Nueva inquilina (Victoria, ocaso)

Estaba jugueteando con algunas piedras pequeñas, aburrido, sentando a la orilla del mar, con una mano recargada en la arena, carente de tenis, calcetas, playera; aún había resuduos solares sobre el oleaje perezoso y tranquilo, se podía apreciar cómo el hermano Sol se ocultaba, ballándose de la pureza marina, dándo lugar a pequeñas luces tintineantes sobre el oscuro manto nocturno.

Se podía escuchar el canto de algunas gaviotas apresuradas, y el sonar de los grillos, cantando al anochecer. Se presenciaba el oleaje, su sonar tranquilo y arrebatador, el vaivén de las arbustos, acariciados por la pobre brisa que se quedaba exhausta de andar.

Lanzaba piedras al mar, con fuerza suficiente para que rebotaran de charco en charco. Pensaba en que era buena idea trasladar una vivienda por donde me encontraba. Quería construir una pequeña cabaña cerca de la playa, con vista a los acantilados, que se levantaban lejanos al cielo. Me comía la idea, me encantaba pensar que no tendría que caminar tanto para llegar a donde me gustaba estar, a donde iba a llorar mis penas y soñar mis bienes.

Ni tan agradecidamente reconocí un paso lento, tímido, un tanto seco, un aroma desconocido, pero no molesto, un palpitar acelerado, cálido. Giré la vista para reconocer a quien venía a la distancia, para ver quién se acercaba hacia mi.

Uno, dos, tres pasos tarde en llegar a la arena, me saqué las sandalias de mis pies y con gran deleite pegué un salto, estaba a punto de gritar de la emoción pero una extraña figura interrumpió mis planes, estaba sentado en la orilla, con comodidad y sin disimulo. Era moreno, no sabia si alto, bajo o demás. Pero, que era especial. Lo era.
Me acerqué con cuidado, escondiendo mis pasos, haciéndome la distraída. Me falta siilbar una canción sin sentido y observar las nubes.
Pero, de pronto su vista se dirigió a mi sin previo aviso. Y una exclamación insulsa escapó de mi boca. Levanté mi mano en señal de saludo, al ver que me observaba, pero inmediatamente bajé mi mirada y seguí en dirección sur, lejos de allí. -Dios mio...- El clima era agradable y el sol se estaba poniendo, no había belleza capaz de compararse. -Simplemente hermoso- reí para mis adentros y bamboleé mis sandalias a cada paso.

A la lejanía presencié a una niña. -Hola.- No me quedaba mucho que decir. Una chica de ojos claros, de cabellos rizados y rubios, con una mirada angelical, de gestos juguetones e infantiles.
Referiéndome a su comentario un poco corto me sorprendí de que no hubiera visto algo así antes. -Yo diría que es algo más que asombroso.- Me limité a regalar una pequeña sonrisa.

Ví de nuevo su andar juguetón, me dí cuenta de que era un rostro nuevo. -Mi nombre es Jacob, pero dime Jake.- Invité a la chica a hablar un poco. -Tengo la impresión que no eres de por aquí, ¿o si?- Intenté ponerme de pié para hacer la conversación un poco más agradable, pero decidí mejor invitarle un asiento en la arena. -¿Te gustaría hecrme compañía?- Me parecía haber visto un brillo en sus ojos al estar gozando de la arena y el paisaje, algo totalmente invaluable.

Detrás de aquella dulce sonrisa de niño, se escondían una fila de dientes blancos y llamativos que le daban un aire feroz al chico. -Jacob? Eres Jacob black? Encantada de conocerte si es así- dije con una enorme sonrisa. Paso a paso, caminé hasta estar un poco más cerca y en ese momento , el chico se quiso levantar del suelo pero me invitó a acompañarlo allí abajo. -No soy de acá, es verdad. Acabo de llegar...- Dudé, pero luego con un crucé rápido de piernas y bastante pereza me dejé caer en la arena húmeda. -Gracias- le dije sonriendo y luego le extendí mi mano en forma de saludo. -Mi nombre es Victoria. Victoria Boisieu- No me entendía a mí misma en esos momentos, simplemente era amable con aquella persona. Algo muy inusual en mí. Mi ropa apenas se alborotaba con el insesante viento del lugar, y a la distancia el suave sonido de las olas nos acompañaba mientras el sol se escondía cada vez más detrás y más allá del horizonte. Mi mirada se dirigió a su cara, era moreno y de unos ojos profundos y oscuros. Su mandíbula cuadrada, y esa sensación... él me era familiar, como si lo conociese. ¿De dónde? ¿Por qué tanta confianza?

Su gentileza amanerada me pareció de lo mejor, aún debatía mi nuevo hogar, pero me distraía de eso el hecho que me preguntara si en verdad era yo. -Sí, soy Jake, él mismo.- No me pareció que pudiera haber mejor contestación. -Mucho gusto Victoria.- Dije al momento en que sonó su nombre.

-¿Y de dónde vienes?- Me era pura curiosidad, conocía el tono de voz de algún lugar, un tono dulce y soprano, algo que resonaba con familiaridad en mi cabeza, cosa que hasta el momento ignoraba.

Puse mi mano accidentalmente en otro lado, teniéndo un pequeño roce con ella, de inmediato retiré mi mano, lo curioso era que fuera de todo, tenía la misma temperatura que yo, o un tanto parecida. Me preocupó el hecho de que fuera así. -Oye, ¿te sientes mal?- Pregunté atónito, nervioso por el hecho de intuír que tal vez pudiera ser como yo y Sabrina, una licántropa. -¡Estás ardiendo en temperatura!- Seguro es como yo. ¡Que gran noticia!

Era él, quién yo buscaba... La vida no puede ser más increíble. -El gusto es mio Jake, creeme- le dije mientras observaba sus grandes ojos negros. -Vengo de Buenos Aires, queda demasiado lejos de acá como para explicar- reí sarcásticamente. No tenía mucha geografía en mi cabecita y tampoco didáctica suficiente como para ingeniarmelás.

La arena estaba fría debajo mío, y porsupuesto húmeda, pero lo extraño era que no sentá mucho frío, como de costumbre en estos úlitmos días, mas bien sentía calor. Pero lo más extraño era que esas fiebres no me atacaban desde hacía varios días... Dejé escapar un gran suspiro silencioso y vago mientras me reclinaba hacía atrás, sosteníendome con los brazos a los lados, cuando el chico sin querer me rozó el meñique. Ambos levantamos la vista subitamente. Podía darme cuanta que mis ojos estaban abiertos como platos. Su pregunta me puso nerviosa, estaba perfectamente bien, pero me levanté de golpe, de un salto y abracé mi pecho. -Estoy bien, estoy bien no te preocupes...Es...normal- mentí descaradamente. Me dí media vuelta y me alejé de él a
zancadas. ¿Si se supone que estás perfecta por qué corres? No lo sabía, pero me daba pánico volver. De lo que escapaba era justamente eso, me sentí furiosa por no poder esconder ese secreto, corría adrenalina por todo mi cuerpo. No era capaz de regresar y disimular.

De inmediato le seguí los pasos a Victoria, me preocupaba el hecho que tuviera una temperatura similar a la mía. En cualquier caso si no fuera una humana, el estar a 40° sería morir en unos cuantos minutos, cosa que no provocaba malestar en ella, eso denotaba por completo, que, aunque por más impensable que fuera, ella era como yo.

La tomé torpemente del brazo, siniténdo de nuevo su temperatura lobuna. -¿Eres una licántropa?- Pregunté sin temor a recibir un "si" por respuesta...
Por un momento pude sentir como en ella había un fulgor parecido al mío, en ese preciso momento me ví en la idea de decirle todo, y también de pedirle que me dijera todo....

Terror a que descubra mi enfermedad? eso sentía? Por tantas manos de famosos médicos diferentes había pasado que, a esta altura ya eran incontables. Nadie sabía por qué había noches que parecía estar al borde de la muerte y levantarme a la mañana como si nada. Mi pensamientos se remontaban al pasado y me enfurecía cada vez más conmigo misma. No entendía que me sucedía ni tampoco al chico. -Soltame!- grité furiosa cuando de un fuerte y brusco movimiento me tomó por el brazo y me hizo girar quedando frente a él. Respiré profundo, muy hondo. Me sentí con una fuerza extrema, parecía tener adrenalina en vez de sangre. Me sentí viva, completamente viva y a la vez furiosa. Con una risotada psicótica me burlé de lo que decía -¿De dónde sacaste eso? Soltame!- No cabía vergüenza en mi cuerpo, sino me hubiese muerto por eso, por mi estúpido comportamiento sumamente grosero. Sus manos me apresaban como barras de acero enroscadas. Era fuerte, y tan cálido como yo... y esa palabra pareció embrigarme por completo -¿Licántropo?

Me preocupó su expresión y su reacción a lo que había dicho, resultaba muy probable que ella no hubiera sufrido su transformación, y aún así, ahora, rodeada de seres vampíricos, lo experimentaría en cualquier momento, tarde o temprano sabría que eso que cree como enfermedad es su naturaleza, una que como a mí, al principio no le parecería aceptable, ni siquiera normal, y mucho menos consedible.
No podía imaginar a la nueva inquilina de esta manera, y menos como un lobo de pelaje basto y bello, como el que cualquiera de la manada poseía.
No me quedó más que soltarla, tomar una postura relajada, un tanto atento a lo que pudiera suceder, talvez la noticia que estaba a punto de decirle pudiera crear a lo que ella desconocía, un gran temor.
Por un momento pensé que había hechado a perder el momento, que había creado un dilema, o una gran confusión en ella.
-Mira, necesito que pongamos una situación de tranquilidad, para poder explicar lo que te sucede, que creo que ni siquiera tu sabes que pasa con tu cuerpo.- Dije en tono compasivo, con una voz aterciopelada, intentando provocar la aceptación por su parte.-Déjame ayudar.-Supliqué infantílmente. Me coloqué en una pose de despreocupación, extendí una mano, ofreciéndo mi entera responsabilidad y compromiso con ella, además de mi confianza y mi preocupación por lo que ella pudiera provocar, así y los demás, si no sabe lo que le sucede, lo que puede hacer para controlar su instinto.

El firmamento tomaba un tiempo en entender lo que sucedía, el astro rey se escondía dentro del manto azul del mar, sólo algunos faróles de por ahí alcanzaban a iluminar inoportunamente el lugar. Poco a poco el lugar comenzaba a desafiar lo que el ser puede y no hacer, cosa que en este caso, no ayudaba, podía resultar un poco insatisfactorio para Victoria y para mí ver y descubrir el interior de Victoria.
-Victoria, sólo te quiero ayudar.- Confesé con la sinceridad a flor de piel.
Sentía cmo a cuestas de todo, ella y yo podíamos lograr entender a largo plazo lo que el uno y el otro eran, veían, sentían, y lo que ahora los invade de su toque personal.

Necesite respirar profundo unas cuantas veces para procesar por mi confundida mente todo lo que me decía Jake. ¿Cómo un extraño podía saber mejor que yo lo que pasaba conmigo? Siendo una estudiante de medicina, no había explicación ilógica. Lo que yo tenía era una extraña enfermedad. Eso era todo, mi lógica no comprendía nada de lo que me decía. Pero, conté 1, 2, 3, 4, 5 muy en el fondo de mi mente. Paz, paz...Estoy rodeada de paz... Probablemente me estuviese volviendo loca, pero generalmente practicar relajación mental funcionaba, me tranquilizaba. Gracias a Dios nadie podría jamas entrar en mi mente... Sonreí, luego de mi larga respiración. -Esta bien, esta bien. Ah eso vine Jake... quiero saber, aprender. Pero, el problema es que no sé absolutamente nada...- Él con una profunda confianza y tranquilidad extendió su mano hacia mi, y yo no dudé en tomarla con suma delicadeza. El sol se ponía a mis espaldas y comenzaba cada vez a hacer más frío. A pesar de esa aterradora sensación, su piel era cálida, muy cálida. Mi vista buscó sus ojos de color miel. Ayuda, él me ofrecía su ayuda. ¿Cómo podía rechazarla? Si en realidad era eso mismo lo que buscaba. Pero sentía miedo, miedo de lo que podía ser. Habían sido tantas cosas de golpe... que, sigilosamente una lágrima traicionera descendió desde mi ojo derecho por mi mejilla hasta mi barbilla y luego se estrelló en la arena fresca y salada que había debajo de mis pies. -Lo lamento...- le dije al ver que seguida de esa lágrima otra, y otra más cayeron sin vergüenza. por mi cara. Bajé la vista y ya no pude detenerme. Me tapé la cara con las manos y lloré. Simplemente lloré.

No sabía exáctamente que sentimiento debía elegir, varios inhundaban mi mente, pena, frustración, vergüenza, tristeza, preocupación, etc.
Al ver que lloraba no me quedó más que abrazarle, la abracé de un modo muy atontado. -No llores, yo sé que te preocupa tu ser, pero no es nada de lo que te tengas que atemorizar, simplemente es como...- Me distrajo una de sus lágrimas que descendían lentamente por su semblante. -...tómalo como tu otro yo.- Concluí certeramente.

-Antes que nada, quiero que sepas que no eres solo una chica, también eres un lobo.- Quise comenzar a explicar, pues no encontraba mejor introducción para la historia que se avecinaba. -La historia del pueblo Qileyute es muy peculiar y certera, habla acerca de varios de nosotros, que como tu y yo, somos dos seres a la vez, con muchas ventajas y otras desventajas.- Al momento que mi voz no paraba, Victoria escuchaba la historia Quileyute, escuchaba poco a poco como empezó la tribu, luego la leyenda de licantropía, seguido de la familia Cullen y de la imprimasión, teniéndo poca discresión, igual escuchó acerca de la manada, le conté de Sabrina, igual se enteró de mi relación con Nessie.
Me tuve que tomar un buen tiempo para encontrar las palabras adecuadas cada vez que alguna idea se me esfumaba, y así la conversación que se volvía más un monólogo, se prolongaba unos cuántos minutos.
Después de muchas palabras, lepude especificar todo, la imprimación, los vampiros, los Cullen, los tratados, el área de La Reserva, los enemigos, los amigos, los carnívoros y vegetarianos, los nuevos integrantes, el lugar, la dieta licántropa, sus síntomas "irregulares", lo que consierne a la gente del pueblo, a las transformaciones y todo lo demás, lo de leer mentes, lo de la ovediencia inconsciente, el Alfa, etc.

-Espero que como yo confié en tí para decírte todo esto....tú confíes en mí.- No pude evitar una sonrisa en mi rostro. -Gracias.- Quise ocultar mi vista educada, pero no pude, a veces odiaba haber tenido una educación exageradamente buena, algunas veces llegaba a enfadar.

Las lágrimas descendieron por mis ojos como cataratas, sentía un dolor punzante en el pecho que me ahogaba. De pronto y sin previo aviso, su acción me tomó desprevenida cuando me abrazo toscamente contra sí. Pero, su calidez no era suficiente para acallar mis sollozos. Me dejé abrazar y mientras, el chico comenzó a explicarme una leyenda. Yo seguí allí al reparo del viento gracias a su cuerpo, estaba sumida en la confusión, pero lo escuché con calma sin decir ni una palabra. Cuando me contó algo sobre vampiros me alejé de él, con cuidado y delicadeza. Podía imagina mi aspecto con toda la máscara de pestañas por las mejillas y la nariz muy colorada. Abracé mi pecho y me cubrí del viento. El cielo estaba violáceo, y las olas seguían danzando muy pegadas a la orilla en perfecta sincronía.
Cuando concluyó, preferí mantener el respeto por que no era mi intención herirlo. Había venido desde tan lejos a buscar respuesta científicas a mis problemas, que historias de hombres lobos y humanos super fuertes y hermosos me era casi imposible de creer. -Jacob... gracias por querer ayudarme, pero... yo no creo en estas cosas.- Bajé la vista, tomé mis sandalias que se habían caído en el suelo y me fuí de allí, paso por paso. Pero, sentí que me burlaba de él. No quería sentirme así. Mi conocimiento científico me pedía pruebas para todo. Eso era lo único que existía para mí. Asi que, mientras pisaba la helada arena nocturna, se me ocurrió una idea. -Si alguna vez, consigues una prueba de lo que me contaste... tal vez te crea. Lo siento muchísimo Jacob...-

Me sentía tonto al ver que, como Bella, y yo mismo, ella no creía nada de lo que le había dicho.
Me pedía un hecho verdadero, algo que tenía frente a sus ojos, pero no lo veía, era algo que llegaba más hallá de la realidad, del pensamiento, y de lo posible.

Sin mucho dudar, llegué a la muy mala idea de llevarla cerca de los árboles que crecían cerca, formando tímidamente los principios del bosque, me apresuré a tomarle la mano para adentrale conmigo al pequeño bosque que se oscurecía a causa de la noche, no importó pedirle permiso.
Teniéndo cuidado de elegir el lugar en donde las pruebas serían irrevocables y más que ciertas.
Tengo que lograr que me entienda, que me crea, y creo que sólo lo lograré haciendo que me conosca como el chico Quileyute que soy en verdad, más un lobo instintivo que un hombre reflexivo.
-Victoria, perdón por traerte hasta aquí, pero esto es lo que me pedías, no temas al verme tal y como te lo había dihco..- Dije una media verdad, escondiéndome sólo entre los arboles y los arbustos, deshaciéndome de mis camisa, mi playera, mi vestimenta. Para transformarme en una bestia.

Ya en un mundo distinto, portando pelaje cobrizo, brillante, en cuatro anchas patas, con oscico y nueva fisiología, me aveciné hacia donde Victoria se encontraba.Demostrando mi ser animal, no me preocupé, porque portaba mi ropa en el oscico.
Luego de que la deposité en el suelo y me acerqué lentamente a Victoria, dejé que lla misma comprobara que yo no era una mentira de las que ella pensaba.

Hacía tan solo unos momentos era todo perfecto, ¿por qué me había contado esas historia extrañas? Escuché mi nombre y lo único que fui capaz de percibir fue una gran fuerza cálida estirando de mi mano hacía... no sabia dónde. -Jacob... esperá- pedía mientras intentaba no pisar en falso, ya que él daba zancadas mas que pasos -Por...favor...-pedía entre jadeos. La mezcla de la oscuridad, el frío y su velocidad no ayudaba a que yo camine como se debería.
No muy lejos de allí me di cuenta que se dirigía al bosque. -Verte cómo? De qué hablás?- tiré de él para que se detuviese pero no había caso, mi fuerza no se compara ni con la sombra de la de él.
Tenía miedo, y el camino se tornaba tortuoso, no lograba safarme de él, de su manaza. Hasta que se detuvo, y lo comprendí... Me soltó y se escondió en los árboles para no volver.
Cuando lo ví me parelicé, todo el suelo se me movió, me sentía mareada y descompuesta, pero mi curiosidad era mucho más grande.
¡Era un perro enorme que tenía pantalones en sus fauces, también enormes...! -Dios mío...- quise correr pero mis piernas no me dejaban. Pero lo que hice luego no fue muy inteligente, estiré mi brazo, mi mano y tenía los ojos como platos atenta a cualquier movimiento sospechoso. Ese bicho me podía deborar y asesinar con un solo golpe. Pero sus ojos, eran los mismos...estaban llenos de paz... Me calmé y quise tocar su pelajeque a pesar de la oscuridad era de un cobrizo intenso. No estaba segura de que tan mal me sentía, pero sí... de que eso no era ningun sueño. -Jacob...?-susurré apenas. -Esto es increíble...!-

Intentaba poder hacer que ella entendiera lo que quería decir, intentaba escuchar algunas palabras suyas que me dijeran algo util, algo que me dejara contestar;pero sentí su mano en mi pelaje, aún no conseguía idear una manera de hablar. Me heché al suelo, entre el hojarrazco que se levantaba con la brisa, intenté hacer que Victoria tentara de nuevo lo que ella no creía real.

Momentos pasaron para lograr desesperarme en el silencio de mis pensamientos, así fue como me levanté recogiendo mis ropas, escondiéndome entre la negrura para volver de entre ellas como el Jake que Victoria conoció.
-¿Y...ahora me crees?- dije con una mirada inofensiva y casi angelical. No me pude reir de la expresión de incredulidad que ella mostraba a la luz de la Luna que empezaba a emerger. -Me alegra que no te hayas desmayado al verme como lo que somos, lobos.- Arguí al momento en que tomé su mano y la puse en mi hombro, insitándola a encontrar la similitud en la temperatura del lobo y la mía, ambas iguales y constantes. Sólo pude controlar una risa sofocada unos cuantos segundos. ¿Victoria aún no consevía la realidad?

No había suficientes palabras en el mundo como para describir lo que estaba viendo... Mis dedos reposaron en su cien y su pelaje grueso y poroso me hacía cosquillas en la piel, era cálido y tenía un aroma a bosque delicioso. Tampoco el tiempo me era suficiente como para apreciarlo todo de ese ser mítico. Pero lo más extraño era que seguía en pié, no me había desmayado. Respiré profundamente, con los ojos cerrados y pude percibir su aliento, su fuerza; era como si todo eso me fuese familiar, no tenía miedo... 'Jake' o suponiendo que seguía siendo él, se sentó en el suelo y pude ver su gran y peluda cola balancearse como si fuese tan solo un dedo. Era completamente increíble pero jamás suficiente. Entre jadeos lobunos, se levantó en sus cuatro patas y se perdió nuevamente en el follaje. Al momento en que apareció un chico sin camiseta, a pesar del frío de la noche... -Cómo es posible algo así?!- Tomó mi mano con rapidez y la colocó en su hombro con delicadeza... Mi mirada se perdió ne la suya tratando de identificar el significado de aquello, pero estaba tan obnubilada de fascinación que la simple idea de que yo sea un lobo no cabía en mi cabeza -Jacob, no te imaginas todas las preguntas que tengo preparadas...- sonreí sin disimulo porque le esperaba una verdadera tortura.

Me bastó la sonrisa que salió de su rostro para convencerme de que estaba bien.
Decidí hacerla regresar por donde llegamos, para que encontrara de nuevo la arena y el mar, así sería fácil encontrar su casa, departamento, o donde fuera que viviera ppor ahí. -Debes ir de regreso, ya no es segura la noche, resguárdate en tu casa, ahí debes esperar hasta mañana al amanecer, te buscaré en el río, donde quedamos.- Reafrimé a Victoria, luego de haberla guiado por los bosques hsta donde nos habíamos visto sentados en la arena.
Me desesperé por el sueño y el hambre, y decidí ir a casa para ingerir algo y dormir. -Victoria, hasta luego, nos veremos mañana.- Sentencié y recorrí mis pasos hacia donde se perderían entre los arbustos, acortando paso hacia el pueblo y mi hogar.

Dejé a Victoria atrás, huí precipitadamente del lugar, dejándo a Victoria frente al mar y la oscuridad que se hacía cada vez más presente, sólo deseaba que no se perdiera en los alrededores.

//OFF: Chicos no soy adivina, ¿cierro o respondne algo más?

OFF//:Cierra porfavor!! xD