Despertar Incierto (Katherine, día)

Confusión, eso era lo que describía mi sensación al amanecer en una cama extraña, en una habitación lujosa y elegante que nunca en mi vida hubiera visto o imaginado.
En un lago de mi memoria se asomaban unas cuantas copas al ver a Katherine fuera del lugar, unas copas que ella me había dejado para disfrutar, y que en el momento me causaban un dolor de cabeza sinigual. Se distorcionaban los recuerdos de que tomé un baño y me heché a acostar, después de vestirme sólo un pantalón.

Decidí intentar ponerme de pié, can gran esfuerzo lo logré, veía que mi torso se encontraba al descubierto, y que la ventana de la espaciosa habitación se encontraba de par en par, dejándo que el fulgor matinal penetrara en las paredes del lugar.
Me calzé unos zapatos que llevaba desde Forks, con gran desorientación logré ponerme frente a la puerta de la habitación, para luego rebuscar la cocina del lugar, prepararme algo y volver a descansar, pero al momento de abrir la puerta, escuché que Katerine estaba dentro, recordé que iba a salir en la noche, sólo esperaba que no me descubriera con mi alcohólico malestar.

Salir en las tinieblas de la noche hacia la ciudad habitada por tantas clases de humanos, con sus sangres de finuras diferentes me hacía bien. No había tardado en encontrar a Matthew en un lugar pudiente, donde solamente las personas de la alta sociedad tenían el privilegio de estar.

No tardó mucho en salir con dos mujeres ricachonas a sus costados. Su aroma llego a mi nariz en un solo golpe, provocando que oleadas intensas de quemazón desquebrajaran e hicieran añicos a mi garganta. No lo pensé ni un instante y me fui por una de ellas, mientras que Matthew devoraba a la otra con la misma desesperación que yo. Después de terminar con nuestras victimas paseamos por las calles contemplando a los humanos con sus monótonas vidas durante gran parte de la noche.

El cielo comenzaba a cambiar de color, se estaba avecinando la luz de un día nuevo y eso significaba que debíamos resguardarnos de él, como el mito en el que los vampiros no salíamos por que nos podíamos deshacer, cierto no salíamos pero no porque muriéramos sino porque brillábamos como un diamante, algo insólito para los humanos. Ese era el momento preciso para regresar al departamento, creí que Matthew iría conmigo pero se desvió en el camino para hacer algunas cosas, no quería separarme de él pero tenía a un humano en su departamento y yo era la única responsable de él.

En una carrera veloz llegue al departamento, los débiles rayos de sol comenzaban a volverse peligrosos e intimidantes, no existía excusa alguna para que saliera a plena calle.
Al entrar por la misma ventana por la que me fui sentí gran alivio, ya estaba segura y resguardada bajo las sombras que normalmente eran mi hogar, antes de buscar a Ray mande un mensaje de texto a Matthew.

Mire alrededor de la recamara y solo me encontré con la cama destendida y ropa tirada en el suelo. Él no estaba en la recamara y mucho menos en el baño, aunque podía percibir humedad y adivinaba que se había duchado en algún momento de la noche. El movimiento de trastos en la cocina me hizo saber dónde estaba, también su respiración y el constante latido de su corazón. Suspire llenando mis pulmones del aire que estaba ahí, su aroma junto con el mío y el de Matthew se revolvían, pero había algo más: Alcohol.

El ambiente estaba impregnado del licor que había dejado en una copa, era fuerte, apostaba a que había tomado más del que yo le había servido la noche anterior, seguramente ahora tendría una resaca feroz y voraz.
Me encamine con pasos estruendosos a la cocina, chocando con intensión mis tacones contra el suelo. Y ahí estaba el, dándome la espalda mientras rebuscaba algo que comer, me recargue contra el marco con suavidad y lo mire hacer su hazaña.
-Veo que has pasado una mala noche. ¿Cómo te sientes?- Musite con suavidad y una sonrisa leve en mi rostro.

Al parecer le causaba gracia ver mi rostro de desesperación y frustración. Me sorprendieron sus taconeos hacia el lugar, miré para enfrentar su rostro divino, pero me era difícil mantener el equilibrio ante un dolor de cabeza que carcomía mi consciencia. En cuanto divisé su piel blanquesina de todo el lugar me dirigí hacia ella, seguro había olido el alcohol con sus super sentidos. -Espero te divierta verme en mi primera y única noche de resaca.- Admití mi situación de alcohólico anónimo, dejándo escapar una pequeña risa y una sonrisa ebria. Intentaba justificar mentalmente mi tortura, comprometiéndome a ya no cometer el mismo error de beber sólo y sin control, ya conocía las consecuencias, y agradecía que no tuviera la necesidad de vomitar. Me acerqué con paso franco hacia Kath, olvidándome por ocmpleto de mi hambre descomunal, alcé una mano hasta su rostro y lo acaricié débilmente. -¿Debo esperar de tí un rotundo no si me atreviera a besarte con este parecer de indigente?- Señalaba mi rostro demacrado por los efectos del alcohol, seguido de su rotundo aroma evidencial. Intentaba de alguna manera que perdonara mi acto adolescente e imprudente. ¿Una sonrisa sería capaz de hacer tal cosa? No me quedó mas opción, así que hize lo planeado, con una mirada infantil y casi angelical.

Deje relucir mis perfectos dientes en una sonrisa brillante, lo que decía me era divertido, verlo así me divertía completamente aunado al hecho que se tambaleaba de un lado a otro, apenas sosteniendo su equilibrio.

La ebriedad estaba impregnada en su rostro de niño, se le veía en muy mal estado, tal vez era su primera borrachera. Ladee la cabeza para admirarlo con más detalle. Su rostro estaba lívido, sus labios resecos y unas ojeras apenas visibles enmarcaban su rostro antes lleno de vida, ahora parecía un zombie.

Se esforzó para llegar a mí con su constante tambaleo que lo invitaba a caer de lleno al suelo dándose un golpe que le dejaría moretones, creí que sería así, que caería al suelo de tan mareado que aún estaba pero más sin en cambio llego sano y salvo tras esos cortos pasos, alzo una de sus manos con la torpeza que el alcohol le adjudicaba y acaricio mi mejilla de hielo con deliberada lentitud.
Comprendía que no estaba completamente borracho, quizás un poco, pero sabía perfectamente bien lo que hacía, había regresado a sus cabales.

Su voz salió más ronca de lo normal, parecía más un graznido que su voz anterior... ¿Cuánto daño podía hacerles a los humanos las bebidas alcohólicas? No tenía ni la más remota idea pero al parecer les afectaba en todos los sentidos y su poca capacidad de retención.

El olor a licor salió de sus labios, tan agrio y detestable, no me agradaba ese nuevo aroma y aparte amedrentaba de tal forma a mi agudo sentido del olfato. Hice una cara de asco y deje de respirar al momento, al fin que ni lo necesitaba.
Mire sus ojos verdes y su intento de verse infantil y tierno, como la noche anterior, lamentablemente esa resaca no le dejaba verse como la noche anterior. Solté una carcajada llena de burla ante su expresión de ebriedad completa.
-Estas en lo correcto, no dejare que me beses. No sabes que olor tienes, es tan agrio... Claro por el alcohol, pero se te quitara cuando te sientas mejor y ese inservible liquido salga de tu sistema.- Inquirí con calma y lo tome de la mano arrastrándolo con delicadeza hasta la alcoba.- Creo que es mejor que vuelvas a tomar otra ducha para que se te quite esa cara de enfermo y vuelvas a dormir, quizás en la tarde salgamos a que comas algo, pero eso será hasta que el sol se halla metido. En cuanto a mí, también debo tomar una ducha y cambiarme de ropa... Odio traer la misma ropa más de un día.- Canturreaba en voz cálida mientras buscaba algo que prestarle a Ray, la ropa de Matthew quizás le quedara hasta que comprara nueva para él.

Me sentí un poco idiotizado al ver sus ojos carmesíes brillar entre la oscuridad del lugar, me afectó tanto ese choque de sensaciones que pude haber caído dormido al suelo, más aun por mi dignidad y poca consciencia que mantenía me mantuve en pié, siguiendo los pasos fríbolos de Katherine.
En la habitación me derrumbé de un paso en la cama, intentaba cubrir mi desnudo torso, pero de pronto sentí la necesidad de hacerle caso a Kath, me paré, como pude, pero me paré; y me dirigí torpemente al baño, para tomar una ducha.

Ya atravesaba el marco de la puerta cuando empecé a deshacerme de mis vestiduras, obvio ya con la puerta cerrada.

Con poco entusiasmo abrí la cortina de la ducha y empezó a correr el agua en las tuberías, hasta llegar a la regadera. Sentí un titiritar escalofriante, el agua parecía estar congelada, me ví en la necesidad de ajustar el agua caliente.
Sin más detalle, en unos minutos recobré mis 5 sentidos, la memoria aún seguía ausente, no recordaba lo sucedido hace cuántas horas, cuando quedé solo en el departamento lujoso que me incomodaba en cierto modo.
Disfruté otros minutos el calor de la ducha y el vapor, teniéndo colmada la paciencia me envolví en una toalla desde la cadera hacia los piés. Con sumo cuidado, y con un gesto ya pasable, salí del baño, escurriéndo mis cabellos, con una toalla en mano.
Salí observando el lugar.-Kath, ¿ahora la respuesta seguirá siendo no?- Pregunté. Esperándo encontrar a la vampira juguetona en el cuarto, insitándole a un beso, uno que según lo que creía, ya no era negable.
Pude distinguir en la cama un atuendo elegante, demasiado para mí, nunca había vestido ropa como la que observaba sobre la cama, seguramente Kath quería verme dentro de Matt.
En un instante me perdí en los celos, pero recobré la cordura al reconocer que el atuendo me agradaba, un saco negro, unos jeans, una camisa blanca y unos zapatos, que de plano no aceptaría usarlos, prefería la comodidad de mis tenis. Creo que Kath tiene buen gusto, pero no me agrada del todo. Me dije al ver los zapatos, seguro italianos, que insinuaba usara.

Aún sostenía en la naríz un pequeño ramaje del aroma que me prohibió un beso, y en seguida lo capté usé una losión que estaba en un buró junto al televisor de la habitación; me rosié de él sin exagerar y me percaté que Kath estaba ahí, y yo sin vestir, más que con la toalla que aún me cobijaba.

Mientras rebuscaba en el enorme armario unas prendas que fueran adecuadas para Ray, este se metió a bañar haciendo caso a mi consejo.

Sin hacer mucho caso seguí mi búsqueda del atuendo más al estilo de Ray, lamentablemente todo estaba impregnado por el siempre elegante estilo de Matthew. Ropas finas, elegantes y de marca adornaban aquel armario que era más grande de lo que yo recordaba. Me desespere rápidamente de buscar algo que jamás encontraría y solo saque lo que me vino a mente que jamás había visto en Matthew. Avente el nuevo atuendo sobre de la cama y busque uno adecuado para mí.
Adoraba la idea de tener unos cuantos cambios de ropa para mí dentro de ese gran armario, después de todo no había sido tan mala idea llevar ropa a su departamento.

Una blusa negra junto con unos jeans negros y unas botas del mismo color conformaban mi nuevo atuendo, me agradaba saber que no solo mi ropa estaba ahí, sino que hasta unos cuantos pares de zapatos y botas estaban ahí.

Camine hasta la ventana que estaba entre abierta dejando pasar unos rayos de sol, salí al pequeño balcón dejando que la luz de la mañana me bañara en sus rayos amables, brillantes y hermosos, pero al mismo tiempo temibles, amedrentadores y amenazantes. Cerré mis ojos para disfrutar de aquel sol sin llegar a sentir el calor que me brindaba.
Escuche como la puerta del baño se abría lentamente seguida por la voz ronca de Ray que me llamaba... ¿Cómo podía seguir tentando a su suerte de tal manera?

Sonreí levemente y abrí mis ojos, antes de entrar me atreví a observar mi piel brillar, como era su costumbre, parecía tener millones de diamantes incrustados en mi fina piel. Suspire y camine hasta entrar a la habitación, escondiéndome nuevamente de la luz del sol.

Me recargue en el rincón más alejado de Ray y, que al mismo tiempo, era el más oscuro de la habitación.
Me recargue sobre la pared y le clave la mirada a Ray, quien inspeccionaba detalladamente el atuendo que le brindaba, haciendo que gamas diferentes de emociones abarcaran su rostro infantil que había regresado a la normalidad.
-Antes que nada deberías vestirte o te pescaras un resfriado.-Musite alejándome de la pared para salir del cuarto.- Te espero en la sala.

Salí del cuarto para darle un poco de privacidad al muchacho, y que este me dejara pensar y preocupar por el vampiro que aun andaba en las calles y del cual no sabía nada. Temía a que fuera descubierto, pero él ya era lo suficientemente grande y maduro como para saber lo que hacía.
Suspire y me deje caer en el sofá más grande, cerrando mis ojos y quedándome completamente inmóvil.

Ví a Kath darme un aire nuevo, una frescura y una vivacidad desafiante, eso me reconfortó del todo. Ya Kath fuera de la habitación tan espaciosa, me dió libertad de deshacerme de la toalla y vestirme el atuendo que a pesar de todos mis pretextos me agradaba.
Así me tardé unos minutos, escasos, me vestí, demasiado formal como para mi cotidianidad; y me calzé, después de todo, los zapatos que en algún momento detesté.
Me paré frente al espejo enorme que reposaba sobre una pared de la habitación, observé sin detalle mi apariencia, me encanté; y me acomodé un poco el demarañado cabello que llevaba.

Me apresuré un poco a abrir la puerta de la habitación, pude oler que las ropas no eran de mi aroma, sino que pude confundir finalmente el aroma de Matt con una fina fragancia.

A un paso poco acelerado llegué a la sala en la que recordaba lentamente las escenas que se me confesabanabsurdas. Observé que Kath estaba esperándome tal como había dicho, con atuendo distinto pero igual le quedaba agradable. -¿Listo?- Pregunté sarcásticamente con una sonrisa reluciente en el semblante. Me acerqué lentamente a ella, observando detalladamente que su bellza era siempre la misma, siendo indistinta con un u otro atuendo.
-Bueno, ¿y ahora?- Pregunté, refiriéndome a lo que se supone que ella tenía planeado hacer conmigo.

Dejaba fluir mis pensamientos en un rio de recuerdos viejos como yo misma, el pasado siempre me perseguía y acosaba con sus lúgubres recuerdos de una humanidad penosa. Deseaba fervientemente arrancarlos de mi memoria, extinguirlos como el día extingue a la noche cada amanecer, hacerlo añicos como cuando rompes un vidrio, pero lamentablemente formaban parte de lo que era ahora, este ser frio y egoísta.

Espere interminables minutos a que el chico se tomara su tiempo para su higiene, escuchaba el palpitar de su corazón y con eso me conformaba para saber que todavía vivía, mis planes con el seguían adelante, no me retractaría.

Después de esperar escuche la puerta abrirse y sus pasos acercarse a mí, no me inmute aun cuando escuche su voz llamarme. Abrí los ojos con lentitud y le regale una sonrisa que significaba "tengo tantas cosas planeadas para ti, ¿A cuál de todas te refieres?"

Me pare en movimientos agiles y gráciles hasta posarme frente a él. -La pregunta es: ¿Tú estás listo para enfrentar todo esto?- Pregunte con un susurro que le dio a mi voz un tono seductor.

Me tomó por sorpresa esa pregunta que exaltó mi inquietud, no pude contenerla y acepté con un ademán y la sonrisa aún inextinguible. -Mientras un vampiro alto, de ojos miel no esté en tus planes, todo está bien.- Confesé en tono mentiroso, intentando esconderlo en un sarcasmo muy bien planeado.
Extendí mi mano esperando que la suya tomara la mía, pero algo que resplandeció mi mente como una extraña imágen me hizo querer salir de esa prisión en la que Kath me tenía cautivo, por una extraaña razón sentía que sería divertido salir del lugar, o que algo extraño pasaría fuera de aquel obscuro lugar. Me limité a señalar la ventana de la sala, indicándole a Kath algo de que "yo" quería hacer. -¿Te parece si salimos?- En verdad pensaba en ir a algun muelle de Nueva York, tal vez sería divertido nadar un rato, pescar, o solamente pasear. Con el interés asomándose en la mirada le dije a Kath lo que tramaba: -¿Vamos a pasear?- invité tiernamente a la que tenía mis nervios de punta, pero aún más mi atención.

Salir del sofocado departamento lleno de aquel olor que solo avivaba mi profunda sed me hizo bien. El humano solo era un peón más en el juego de ajedrez en el que ahora estábamos puestos, no me importaba lo que Katherine deseara hacer con él, si matarlo o convertirlo, me daba igual.

La noche había caído profunda y rápida. Katherine me había alcanzado minutos después de que yo saliera, para alimentarnos cosa necesariamente ridícula. Después pasamos toda la noche juntos paseando por el lugar, mientras que seguramente el humano dormía en mi lecho que nunca había usado.

Luego, cuando el día amenazaba con hacer su resplandosa aparición Katherine volvió con el chico, para refugiarse en las tinieblas y saber de su responsabilidad, estaba seguro que si rompía algo se las vería conmigo personalmente y esta vez no sería amable.
Yo por otro lado, me desvié a hacer algunas cosas pendientes que tenía en la ciudad que era mi hogar y refugio.

Pasaron las horas rápidamente, tan fugaces y vertiginosas, cuando menos lo espere el sol yacía en medio del cielo, con sus amenazadores rayos golpeando la ciudad de lleno y dándole ese toque vivo que tanto la caracterizaba, ya no podía hacer más que refugiarme dentro de los lugares de sobra, donde nadie viera mi piel brillar con los rayos del sol.
Lamentablemente me aburría estar encerrado en centros comerciales, escondiéndome del sol con el atuendo del día anterior y mis ojos con unas gafas negras, llamar la atención de los humanos nunca me habían desagradado, pero ahora ya me tenían fastidiado hasta la muerte.

Antes de retornar a casa me metí a una tienda donde me despoje del ese viejo atuendo que llevaba por quien sabe cuántos días, y en cambio compre otro más ligero. Un pantalón de mezclilla, una playera amarilla, unos zapatos cualquiera y un sombrero que me agrado al momento. Después de mi cambio de ropa regrese a mi hogar a pasos veloces, fui como el viento y pase desapercibido.

Llegando a mi casa, por el ventanal, pude percatarme que el humano había tomado durante la noche, el olor a licor se impregnaba en el aire junto con su aroma y el de Katherine, haciendo desparecer el mío, tendría que mandar fumigar para que desapareciera su olor que hacia arder mi garganta.

Escuche desde el balcón bañado de luz solar lo que el chico decía en forma de burla. Mis pesquisas, después de todo, no habían sido erróneas, Katherine deseaba convertir al muchacho. Suspire y me acerque un paso al ventanal abierto, sin entrar al cuarto que me brindaba la oscuridad que yo necesitaba. Los rayos de sol se estampaban contra mi piel mostrando su brillo natural, millones de diamantes se habían adherido a mi piel.

Mire el interior y me sorprendió ver al chico con uno de mis atuendos. Puse los ojos en blanco y bufe.
-Eres como el mellizo que jamás desee tener.- Musite con voz burlona. Era cierto, él era todo lo contrario a mí, rubio, ojos verdes, blanco y alto, contrastando con mi hermosura y perfección, mi cabello negro como la noche, mis ojos rojos que alguna vez fueron azules y mi palidez actual, la cual conservaría después de ser convertido.-Y lamentablemente ella no puede salir a pasear, pero si tú quieres salir puede ir, aquí te esperamos.- Sonreí de lado y me quite las gafas, dejando relucir mis ojos rojos brillantes.

Negué con la cabeza y sonreí llena de burla. Era obvio que al principio sería como los demás, mataría miles de humanos para saciar su sed y tomar la vida de los Cullen era algo tremendamente difícil y repugnante a la vez, pero pude ver la indirecta que lanzaba, como si hubiera visto a Matthew con su disfraz de vegetariano.

Su mano cálida y frágil se extendió para tomar la mía, cosa que no negué. Tome su mano y sonreí con delicadeza. Sin decir palabra señalo el ventanal que daba al balcón y que estaba lleno de la luz solar que tanto debía rechazar para proteger nuestro secreto, aunque a estas alturas ya no era más un secreto.
Di un paso para el ventanal que estaba a uno cinco pasos más, jalando a Ray de la mano. Salir era una muy mala idea, no debía exponerme a mas humanos y que sería trágico mi final.

Antes de que yo objetara algo Matthew apareció de la nada, como un ángel caído deslumbrándome con su interminable y eterna belleza.
Se encontraba parado con desenfado en el balcón, dejando que la luz del sol lo bañara por completo, haciendo brillar de una manera especial. Era hermoso a la luz del sol y me dejaba encantada de verlo así, en su propia naturaleza, no recordaba haberlo visto así alguna vez.

Suspire y seguí caminando para encontrarme con el vampiro que había cambiado de atuendo.
Me pare frente a él y le sonreí con devoción.-Es obvio que Ray no traía ropa, así que me tome la libertad de prestarle una tuya, sé que no te molestara.- Musite en tono amable, aun escondida en las tinieblas del departamento.- Y, lamentablemente Ray, Matthew tiene razón. No puedo salir a dar un paseo cuando el sol se encuentra en pleno apogeo.- Me volví para verlo y con un movimiento de cabeza le invite a reunirse conmigo.

Di el paso que me separaba del sol, dejando atrás a las tinieblas. Tan pronto como los rayos de sol se encontraron con mi piel, esta misma brillo igual a la de Matthew.
-Y no existe la necesidad de que seas tan grosero con él, Matthew.- Le reprendí y golpe su brazo con delicadeza.- Él es mi amigo, por tanto debes tratarlo como si también fuera tuyo.

La razón se me escapaba tanto como la sonrisa, mis ilusiones de salir de aquél lugar encerrado se esfumaron como la espuma de las olas entre la tibia arena de mar.
Me descubrí cabisbajo en un segundo, disimulando mi decepsión. Comprendí a la perfección aquello, alguna vez ví la razón por la que se negaba de una forma encantadora. -Bien, no hay problema, pero entonces debes acceder a mi propuesta.- Anuncié mi plan satisfactorio. -Me llevarás a comprar algo.- Planée ir a algun casino o algo así. Tal vez sería menos complicado si la pasara sólo con Kath.

Pensaba en comprar esta vez, una joya para Kath, no resultaría difícil hacerla entrar a otro lugar mientras la compro.

Sonreí satisfecho al mirar la cara del mocoso tan llena de una desilusión que se palpaba dentro de todo el departamento. Por fin había entendido que yo jamás los dejaría solos, y menos dejarle el paso libre con Katherine, no después del trabajo que me había costado convencerla de mi devoción hacia ella.

Suspire una vez más el aire a licor, no me agradaba para nada ese olor. Puse los ojos en blanco al escuchar lo que decía el humanito y me introduje a la sala, pasando por alto que él estaba a pocos centímetros de mí.
-Deberías esperar por lo menos a que baje el sol para que seas libre, amor.-Musite mirando una colección de carros que tenía sobre un mueble.- Y prometo ya no molestarlos más, me voy a Rusia tengo pendientes allá. Son libres de gozar del departamento.-Me volví y mire a ambos.-Se me hace tarde nos veremos pronto.- Pase mi mano por la cabellera del muchacho y bese la frente de Katherine en forma de despedida.

Ahora debía ir a ver qué era lo que sucedía con la hibrida y mi plan ya trazado. El avión me esperaba y partiría en 10 minutos, los suficientes para alimentarme una vez más y abordar.

Mire a la expectativa, cada gesticulación del humano no se me escaparía. Esperaba encontrar miedo en sus ojos verdes o algún indicio de querer escapar a como diera lugar, pero no había nada, solo alguna especie de desilusión enmarcada en su rostro de niño.

Sonreí ante su petición, seguía empeñado en salir del lugar y ya no se lo prohibiría más. Mire a Matthew unos segundos, esperando ver algo en él, algo inexplicable, pero no encontré nada, solo su máscara de total calma. Me encogí de hombros y me volví a adentrar a las sombras.-De acuerdo salgamos, necesitas ropa de tu estilo. Solo permíteme unos segundos.- Musite acariciando su mejilla y luego desaparecí del vestíbulo.

Rebusque dentro de mi ropero algo que me cubrirá completamente, sí que dejara ver aquellos diamantes a los demás humanos. Pronto encontré una gabardina que me llegaba hasta las rodillas y me cubría los brazos perfectamente, una boina para que el sol no pegara de lleno en mi rostro y unos lentes para cubrir mis ojos rojos. Ahora estaba lista para salir.

Regrese como un relámpago y mire que ahora Matt estaba dentro del departamento mirando su colección de autos deportivos en miniatura, Ray seguía como lo había dejado. Escuche cada una de las palabras del vampiro y sentí un retorcijón al saber que se volvía a ir, solamente estaba ahí para hacerle la vida imposible a Ray, lo sabía por esa mirada maliciosa que le lanzaba al muchacho.


No lo detendría, sabía perfectamente bien que tenía que ir a cuidar a la escuincla de su amigo, para que no echara a perder su plan estrictamente trazado por el mismo. No objete nada, tarde o temprano lo alcanzaría en lo que ahora podíamos llamar hogar. Sin esperar más se despidió y desapareció por la puerta, como una sobra, así como había aparecido al principio.
Mire unos instantes la puerta ay cerrada y luego dirigí mi mirada a Ray. –Ya estoy lista, ¿A dónde quieres ir?-Pregunte con media sonrisa en mi rostro.

Me incomodaba la simple existencialidad de Matt, que aunque me caía de la patada, empezaba a conciliar sus bromas y juegos tontos.

Katherine había entrado y salido fugazmente a su habitación, cambió su ropaje por uno conveniente y me alentó a salir, mientras que Matt se desaparecía del lugar con una sonrisa en el rostro. No me quedaba mucho que hacer, correspondí la sonrisa al ver que jugaba con mi pasiencia, un juego en el que no estaba acostumbrado a perder.

De nuevo presté atención a Katherine y decidí que el primer destino sería algún restaurant, el hab¿mbre y el resago por la borrachera me desgarraban el estómago. -Creo que antes que nada deseo ir a comer algo decente, ¿no crees tu que es necesario?- Volví a sonreir infantilmente ante la privacidad que Matthew me dejaba en el panorama.

Podía escuchar con total nitidez el crujir de su estómago. No estaba acostumbrada a pasar demasiado tiempo con los humanos, en realidad nunca convivía con ellos, simplemente me servían de alimento y ya, pero ahora que convivía con uno debía tener muy en cuenta que él tenía necesidades que en mi habían desaparecido ya hacía muchos años atrás.

-Muy bien, ¿Qué es lo que te apetece comer? Debes saber que aquí existe una gran variedad de restaurantes a los que te puedo llevar.- Musite mientras tomaba su mano y lo jalaba en dirección a la puerta para salir de aquel lugar impregnado a alcohol.

Mientras jalaba al humano para salir a un lugar más fresco me detenía a pensar si no se acobardaría y no quería seguir adelante con la transformación, y estar prevenida no me vendría mal.
Me detuve en seco antes de tocar la perilla para abrir la puerta y me volteé suave y ligeramente sobre de mis talones para quedar de frente con Ray.
-Antes de salir quiero estar segura de una cosa, ¿En realidad deseas dejar todo por convertirte en lo que soy yo?-Pregunte clavándole una mirada inquisidora a su rostro aun infantil.

Mi mirada se clavó en sus ojos, unos ojos que me paralizaron la primera vez que los ví, pero que ahora eran más que un deseo eterno.
-Kath, no sabes qué tan grande es el deseo por ser como tú...- ntenté robarle un beso, pero me intimidé al pensar que no lo correspondería. - ...ser como tú me quitaría de encima que no me regales un beso, y así puedo aprovechar estar contigo día y noche.- Sonreí dichoso de tener su compañía en esos momentos.

Y así me temo que Matt se ponga celoso. Pensaba que siendo vampiro pudiera tener una oportunidad con Kath, pero lo que opacaba mi mente era Matt. -Sólo espero que estés dispuesta a convertirme en alguien como tú.-