -Como Anya no contesta me presentare. Soy Maximiliano Andrew, Max. ¿Cuál es tu nombre jovencito?- Dije con amabilidad.

La mirada de Maximiliano se posaba solamente en mí, ya sabía yo lo que pensaba, los recuerdos que tanto le traía verme. Tal vez me odiara o todo lo contrario, no lo sabía con certeza. Él chico saludo con amabilidad, lleno de confianza, no debía confiarse de mi padre, no de ese ser malévolo cuyas intenciones desconocía. No lo quería cerca, su presencia me incomodaba, me era de súbita desesperación tenerlo ahí justo a mi lado, con algunos despistados humanos pasando con toda la tranquilidad del mundo.
Puse los ojos en blanco y menee la cabeza.-Él es un amigo, creo que ya te lo he dicho, se llama Alexander. Mejor dime ¿Qué es lo que trajo hasta aquí, padre?- Musite con cautela, nunca sabía que planes tenía este vampiro.

En el preciso instante en el que Max tomo mi mano, sentí un frió tan fuerte que, inconscientemente, lo solté y quede mirándolo con cara de sorpresa. ¿Padre? Claro, por lo tanto era vampiro.
Mucho gusto Max. Disculpa, me tomo por sorpresa. Estas muy frió.- dije riendo.- Si, me llamo Alexander.- mencione reforzando la afirmación que había hecho la hibrida.
Mire a Anya y no parecía estar muy contenta con la presencia de ese ser en el lugar, aunque las palabras que compartían estaban llenas de amabilidad, daba la impresión de que estaba incomoda.

Reí ante el aspecto sorprendido del chico, por lo cual debía suponer que jamás se topó con un vampiro, irónicamente son frecuentes en las vidas de otros seres. -Es un verdadero gusto, Alexander.- Alce una ceja ante la pregunta de mi hija. ¿Que se supone que estaría haciendo yo en este lugar decrepito? La buscaba para llevarla de regreso a nuestro hogar. Italia, tan lejano y mucho mejor que los Estados Unidos.- Después hablaremos de eso, corazón. ¿A qué te dedicas Alexander?- Pregunte, cambiando el rumbo de la conversación por completo.

La risa del vampiro era totalmente macabra, cualquier persona se hubiese asustado...de hecho a mi me había parecido algo tenebroso.
¿A que me dedico?, mi apariencia era de un joven de 16 años, era raro que me pregunten algo así.
Soy estudiante en el instituto de Forks.-dije observando a la mujer.
¿Y vos Anya? ¿Donde estudias?.- pregunte con curiosidad.

Le sonreí levemente al chico y di un paso para alejarme de Maximiliano. Lo mira detenidamente, escrutaba su rostro. Claramente pretendía hacer algo, pero no concebía que cosa era lo que fuese que planeara.
Enarque una ceja al escuchar lo que decía, las preguntas insulsas que hacía.
Voltee a ver al chico que se dirigía a mí. ¿Donde estudiaba? Desde hacía quien sabe cuánto tiempo ya ni estudiaba.-No estoy estudiando. Pero sin en cambio he escuchado de ese instituto que mencionas. Me agradaría estudiar ahí.-Musite. Volver a los estudios, aun que supiera la gran variedad, serbia de distracción.