Metamorfosis (Ray. Noche)

El camino de Forks al aeropuerto más cercano fue rápido, como es de costumbre en esta vida. Deje el automóvil de Matthew en Forks, dejándolo al cuidado de un simple humano con la promesa de que el dueño volvería tarde o temprano por él.
Antes de entrar al lugar me puse los típicos lentes de sol para que los humano no vieran mis ojos escarlatas, no era normal que fueran de ese color y deseaba evitarme toda sospecha, ya era suficiente con que me miraran tanto. La compra de los boletos fue rápida, al igual que el abordaje y el mismo vuelo.
El día comenzaba a envejecer a cada mísero e insignificante segundo transcurrido. En todo el trascurso del viaje no dije nada, mantenía mi mente alejada de la realidad, absorta en pensamientos. No tardó mucho en que llegáramos al sitio indicado, para entonces la tarde ya caía amenazando con dejar entrar las tinieblas de la noche. Suspire y tome un taxi para dirigirme al departamento tan conocido de Matthew, donde casi no pasábamos tiempo.
El viaje al departamento fue sencillo y fugaz, y el silencio seguía dominándome, no planeaba hablar mientras existieran más humanos rodeándome. Cuando por fin llegamos al lugar indicado me sentí segura y con más ánimos de charlar. Normalmente estaba solo ese lugar. El portero nos recibió con una gran sonrisa y un atisbo de suspicacia cruzo su semblante cuando vio que mi acompañante, esta vez, no era Matthew. Los vecinos estaban tan metidos en sus insignificantes vidas que no se percataban de lo que sucedía a su alrededor, si alguien moría en el departamento de a lado jamás se darían cuenta, quizás el portero sí, pero ellos no.
Dentro del departamento todo se encontraba igual que como lo había dejado días atrás. Las cortinas blancas estaban cerradas y se mecían con el suave viento. Los sofás estaban bañados por la penumbra que ya había reinado en todo New York, dándole comienzo a la noche. Encendí la luz para que Ray no se cortara y sedujera a mi lado salvaje a matarlo, ahora que estábamos solos.
Los sofás de cuero negro estaban acomodados simétricamente con una mesa de centro y un gran televisor de pantalla de plasma sobre un mueble con coches miniatura, la obsesión de Matthew estaba clara en cada perfeccionismo de su gran departamento. El lugar estaba infestado de su aroma agradable y fuerte mentolado, algo que lo distinguía de los demás y le daba ese toque propio a todo lo que le pertenecía.
Suspire, absorbiendo el aroma de Matthew que estaba comenzando a difuminarse con el de Ray, y me tire en un sofá.-Ponte cómodo, estás en tu casa-Musite con una sonrisa.-Creí que tu curiosidad era muchísimo mas grande, pero me he equivocado porque en todo el camino no has dicho ni una palabra... Oh será que me temes- Dije con un tono juguetón y de burla al pensar siquiera en el temor que le podía infligir si se acercaba a la verdad.

Saliendo del pequeño aavión, que por cierto era de lo más lujoso, me puse una chaqueta que Kath había comprado en el camino, una abrigadora, para que no pasara frío en New York. El temor de que no pudiera soportar estar en el lugar una noche, o de perderme en algun lugar me provocó estar mudo todo el camino. Cuandollegamos estabamos de un momento a otro frente a una casa enorme y elegante, entramos, todos los muebles encajaban con el diseño de todo lo demás. Entré junto con Kath, prestando poca atención al portero; me senté en el sillón de a lado de Kath y escuché su retante voz. -No, sólo pensaba en tener mucho cuidado para no extraviarme en la Gran Manzana.- No pude quedarme callado: -Y...bien, otra pregunta, ¿qué cosa eres, beberás de mi sangre?- Cuando dije eso estaba pensando en la sustancia rojiza que había en los dientes del primer ende vampírico que había visto, inconscientemente lo dije.

Increíble, el chico sabía más de lo que yo creía. Tal vez había tenido un encuentro con un vampiro sediento, y este, milagrosamente, lo había dejado con vida. Y ahora yo le reafirmaba todas sus sospechas.
Enarque una ceja y sonreí con malicia ante su comentario. Tenía razón, podía arrebatarle la vida en un simple suspiro. Pero tenía planeado un futuro diferente para él. La inmortalidad no le sentaría mal, pero se la concedería en otro momento.
En un movimiento veloz me quite de su lado, me agazape y le gruñí con ferocidad mientras le clavaba la mirada a su cuello con mis letales dientes al descubierto, donde podía ver con claridad su vena palpitante. En otro movimiento igualmente fugaz me abalance sobre de él, tirándolo en el sofá y tomándole de las muñecas con delicadeza y un poco de fuerza para no lastimarlo, solo la suficiente para que no escapara. Puse sus muñecas a la altura de su cabeza y me incline sobre él, hasta la altura de su oído.- Soy un vampiro, ya lo sabes... Y deseo tu sangre más que cualquier otra cosa en este mundo.- Susurre y baje mi boca hasta su cuello donde lo bese con ternura.- Mi dulce e inocente Ray.
Parecía como si el muchacho estuviera bajo una roca, al filo de la muerte.

De un momento a otro estava sobre el sofá, derrumbando temores por todo mi ser. Kath, estaba sobre demí, sosteniéndome en una prisión de hielo, así sentía su piel, aún más fría que el hielo polar.
Su boca poseía dientes extraños y amenazadores, pero eso no le quitaba lo misterioso.
-Sabes que soy completamente tuyo, Kath.- Dije en tono de dulzura y extraño amor, cosa que en la vida no había sentido a tope. Intenté soltarme de sus manos y besarla, pero era imposible, sólo pude decir que la amaba.

Una sonrisa de suficiencia se dibujó en mi rostro. Solté las manos de Ray, liberándolo de la prisión que había creado y ejercido sobre él. Me levante lentamente y puse mis manos en su pecho cálido y suave como una almohada de plumas, sin quitármele de encima y poniendo todo mi devastador peso sobre mis rodillas.
Se suponía que debía huir de mí al decirle que era un vampiro, un monstruo salido de la mitología y la imaginación de los de su especie, y temblar de temor al saber que deseaba su sangre más que a mi propia vida y que mataría por tenerla... Al contrario se sentía más atraído a mí, algo totalmente estúpido e irónico, pero así solían ser los humanos. De vez en cuando era interesante observarlos de cerca y no te podías llegar a aburrir.- ¿No me temes? ¿No sientes la necesidad de salir huyendo? ¿De verdad me deseas?- Musite acercándome un poco para mirarlo.- Normalmente causo los efectos contrarios que son: temor y desagrado, pero parece que tu no los sientes...Que curioso.- Decía mientras enredaba un dedo en mi cabello.

Cada minuto que pasaba a su lado, cada movimiento que ella hacía, provocaba que mi corazón se exaltara, deseaba con fervor besarla, no había otra cosa que pudiera desear en esos monetos, momentos en que sólo éramos ella y yo. -No, estoy seguro de que no, pero la palbra no es "deseo", puede confundirce con "amor", o mejor dicho con "romper las reglas".- Sonreí de forma sarcástica, quería acercarme a ella. Alcé una de mis manos ya liberadas y acaricié lentamente su mejila, recorriéndo mi mano hasta sus labios.
La retiré, tomé sus muñecas con ambas manos, correspondiendo el juego que ella había empezado. Giré su cuerpo al lado en que me encontraba, posándola a ella contra el respaldo del sillón, acomodándome para tratar de aprisionarla, cosa imposible; acercaba poco a poco mi rostro al suyo, intentando besarla.
Lo único que nos separaba era el aire. -¿Y tú?, ¿tienes temor a hacerme tuyo?- Reto o duda.

"Romper las reglas". Esa palabra me gustaba más de lo adecuado y siempre me la pasaba rompiendo cualquier tipo de regla, y eso normalmente me llevaba a tener enemigos a los cuales les hacia la vida imposible.
El piqueteo de su corazón era tan rápido que, por un breve momento, creí que saltaría de su pecho. Suspire al sentir su cálida mano recorrer mi rostro que era tan liso y gélido cualidades del propio hielo. En un movimiento tomo mis muñecas jalando con fuerza, a la cual no me resistí de lo contrario hubiera sido como si moviera una pared, y me puso contra el sillón, tomando la posición que el antes tenía. Su rostro se detuvo a escasos centímetros del mío, podía ver las intenciones emanadas de sus ojos que venían siendo como el espejo de su alma.
Sonreí con la burla pintada en mi semblante.-No hay necesidad de eso...Tu ya eres mío.- Dije en tono burlón mientras me deshacía de su débil prisión y tomaba su rostro con ambas manos atrayéndolo a mí para besarlo con dulzura.

Su risa me ponía en un estado de "shock". Me encantaba saber que corría el peligro del amor, o algo parecido, un extraño calor que recorre tu cuerpo, una densa niebla ardiendo que se impone a tu razón, un ocaso en el que se oculta el pensamiento con el Sol, para dejar salir el instinto de la mano con la luz de la Luna.

De un momento a otro sentí sus labios fríos y cálidos a la vez sobres los míos, correspondí su juego, desesperadamente deseaba estar con ella por siempre, fuera o no posible, yo lo haría, de cualquier manera.
En un instante sentí que me faltaba el aire, había olvidado que antes tenía problemas con la respiración, y ahora, a causa de la profunda y azotante explosión de emociones, sorpresas y sentimientos que experimentaba con Kath a mi lado, volvían.
Sentía que me sofocaba el hecho de besarla, no podía dejar de hacerlo, retando a mi ser humano a contener el poco oxígeno que aún se acumulaba en mi interior; simplemente momentos después no pude, solté los labios de Kath y aspiré gran cantidad de aire, denotando que estaba en un peligro de muerte, que obvio estaba dispuesto a correr por estar junto a Kath, y aunque ella me pidiera que no lo hiciera, nunca iba a tomar eso como una opción.
Jadeaba desesperado, intentando rellenar mis pulmones de aire, y conteniendo la respiración unos pocos segundos, para regular mis latidos, controlar mis problemas, problemas que me consumían en esos momentos.
Cuando estuve listo giré la vista al rostro de Kath, buscando la profundidad de los rubíes escarlata que eran en sus ojos. -Siento que...- Dudé por un segundo. Incom¿nscientemente una sonrisa inigualable brotó de mi parte. -...que me obligas a provocar mi muerte.- Dije entre risas, tratando de bromear, para retomar el ambiente que había en la habitación.

Volví a la posición en la que aparté la miel de las hojuelas, acercándome dulcemente a los labios armónicas de Kath, torné un poco la cabeza, cerrando los ojos, para conseguir un beso más, el último si así tuviera que ser, pero aún así no me conformaría. -No dejes que haya un último beso entre...-Dije casi sin voz, sin lograr culminar la oración, avalanzándome sobre los labios durazno que tanto deseaba probar. "...los dos." Concluyendo la frase en mi pensamiento.

El tedio comenzaba a consumirme sin indulgencia alguna. La paz y tranquilidad que se respiraban en la mansión blanca con adornitos dorados y azules. Suspire enfadado de ver la televisión, nada nuevo acontecía en el insignificante y fútil mundo de los humanos y sus innesasarios problemas abatiéndolos en cada despreciable momento de su corta y desdichada vida.
En el lugar no había nadie haciéndome compañía. Paula se había largado a quien sabe dónde tomando uno de mis mejores carros. Amelia estaba desaparecida y lo agradecía en lo más profundo de mi corazón muerto, mientras ella no anduviera revoloteando por ahí con sus desdenes y su arrogancia todo sería perfecto, o casi perfecto.
Yaeel estaba en la habitación de arriba destilando miel por cada aspiración de aire que realizaba gracias a la hibrida Anya, la cual no se encontraba nada feliz con su nueva vida, su nuevo compañero y sus nuevos "amigos".
Y por último Katherine había ido a dar una vuelta a Forks para ver con qué novedades se encontraba, era de vital importancia saber los movimientos de Lunita y su sequito, no confiaba para nada en Sendra, era un hilo suelto que me encargaría después de eliminar si era necesario.
Pasaron unos minutos más que se hicieron horas ante mis ojos ahora rojos como la sangre que había drenado del humano el día anterior. Estar solo en un lugar donde la miel y el amor se respiraban en cada paso dado en la casa era casi enfermizo, aún más con que Katherine no andaba revoloteando a mi rededor como era su costumbre.
Me pare con la decisión ante todos los demás sentimientos, iría a Forks a ver qué pasaba por ahí y lo más importante, que pasaba con Katherine Owen.
Tome el primer vuelo que me sacara del lugar de un inmaculado blanco, me pudría estar ahí en la paz total, sin acción alguna. Al llegar a mi destino ya predicho me encontré con la agradable sorpresa que mi Mustang estaba resguardado en el aeropuerto más cercano Forks, seguramente Katherine lo había dejado ahí para no cargar con el auto y llegar más rápido a New York, tal vez estaba igual de desesperada que yo.
Sin ningún preámbulo me subí al coche negro y conduje hasta New York que me tomo parte de la tarde hasta ese lejano destino. Pasadas unas horas estaba bajo las luces de la ciudad que me acogía como mi hogar.
En el firmamento había desaparecido todo rastro del implacable sol, la oscuridad tan propia de la noche estaba omnipresente y solo algunas estrellas salían tímidamente a adornar el cielo tan negro como el carbón.
En cuento llegue a mi departamento, mi casa, mi hogar, el portero me dio una noticia para nada agraciada. Katherine no estaba sola, un muchacho cuyo destino el portero desconocía la acompañaba. Fruncí el ceño y continúe mi caminata hasta perderme en las escalera, tomar el elevador solo me retrasaba más. En segundos insignificantes y fugaces estuve parado frente a la puerta. Un aroma dulzón y casi enervante salía de mi departamento -Humano- Pensé, también podía escuchar el arrítmico sonido de su corazón en la habitación junto con su respiración casi sofocada.
¿Qué era lo que sucedía dentro de mi departamento? Hacer pesquisas, quizás fallidas, no servía para nada, lo mejor era entrar y averiguar. Abrí la puerta con un movimiento ligero, rápido e imperceptible, no se escuchó ni un ruido al entrar, me movía tan sigilosamente mientras admiraba el departamento.
La luz estaba prendida iluminando la sala ya tan conocida e inmortalizada en mi memoria, lo desagradable fue ver la escena que se desarrollaba ahí mismo, ante mis ojos.
Me recargue contra el marco de la puerta, cruce los brazos y le clave la mirada a la joven pareja que se besaba tiernamente sobre mi sofá de cuero negro. Katherine mantenía la posición de abajo y estaba enredada a un muchacho de cabellos rubios y piel blanca. A él se le veía tan apasionado, besándola como si se la fuera a comer, claramente era irresistible la tentación ante una persona tan rumbosa como lo era ella.
Me debatía en como interrumpir la escena, si seria de la manera descortés... O seguiría el juego que estaba jugando Katherine. La segunda opción me apetecía aún más que la primera, no me sentía engañado pero si herido ante el secreto que ella me guardaba, jugaba y no me implicaba en ello.
-No sé qué excusa me darás para esto, ángel.- Inquirí en voz monocorde.- Esta vez has caído tan bajo, amor- La burla estaba impregnada a mi voz, ahora solo faltaba ver la expresión del muchacho.

El peligro parecía fascinarlo y atraerlo irrevocablemente hacía mí. Sabía que si me sobrepasa el terminaría muerto en mis manos, ya cargaba con miles de vidas a mi espalda, sujetadas y aferradas a mi ser tratando de remorder mi conciencia ya perdida en los siglos pasados.
Escuchaba cada sonido proveniente de Ray. Se alejó de mi tan agitado como si hubiera corrido kilómetros y kilómetros de un camino rocoso y de curvas sinuosas. El oxígeno le faltaba y parecía desesperado tratando de tomarlo, necesitándolo como si fuera su último respiro, si pensaba de esa manera estaba totalmente equivocado, no le arrancaría la vida por más que lo deseáramos los dos.
Sonreí levemente ante su expresión desesperada por la búsqueda de aire, también trataba de apaciguar el latido de su corazón que era como el piqueteo de un colibrí.
Pronto retomo su postura ahora más segura que antes, reflejando le moción y excitación que le provocaba estar tan cerca de mí, que era igualado a estar cerca de su muerte segura. Tal vez esos sentimientos no se reflejaban en mi rostro aporcelanado, si dejaba que se apoderaran de mi cordura, sumergiéndome en sus profundidades haciendo caso omiso a lo correcto, el terminaría deshecho. Su fuerza no se igualaba a la mía ni un gramo, yo era infinitamente más fuerte que él y con esa simple idea me mantenía con los pies en la tierra.
Susurro unas frases sin aliento, dejándolas flotando en el aire mientras volvía a besarme con desesperación, no hice más que corresponder a sus besos con cuidado y ternura.
De pronto escuche unos pasos acercarse u detenerse hasta la puerta, un aroma tan peculiar e inolvidable comenzó a deslizarse por debajo de la puerta. Ese aroma mentolado era inconfundible, Matthew había llegado inesperadamente, tomándome por sorpresa. No necesitaba ser adivino para saber que ahí había un humano ya que todo el enervante aroma estaba ahogando el lugar que era el santuario de Matthew. Ignore, por una fracción de segundo, que Matthew estaba detrás de la puerta sopesando si entrar o no, y que era lo que hacía un humano en su santuario. Sin ninguna duda más abrió la puerta con un movimiento ligero y sin ruido, si no fuera por el hecho que lo olía me parecería que el que entro solo fue producto de mi imaginación, pero él era tan real como yo misma.
No escuchaba que hiciera ningún movimiento por los siguientes segundos que eran tan largos y pesados en ese momento. Escuche un débil suspiro y abrí los ojos. Aleje a Ray con dulzura de mí y mi voltee para ver a Matthew. Se posaba en el marco de la puerta examinándonos a mí y al humano, recorriendo con su frívola mirada a los dos. Sus ojos inquisidores se posaban sobre mi rostro, acusándome de lo que veía. Gemí casi inaudiblemente y lo mire suplicante, no quería arruinar nada de lo que había logrado construir con él y esto parecía no apoyarme en lo absoluto. Me deslice con cuidado y amabilidad de la prisión ejercida por Ray y me pare frente a Matthew en un movimiento fugaz.
Antes de que soltara un sermón el hablo con paciencia y calma, sentimientos que no eran los correctos en tal escena, luego la burla se hizo presente en sus palabras, entendía que sintiera desilusión, enojo y celos, pero no esperaba que sintiera diversión de ver lo que había visto.
Lo mire incrédula, no daba crédito a lo que sucedía, ¿No quería matara a Ray? Si no era así entonces ¿Qué diablos pasaba por su cabeza?
Posee una mano en mi cintura y lo mire fijamente, tratando de averiguar que tramaba, pero no encontraba nada, no aún.
- Matthew...- Susurre con amor y negué con la cabeza frunciendo el ceño. Me quede pensando en la mejor respuesta a su pregunta, pero no existía alguna que me zafara, simplemente más culpabilidad. Entre cerré los ojos, seguiría como si no pasara nada y a Matthew lo trataría como un amigo.- No soy la primera que lo hace, cariño, tú lo has hecho ya tantas veces.- Sonreí ante la indirecta señalada, aún no se me olvidaba lo de Rosalie.

Pronto Kath se esfumó, se volvió un nubarrón descolorido, a un segundo estaba en la puerta, con un chico que le hablaba de manera inentendible, posible pareja. Tuve mil y un preguntas en la cabeza, la lista de dudas aumentaba cada segundo que corría; no me preocupaba lo que sucedía con él, sino con Kath.
Me posé de manera indiferente en el sillón, de una manera despreocupada, sólo confundida. ¿Qué es lo que sucede? Preguntaba a una vosecilla que retumbaba en mi cabeza, derrumbando mis pensamientos, hablando arrítmicamente, sin logar expresar algo.

Tenía masticando varias ideas. Bueno, relájate, parece que ellos son un poco inestables, o un tanto inconscientes; Ray, tienes una oportunidad más con Kath frente a tus ojos. ¿La puedes aprovechar? De pronto sentí que mis labios palabreaban inconscientes. -Me pregunto si es una especie de pareja infiel lo que veo frente a mi.- Pequeño error. Sé que suelo hablar cosas para mis adentros, cosas filosofeadas, no comprobadas, pero muchas veces salían a flote, sin que lo quisiera hacer. Cerré un ojo de manera rápida, intentando esconder el espejo del alma, para evitar vergüenzas innecesarias. ¿Más? Ante tal cosa sentí la necesidad de pararme y alejarme de ese sillón, a lo que no me resistí, me puse de pié y me dirigí al otro lado de la habitación, a otro sofá, menos cómodo, pero más elegante.

La tensión prontamente se palpo en el aire y se adhirió al rostro inmortalizado de Katherine. Se preocupaba por simples actos que se podían arreglar en segundos sagaces y veloces, como es común en esta vida.
Enarque un ceja y le sonreí con burla a Katherine, me valía un comino lo que hiciera con su comida, si jugaba o no con ella antes de degustarla. En un segundo estaba frente a mí, con la preocupación claramente reflejada en su rostro y su voz aniñada que yo tanto adoraba, apreciaba sus gestos junto con las emociones que la azotaban, de preocupación paso a la sospecha, sorpresa y luego esa mascara tan peculiar en ella, la burla. Ahora comprendía, tal vez, mis planes, estábamos unidos por un lazo inquebrantable e invisible, nuestros pensamientos estaban hilados.
Solté una carcajada suave y llena de toda la burla que poseía en esos precisos momentos, me despegue del marco y me acerque un paso a ella. Acaricie sus rizos y bese su frente con dulzura.-Todos cometemos errores, lamentablemente.- Dije con la misma suavidad dándole un toque aterciopelado a mi voz.
El momento se quebró en miles de fracciones, como si fuere un cristal. Una voz gruesa y áspera me saco de la burbuja siempre construida a nuestro rededor, enfoque mis ojos escarlatas en el humano que por un momento había dejado de existir, pasaba a ser parte del inmobiliario, como un mueble o un adorno más del departamento. Fruncí el ceño pensativo a lo que decía -¿Infidelidad? Claro que no mi querido amigo, estupidez por tu parte, esa es la palabra correcta.- Dije en mi fuero interno mientras media sonrisa se dibujaba en mi semblante calmo. Pude ver como la vergüenza invadía su pequeño ser aunado a una esperanza vaga, quizás haciéndose ilusiones con la vampira que se posaba frente a él, creyendo que ella lo amaba. Lo que no sabía era que ella era la maestra de las mentiras, al igual que la mayoría en nuestra especie, y él se la tragaba como si fuera la realidad absoluta. Más aparte, ¿Porque debía amarlo a él teniéndome a mí? Absurdo, muy absurdo que lo creyera de tal forma. Como fuera le seguiría a Katherine el juego que se estaba desarrollando ahí.
Pase a Katherine y me acerque al sofá donde antes había estado el muchacho, ahora parecía más una presa acorralada por sus cazadores, tal y como debían de ser los papeles, me deje caer con naturalidad y le clave una mirada llena de curiosidad.- Piensas muy mal, querido amigo, infidelidad...Eso nunca. Más bien...- Fruncí aún más el ceño y me pase una mano por el cabello desordenado que era mi peinado permanente, en gesto pensativo.- Sorpresa, nunca creí encontrarme con que estaba con un simple mortal. Y estas en un error enorme, si me permites decírtelo, ella y yo no somos pareja, como tú has de creer. Un lazo de amistad es lo que nos une, simplemente, aunque no debo dejar de admitir que me siento atraído hacia ella, después de tantos siglos de amistad... Es inevitable.- Musite con una sonrisa llena de picardía. Lo que mejor se me daba en esta vida era la persuasión y la mentira aunadas, y mejor aún, la mentira más retorcida que nunca, pero esto si tenía algo de verdad en partes.- ¿No piensas acompañarnos en esta grata reunión, ángel mío?- Volví la mirada a Katherine que aún se posaba en el mismo lugar de antes.

Miraba escéptica a Matthew. Observando, al igual que él cada gesto que hacía, cada movimiento y cada emoción que pasaba por su hermoso rostro.
Parecía divertido ante lo que veía, y si no le molestaba no debía de sentirme mal al respecto. Aunque podría estar pensando que bebería la sangre del chico, cosa errónea si era así, en un futuro no muy lejano hablaríamos sobre el asunto. Si tan solo tuviera una pisca de idea sobre lo que planeaba hacer no le caería en gracia la noticia, pero eso nos podría favorecer a ambos. Torcí el gesto, primero tenía que hacérselo saber y tener su apoyo incondicional, en algún lugar de su mente el planeaba matar al Ray y si yo le daba otra razón surgirían, verdaderamente, los celos que lo cegaban hasta tal punto... Pero ¿Sería capaz de desconfiar de mí, pese a que lo amaba más que a mi propia vida? No lo sabía, pero me sentiría desdichada si pensara tal cosa.
Mientras mis pensamiento fluían en esa corriente, Matthew se acercó a mí con calma, esa calma que lo rodeaba siempre y a donde fuera, como su tuviera puesto un abrigo todo el tiempo, cosa que me hacía envidiarlo y, al mismo tiempo, admirarlo.
Rozo mi cabello con delicadeza y beso mi frente poblada por una nube a causa de mis pensamientos, pero esos pensamientos fueron cortados, perdidos cuando sentí sus fríos labios sobre mi piel. Una electricidad devastadora recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, no podía creer el efecto que causaba en mí el más mínimo de su contacto. Cerré mis ojos con suavidad y escuche su voz aterciopelada y sensual decir quien sabe que cosas, no prestaba atención a lo que decía cuando sentía sus labios.
La voz de Ray, ronca y áspera, a comparación con la de Matthew que era aterciopelada y de tenor; me saco de la burbuja en la que estaba, regresándome de golpe a la tierra y al mundo real, parecía haber dado en el clavo correcto con la pareja, en cuanto a la infidelidad, se equivocaba de la manera más rotunda. Perecía estar hablando consigo mismo, y no era la única que lo notaba, Matthew lo miro por encima de mi hombro de una manera extraña, como si el humano hubiese enloquecido por completo.
Matthew siguió su camino, llegando a donde entes estaba yo. Me vire rápidamente para ver sus acciones, existían ocasiones en que hacía lo contrario a lo que decía, siempre tan impredecible y de vez en cuando traicionero. Lo mire con los ojos muy abiertos y atentos a los posibles movimientos que pudiera realizar en cuestión de segundos si así lo deseaba. Paranoia de mi parte o solo tal vez cautela, no sabía cuál de las dos era la correcta pero había algo que me había hecho desconfiar del hombre que había escogido como mi pareja permanente, sentimientos inauditos. Simplemente se sentó a lado de Ray y lo miro con más cautela y curiosidad, no necesitaba de observaciones ya que seguramente se había memorizado su rostro con solo verlo una vez.
Suspire aliviada de que no hiciera nada malo, por así llamarlo, solamente contesto a lo que el muchacho había dicho, como simples palabras al aire, palabras que nunca debieron salir de sus labios ya que podía desatar la furia de Matthew y matarlo.
Mire con desenfado a Matthew mientras charloteaba y mentía, mentira tras mentira, no existía otra cosa que hiciese mejor que mentir y persuadir a las personas. En mis planes previos no estaba desmentir todo lo que decía el vampiro, seguirnos el juego era lo mejor que podíamos hacer, pese a que ninguno de los dos lo había mencionado siquiera. Era como sí tuviéramos una misma mente, pensáramos lo mismo, o solo era que teníamos pensamientos similares y por eso tanto teatro, no lo sabía a ciencia cierta pero algo había y por eso era el elegido para ser mi compañero para la eternidad.
Asentí a su llamado y camine con pasos lentos hasta sentarme en el descansadero de brazos del sofá de Ray, viendo de frente a Matthew. Le regale una sonrisa brillante, llena de complicidad. - Como veras, no debes preocuparte mi dulce e inocente Ray, el mismo lo ha dicho, somos amigos desde hace años.- Musite mientras cruzaba mi pierna sobre la otra y ponía mi mano con dulzura sobre la de Matthew.

Me sentía frutrado, totalmente desacorde; en ese momento me sentí la tachuela roja entre miles blancas. Las palabras del muchacho, totalmente distinto a Kath, alto, sutil, un tanto sincero, cordial, propio, de ojos amielados, de un aroma embriagante y tanto molesto, almenos para mí, lo único que pude identificar igual con Kath fue la piel, casi igual de nivea.

De un momento a otro me ví descansando en el respaldo del sillón, al sonar las palabras de Kath, las últimas, me sentí automáticamente yo, libre de culpa, sin ninguna tensión, aunque sí, siempre deseoso, de algunas mil maneras, de Kath.
Andube masticando las ideas hasta poder concluir algunas dudas y varias pocas conclusiones.
-No entiendo como sin conocerte ya empiezas a caerme mal.- Dirigí la vista y las palabras a tal Matthew, que sinceramente no era igual que Max, era otra cosa; lograba que aunque lo odiara mínimamente, le tuviera un respeto extrañamente merecido. No pude evitar sonreir tan humanamente, como siempre solía hacerlo cuando algo confuso se plasmaba en mi vasta mente.

Sin dar oportunidad de hablar a Matt o Kath seguí expresándo mi pensar. -Kath, entonces debo suponer que has compartido vida eterna con él, ¿cierto?- Mi voz sonaba entrecortada, un tanto por la explosión emosional que hubo en la habitación y que había afectado a lo que quedaba de mi salud, mi estúpida salud; la que odiaba por retener mis impulsos y deseos de la vida diaria. -Y también debo suponer que, aunque soy como un platillo de restaurant, ¿soy más otro amigo con derechos?- Por tan estúpido que fuese, deseaba escuchar un "si". Porfavor. Sonaba estúpido, tal como Matt decía, y lo aceptaba, el "shock" me solía dejar noqueado, aún peor como estaba en esos momentos.

Indudable que yo seguía teniendo esa inmensa y prohibida atracción con Kath.
La fruta prohibida prueba la más deseada, y aún así, la deseada no puede probar la prohibida.
Gran reflexión que pudiera expresar, pero no en aquel lugar, donde los sentimientos y emociones cambiaban como yo de vestimenta; podría morir siendo alimento de vampiro ahí, o aún mejor, "morona de pan".

El odio es un sentimiento que conduce a dos cosas, la primera es vivir con el resentimiento hacia algo o alguien para toda la vida sin llegar a sacarlo realmente; pero también te puede llevar a hacer cosas realmente grandiosas si posees una inteligencia suprema.
Sonreí fascinado ante el rechazo profundo que salía del humano superfluo que se posaba en el sillón, podía sentir el resentimiento sacado de quien sabe dónde, y sus palabras sinceras me lo confirmaron. No pretendía agradarle a nadie, solo a Katherine, los demás podían hacer de sus vidas lo que quisieran.
Negué con la cabeza y mi sonrisa se hizo más ancha. -Palabras incorrectas, amigo mío, si yo estuviera en tu lugar pensaría las cosas antes de decirlas.- Le conteste con amabilidad mientras miraba a mi rededor para encontrarme todo en perfecto orden, tal y como lo había dejado.- Pero, más sin en cambio, sentimiento correcto. Debes comenzar a odiarme puesto a que te llevo la delantera por bastante tiempo.
Dirigí mis ojos a Katherine en forma dulce, casi con devoción y le sonreí de la misma manera. Tome su delicada y fina mano para besarla con pasión y al contacto sentí el choque de emociones, una explosión de electricidad recorrió mi cuerpo entero, esa electricidad satisfactoria.
Me levante con elegancia y me acerque más al humano, poniendo mi rostro a la altura de la de él, a una distancia prudente.- Hemos compartido segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, siglos o milenios, ¿Quién lo sabe con certeza? La verdad yo no, pero nos conocemos desde hace mucho, eso tenlo por bien seguro.- Suspire y busque las palabras correctas a su pregunta seguida.- ¿Amigo con derechos? ¿Sueles cometer errores tan a menudo?- Solté una carcajada suave.- Claro que no eres su "amigo con derechos", más bien eres su comida o su postre, eso lo decide ella. Y yo, por otro lado, soy más un amigo con derechos, como lo dices tú.- Sentencie con media sonrisa en mi labios.
Si tan solo supiera que su vida colgaba de un hilo, no me irritaba en lo absoluto era más mi diversión al verlo sentir un odio, que yo mismo me prometí, se haría más y más grande hacía mi persona.

La charla que entablaban Matt y Ray me frustraba. Podía escuchar el completo desagrado de Ray a Matthew, y este se encontraba completamente divertido de que las cosas fueran así.
Y, una vez más, sentí los fríos labios de Matthew hacer contacto con la piel de mi mano. Nuestras miradas se entrelazaron unos pocos segundos muy significativos, él me amaba de la misma manera en que yo le amaba, no hice más que seguir sonriéndole.
El muchacho comenzó a hablar de una manera rápida y entrecortada, haciéndole respirar de manera casi vertiginosa. Expresaba sus puntos de vista, los cuales yo ya sospechaba. Normalmente Matthew no le desagradaba a las personas, pero este chico podía apreciar como el vampiro expresaba sus verdaderos sentimientos. Luego me sentí ofendida, " ¿Soy más otro amigo con derechos?". Esa pregunta y su voz áspera resonaron mil veces en mi cabeza, haciendo eco de ellas.
Me hacía sentir una cualquiera, una infiel, cosas totalmente erróneas. Tal vez en el pasado lo fuera, pero en ese momento le era fiel a un solo ser y ese ser se encontraba postrado en su pedestal frente de mí, con media sonrisa de triunfo y satisfacción en su rostro angelical. No había nadie más que Matthew.
Me volví para ver al chico y regalarle una sonrisa, pase mi mano delicadamente por sus cabellos rubios y negué con la cabeza a lo que decía, esas palabras que podrían llegar a herirme si vinieran de otra persona. Abrí la boca para decir algo, pero Matthew se me adelanto por decimas de segundos.
Su voz sonaba amable y con un toque de burla tiñéndola por completo, y luego hizo algo que me alerto completamente.
Ray no tenía ni la más mínima idea de cuan cambiante podía resultar Matthew, en un instante podría estar bien y al siguiente, con un juego de palabras, podría tornarse mal humorado.
Esta vez seguía el mismo juego, sin siquiera molestarse y aun así me mantenía alerta a sus movimientos que eran como borrones.
Se levantó del sofá de donde estaba postrado y se acercó a Ray, con la elegancia y gracia que le merecían, mantenía la vista fija en el rostro del humano y sonreía tan triunfal, sintiéndose superior a Ray.
No quería que Ray resultara dañado y eso nos trajera consecuencias nada gratas, recién acabábamos de sellar un pacto y ahora el rompía las reglas... Yo también lo había hecho, pero debía pararlo antes de que cometiese una estupidez.
Me pare y puse una mano en el pecho de Matthew empujándolo hacia atrás, alejándolo de Ray e interponiéndome en medio de ellos.-Me agradaría más que no lo asustaras, Matthew.- Musite con serenidad dando un paso hacia adelante y obligándolo a dar un paso hacia atrás a él.

Desde que recuerdo...mi vida ha estado llena de mentiras tristezas y cuestiones, cosa que me ha hecho muy sertero, cada situación que se presente me insita a analizarla tan detalladamente, no puedo evitar descubrir desde lo más simple hasta lo más indetectable; ahora era mal momento, de nuevo me sentía en un mal lugar en el justo pero momento, vergüenza, miedo, satisfacción, deseo, furia, odio, tranquilidad, sueño, extrañeza, cansancio, eso y mucho más sentía, mezclándose como un gran pastel, preparando algo inseguro e inimaginable. Mi mente sentía vértigo, mi cuerpo tenía escalofríos, mis labios se entumesían, y mi dignidad se hundía.
Por más trabajo que me costara, no lograba deshacerme de la idea de hechar por la borda a Matthew y quedarme con Kath, o por lo menos sólo conmigo, necesitaba un suspiro, tomar aire puro, refrescar mi mente, pensamiento y sentimientos, además de quemar la vergüenza que me etiquetaba tan particularmente.

Por un momento me sentí explotar, pero una mano gélida y delicada rozó mi cabello. No estaba seguro si eran mis impulsos o mis necesidades las que giraron la vista a los ojos escarlata que tanto me encantaba apreciar, y tomé la mano suave, pero franca; sutil, pero intensa, la tomé con la mía, una torpe, indecisa, atolondrada y nada cordinada en comparación con aquella de un tono níveo.
Acompañado de quello explotó mi garganta, con la necesidad de hablar. -Kath, necesito salir, a aclararme la mente, a respirar mejor.- Me levanté de mi lugar para luego dar unos pasos inciertos, torpes, un poco débiles. Sin dirección me detuve a pedirle a Kath una cosa más. -Y...- Por un segundo dudé lo que en verdad quería. -...me gustaría que me acompañaras.- De plano no conocía para nada el lugar, así que esperé a Kath para que me llevar a un lugar de espacios abiertos, aún mejor si era al aire libre.

A un momento de dar el próximo paso a la puerta, un choque de sensaciones totalmente olvidadas recobró el poder sobre mí tal y como lo hacían en mi infancia, cada vez que recordaba a mi madre o a mi padre, ambos "gozando"(y así lo deseaba) de otra vida. Una lágrima prisionera aguardaba en la ventana al alma, aguardaba al rabillo de mis ojos verdes para poder seguir su camino. Sentí que me sofocaba la idea que Kath era algo imposible, alg prohibido, algo que, por más que luchara, nunca me daría una pequeña correspondencia a algo mayor. Si tuviera que darme por vencido, cosa que añoraba, solo se daría al pasar a ser parte de Kath, dejándo que me hiciera de lo que ella deseara, totalmente sin oponerme, pues no me quedaría ni la mínima pizca de esperanza luego de saber lo que ya sabía. Pequeña gran verdad, aquella que convierte la fantasía en la más cruda realidad.

Ingenuidad, eso es un sentimiento equivoco que te hace vulnerable ante tus oponentes, y eso es algo tan propio de los humanos.
El humano, cuyo nombre ni sabía, se encontraba envuelto en oleadas de emociones. Sonreí lleno de burla ante esas emociones que no lograba amarrar.
Podría comenzar a amenazarlo e infundir el miedo en él, pero el hecho de verlo sufrir por la burla me era más apetitoso y antojable.
Katherine comenzó a alejarme lentamente de su comida, con la cautela reflejada en su rostro. Sabía que esa cautela no era por tenerle aprecio al muchacho, sino pro que no destruyera su juego el cual nos divertía a los dos.
Suspire y le regale una sonrisa llena de dulzura, mirándola a los ojos escarlatas, aquellos que alguna vez fueran de otro color aún más bello que este mismo.
-No hare nada que tú no quieras.- Dije en tono dulce mientras acariciaba sus rizos y su rostro. En ese preciso momento el humano se paró con torpeza e inseguridad, lo mire con curiosidad ladeando un poco la cabeza.
Estaba claramente pintado en su rostro que ese ataque de emociones continuas le afectaba, necesitaba más aire de lo normal pero no iría solo, quería llevarse a Katherine, quizás a besuquearla. No haría daño que se muriera de un infarto o que Katherine lo matara en algún intento de algo.
Me encogí de hombros mientras tomaba otro trago de aire. El departamento completo estaba lleno de su aroma, si bien no era enloquecedor pero si era delicioso, cosa que hizo recordar a mi sed que debía amedrentarme en la garganta. Esa insaciable sed regresaba a mí y todo a causa de ese humano. Lo mejor era dejar que ella se hiciera cargo de eso mientras yo cazaba a otro humano por ahí. -No hay necesidad de que vayas a ningún lugar... Yo saldré un rato.- Mire a Katherine y jale su mano que poseía en mi pecho, acercándola lo suficiente solo unos centímetros nos separaban hasta mí.- Tengo sed y hace una semana que no he bebido nada. Pero parece que tu si lo has hecho. En cuanto a él... No sé qué le vallas a hacer, pero si lo matas que no ensucie mi departamento, por favor.- Dije en el tono más desenfadado, bese su frente y salí disparado a buscar a mi víctima.

La mano cálida de Ray sostenía una de las mías mientras la otra estaba en el pecho de Matthew impidiéndole acercarse al humano.
Estaba más que claro que Ray no quería a Matt en el departamento ni cerca de mí, cosa contradictoria a mis pensamientos. Yo deseaba fervientemente que Matthew se quedara un rato más, pero este estaba sediento y prefirió salir a cazar y regresar en un rato, a final de cuentas era su departamento y podía regresar cuantas veces se le antojaran.
Antes de que se despidiera sentí que me jalaba más hacia él, tuve que liberar mi mano de la de Ray ya que si Matthew jalaba con fuerza terminaremos rompiendo al chico.
Una explosión de emociones, que solamente salían con él, se desbordaron por todo mí ser al sentir el tacto de sus labios ardientes como el propio sol, luego me sentí devastada al verlo alejarse por los edificios vecinos.
Me cruce de brazos mirando fijamente en la dirección por la cual Matthew se había perdido segundos después. Suspire inaudiblemente y me gire sobre mis propios talones para encarar a Ray, le regale una sonrisa de disculpa que se elevó hasta mis ojos y fruncí un poco el entrecejo.-Siento tanto lo que ha pasado, el suele ser de esa forma.- Musite con calma y acercándome hasta el.-Lo mejor, a veces, es ignorarlo.- Tome su mano entrelazándola con la mía y recargue con suavidad mi cabeza sobre su pecho cálido.- ¿Estás seguro que quieres salir?- Pregunte mientras cerraba mis ojos.

El tiempo y las ancias me comían, por mucho que que quisiera deshacerme del tal "Matt" no podía, era insoportablemente ostigoso, no soportaba la idea de que él tenía diezmil veces más ventaja, y que a parte de eso, Kath lo apoyaba. A poco que el chico salió Kath tomó lugar en mi pecho, error de su parte, pues provocó que mi corazón cayera en un abismo de descontrol, era audible para mí, y obviamente para Kath, estaba seguro que lo podía escuchar sin necesidad de estar en la misma habitación que yo.
-Kath, sabes que eres mi muerte...- Dije casi sin aliento. -...y también sabes que puedo soportar todo por tí, bueno, casi todo.- La imágen de Matthew se incorporó a mis pensamientos.
Suavemente deslice mi mano hasta la de Kath, la tomé con fuerza, intentando evitar que cualquier cosa nos separara; seguí los pasos que llevaba, y me dirigí hasta donde la aventura se ponía interesante, hasta el pequeño jardín que había antes de llegar al pórtico. Ahí suspendí mi apresurada caminata.
-¿Y entonces?, ¿puedo seguir sin temor de que tu "amigo" pueda devorarme?- Dije un poco coqueto, regresando mi cabeza a una distancia seductora a la suya, intentando borrar esos momentos de miseria y vergüenza, claro que lo único que me hacía olvidarme por completo de lo que pasaba a mi alrededor era un beso de Kath, sus labios insasiables, su aroma extasiante y su mirada tajante.

En el momento en que mi cabeza hizo contacto con su pecho desato a su corazón, latía rápido y con la fuerza necesaria para salir saltando de su lugar, su mano de deslizo con suavidad para encontrarse con la mía de hielo y su respiración volvió a flanquear, pero pese a todo se encontró más relajado a comparación en los escasos minutos en los que Matthew había interrumpido con sus burlas y las ganas tan palpables de hacer enojar a Ray, cosa lograda.
Soltó un par de palabras entrecortadas a causa de su respiración y continúo con su caminata para salir del lugar.
Nos detuvimos en el jardín pequeño de una no vasta vegetación, su tono de voz juguetón regreso a él junto con sus preguntas desenfadad, que aunque no quisiera, tenían la realidad más que asegurada.
Por el momento Matthew no había matado a Ray, y solo porque creía que yo le arrancaría la vida cuando me llegara a enfadar lo suficiente del joven, la cosa cambiaría si supiera que en realidad mis planes estaba dirigiéndose a una dirección bastante alejada a lo que Matthew pensaba.
Solté la mano de Ray con delicadeza, tratando de no herir sus sentimientos y me acerque a un pequeño rosal, acariciando sus bellas rosas rojas con un dedo delicado.
-Creo que lo mejor es que nos temas a los dos, Ray- Inquirí bajito para que solo el escuchase.- No sabes lo cambiantes que podemos ser, en un momento podemos estar felices y en una fracción de segundo tórnanos molestos por simplicidades.- Suspire y me voltee para verlo de frente.- Pero eso parece no asustarte ¿Cierto?
Negué con la cabeza y me volví a acercar a él.

Escuché atento sus palabras, podía sentir curiosidad, ansia, celos, seriedad, alegría, incomprensión, talvez odio, amor, nerios, todo, pero miedo no, al menos no con los vampiros.
No tenía idea si alguna vez el temor me comería. -El miedo no me conoce, en la vida he estado simpre pendiendo del hilo más debil, no puedo tener miedo a lo que ya conosco, y sinceramente el miedo me es ajeno, vivo en el, pero el no vive de mi.-
Hize caso omiso a su separación, me acerqué de nuevo a ella, me coloqué justo junto a ella, con el rostro sobre su hombro. -Y por eso mismo, por que eres cambiante, se que estás preocupada.- Hize lo posible por llegar a su boca. Besé suavemente sus labios. Un tanto juguetón agregué: -¿Y ahora te sientes alegre?- Con media sonrisa en el rostro, arqueando una ceja sutilmente.

-Creo que tu juego me encanta, y estoy dispuesto a jugar a la muerte.- Inquirí sentencia a su lado.

Entorne los ojos al escuchar sus palabras ingenuas, incoherentes, lo que más debía tener en esos momentos era miedo, no alegría ni ningún otro sentimiento ajeno al miedo. Tal vez si conociera la furia de un vampiro el miedo lo invadiría, lo carcomería poco y lentamente hasta no poder más, solo así sabría lo que es realmente el miedo y amar a dios en tierra ajena.
Al creer que no poseía le sentimiento del miedo le hizo tener el valor de acercarse una vez más a mí, con esa seguridad derrochándola a su rededor. Su cálido mentón se acogió sobre mi pétreo y duro hombro de acero, insoldable e irrompible; sus labios finos y cálidos, tan suaves y frágiles hicieron, una vez más, contacto con los míos que eran de piedra.
La preocupación que me invadía con oleadas que subían lentamente por el interior de mi cuerpo, no eran exactamente por Ray, el solo era una razón más agregada a aquella receta que estaba comiéndome en ansias, la razón principal andaba matando a alguien en algún lugar de New York, llevando el nombre de Matthew Baker. Ambos sabíamos a la perfección que no debíamos romper las normas de los Cullen, y pese a todo ahí estábamos rompiendo cada una de ellas.
La comisura de mi labio se levantó levemente para regalarle media sonrisa de diversión. Si no le importaba el peligro a mi menos, yo verdaderamente no sentía miedo a nada ni nadie. No sentía preocupación, solo por Matthew.
-Entonces juguemos a ello... Pero debes saber algo. En este juego no hay reglas, Ray. Todo está permitido.- Musite curvando mis labios en una gran sonrisa. Acaricie su rostro y le guiñe un ojo.

De nuevo me perdía en su mirada rojiza y su sonrisa juguetona, tal y como sucedió la primera vez que la ví.
Quise en mi más profundo ser que Kath fuera lo más humana posible, humana en lo más simple de la palabra; con piel suave, cálida, aterciopelada, de un tono vivaz, con una mirada más sutil e infantil, igual de frágil que yo, exceptuendo su aroma, su actitud y sus sonrisas tan desafiantes.

-Kath, en lo más sincero de mí...- quise confesar del todo mi pasado, entrar tal vez en un estado de coma y dejar que por fin me tomara como un festín de sangrienta diversión, para que ya no hubiera barrera alguna que derribar al hacerme uno más, un personaje impensablemente inhumano, alguien como Kath, alguien que no posée límites, alguien que se hace a su deseo.-...ahora quiero provocar que todo impedimento para que bebas de mí se destruya, sólo queda una cosa que abrirá todo el camino.-

Reflexioné un momento al posar mi frente sobre la suya, hablando en serio, con la mirada fija en sus bellos rubíes carmesí, tomando su cabello entre mis dedos. -No te preocupes por mi ingenua vida, no he de importar, mi padre y mi madre, mi familia, ya todos ellos han muerto, estoy sólo contigo, y no me voy a reusar a la oportunidad que tengo ahora frente a mí, talvez mañana te encuentres en europa con Matthew, o ya te hayas desaparecido de todo el país, no sabes como deseo compartir contigo el derecho de la inmortalidad, de la ilimitación.- Tomé aire lentamente. -Sólo deja que tus instintos te lleven aquí.- Dije señalando con un movimiento mi cuello, girándo la cabeza a un lado, dejándole libre el camino a Kath, para que hiciera realidad su deseo de beber mi sangre, provocando en su interior la furia incontenible de la abstinencia, intentando derribar la jaula que ella misma levantaba al no aceptar el regalo que le entregaba ahí, en ese lugar, donde muy difícilmente alguien se daría cuenta de el fin de mi existencia.
Símplemente la primera vez que tuve miedo, miedo a que Kath se apartara de mí, que me prohibiera provar esos labios adictivamente dulces, y que me prohibiera disfrutar de una vida como la suya.

//OFF: Respondemos y cerramos? Para que ya no se prolongue tanto, y talvez seguir en otro lugar, no??

Su aroma me hipnotizaba, me hervía la garganta de tenerlo tan cerca de mí. Besar y tocarlo solamente hacía más alocada mi sed que comenzaba a renacer como el ave fénix renace, para amedrentarme y recordarme que yo no era humana, yo podía acabar con su vida como él me lo pedía, solamente necesitaba perder los estribos y comerlo, mi garganta ardía mas al pesar esa idea que deshecho instantáneamente.
No me lo comería, tenía planes previstos para él, lo necesitaba para otras cosas y no necesariamente como mi cena.

Me aleje de él y lo reprobé con la mirada ante sus actos imprudentes, solamente me hacía perder la fuerza de voluntad que comenzaba a echar, poco a poco, a la borda. -Eso que tú me estas pidiendo no es posible por el momento Ray. Me subestimas, crees que lo puedo todo, pero no sabes lo que significa tu solo aroma para mí, tal vez no me controle y de verdad te arranque la vida, y no deseo hacer eso, cariño.

Mire por encima de mi hombro a la noche que pasaba con su fatiga habitual haciéndose eterna y perdurable, parecía no tener fin alguno, quedaros en las tinieblas era nuestro destino, atados siempre a esa oscuridad omnipresente en nuestras vidas.
Tome de la mano al humano y lo arrastre de regreso al departamento, dejándolo en la habitación elegante de Matthew donde se posaba frente de nuestros ojos una gran cama que encajaba con el demás ornato del departamento.
-Ray necesitas comer y dormir, si quieras tomar una ducha ahí está el baño, es mejor que descanse mañana será otro día y continuaremos con esta charla.-Sonreí y acaricie su cabello rubio.- Saldré un rato, regresare antes de que te des cuenta... Y si te sirve de algo te prometo que yo misma te convertiré en lo que soy, pero solamente si así lo quieres. Pero ahora duerme, mi dulce e inocente Ray.- Entone cada palabra con dulzura y bese su frente.

Salte por la ventana y encontré el olor mentolado de Matthew lo seguí hasta perderme, esperando a aquel el muchacho siguiera mis órdenes, no quería salir a buscarlo cuando aprecia que una tormenta se avecinaría.